En menos de un año, con el nombramiento de Sebastien Lecornu, Francia ya va por su tercer primer ministro, reflejo de la creciente inestabilidad política, ... económica y social que atraviesa el país. Apenas unos días después de su nombramiento por el presidente, Emanuel Macron, los sindicatos y las fuerzas de la izquierda le recibieron con una gran movilización. La frágil coalición conservadora que le sostiene parece insuficiente para aprobar unos recortes presupuestarios que consigan atajar la enorme deuda que lastra la economía francesa. El anterior primer ministro, François Bayrou, en la rechazada moción de confianza, advirtió que se está gestando un caos total para Francia y que la deuda se hará insoportable. El nudo gordiano al que Lecornu se enfrenta es encontrar la manera de recortar cerca de 50.000 millones de euros de gasto social y mantener la reforma de las pensiones sin que la oposición de socialistas, extrema derecha y extrema izquierda, le retiren la confianza como a sus predecesores. El presidente Macrón, en mínimos de popularidad, intenta evitar el adelanto de elecciones que, según los sondeos, otorgan la mayoría a los seguidores de Marie Le Pen. Pero la tenaza de los extremos y el descontento social podría hacerlo inevitable.
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