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Excesivo absentismo

El aumento desbocado de las bajas laborales refleja un creciente problema social que lastra la competitividad de nuestra economía

Domingo, 16 de junio 2024, 02:00

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Cada guipuzcoano estuvo de media 22 días de baja el año pasado, más del doble que hace una década. Este aumento tan relevante que coloca ... a Gipuzkoa a la cabeza del Estado constituye ya una de las principales preocupaciones de las empresas del territorio y del conjunto de Euskadi que debería interpelar a todos los agentes económicos y sociales. Este incremento del problema puede obedecer a múltiples factores: a la dimensión de nuestra industria, al peso del sector público, a los niveles de desempleo, a la precariedad de algunos contratos, a la estructura de nuestro tejido productivo e, incluso, a un cuadro de valores culturales y sociales en plena transformación. La visión más calvinista sobre el trabajo, característica de muchas generaciones de vascos, está dando paso a una mirada diferente y a una actitud más versátil que ha debilitado palabras como disciplina, compromiso o responsabilidad. Pero existen criterios objetivos que explican esta mutación de códigos tradicionales en la medida en que Osakidetza no realiza una inspección más rigurosa de las bajas. Por no hablar sobre la influencia de las patologías mentales en el mundo laboral. La concatenación de razones pone de relieve la existencia de un déficit en la productividad, que es uno de los lastres de nuestra economía para la competitividad en un entorno cada vez más exigente. Las empresas vascas ya presionaron en su día a favor de crear en el marco de la mesa del diálogo social un grupo de trabajo para explorar posibles soluciones. Las apelaciones a una nueva cultura de empresa resultan un cauce legítimo para ubicar determinadas críticas y reflexiones. Pero siendo una plataforma necesaria quizá esté resultando insuficiente para abordar un serio problema de absentismo que daña a nuestra economía. Históricamente Gipuzkoa ha sido siempre un gran icono de una tierra de gentes emprendedoras y trabajadoras, orgullosa de la seriedad, que hacía compatible la ambición y la humildad. Valores que forman parte de nuestro ADN colectivo y que, admitiendo la lógica de los cambios, no deberían diluirse en el contexto de una sociedad en la que el individualismo y la comodidad se imponen. El valor del trabajo bien hecho forma parte de nuestra personalidad, la que nos ha permitido colocarnos como vanguardia de progreso y de bienestar, de creación de riqueza y de su reparto. Tenemos que saber a dónde vamos y no olvidarnos de dónde venimos. Pero sobre todo, hay que abordar los problemas.

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