Hablar del suicidio
Tras años de tabú, es importante que la prevención de este problema de salud pública esté sobre la mesa para reforzar medidas
Tras años de silencio, el tabú sobre el suicidio ha empezado a romperse, aunque no del todo, a través de la valentía de los testimonios ... de supervivientes y de las familias de fallecidos por esta realidad devastadora, que causa más muertes que los accidentes en carretera. El abordaje en las políticas de salud para detectar cuanto antes estas señales que puedan indicar que una persona corre el riesgo de querer quitarse la vida también está contribuyendo a tratar de revertir unas cifras dolorosas, que hoy, día Día Mundial de la Prevención del Suicidio, volverán a ser recordadas para reivindicar más apoyos. Porque los profesionales de la salud mental y las asociaciones recuerdan que los suicidios se pueden prevenir. En todo el mundo, cada 40 segundos una persona se quita la vida. En Euskadi, la media de muertes por suicidio al año se sitúa en torno a 170 personas. Entre esas víctimas, hay menores, mayores, ancianos, mujeres y hombres. Y un dolor con efecto dominó entre las familias. El Código Intento Suicida Reciente, una de las herramientas desplegadas dentro de la estrategia de Osakidetza, ha detectado en sus primeros 15 meses a 379 personas en riesgo en Gipuzkoa, 25 de media al mes, casi una al día.
Aunque no hay una sola causa, ni respuestas fáciles a esta compleja tragedia personal y familiar, el agravamiento de los problemas de salud mental en general entre la población, revelados tras el tsunami de la pandemia, ponen de manifiesto la necesidad de reforzar la atención con medidas adecuadas, pero no solo desde el punto de vista sanitario, que también, sino desde ámbitos como la educación y las políticas sociales, o con una información responsable por parte de los medios de comunicación. Hablar de la prevención del suicidio para que esté en la agenda pública. Pero también hablar de los supervivientes, del tratamiento cuando se detectan esas conductas a tiempo, de la vida posible.
La sociedad en su conjunto no debería mirar para otro lado, ni pensar que es ajena al problema. La pandemia de soledad, especialmente entre la población mayor, o el creciente aislamiento entre los jóvenes de la generación de las pantallas abonan un contexto que obliga a estar más vigilantes y en el que hay que seguir tejiendo una red de protección lo más fuerte posible.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión