Más bipartidismo
Las crisis que ha puesto contra las cuerdas a Podemos y Ciudadanos constatan el fracaso de la 'nueva política' y refuerzan a PSOE y PP
La fulgurante irrupción de Podemos y Ciudadanos en el mapa político nacional al calor del desgaste del PSOE y el PP tras la recesión provocada ... por la crisis financiera y el estallido del 'boom' inmobiliario parecía tener sólidos cimientos e incluso llegó a amenazar el liderazgo de las dos formaciones tradicionales en la izquierda y la derecha. Cuando no ha transcurrido ni una década desde aquel momento estelar, la marca naranja está al borde de la desaparición. Tras encadenar sonoros batacazos en las urnas, es una fuerza irrelevante, sin apenas presencia institucional y carente de músculo para presentarse a las elecciones generales. Los morados, mientras tanto, se han desinflado de forma acelerada tanto por divisiones internas como por el desgaste y las contradicciones que les ha supuesto el ejercicio del poder. La pretendida recomposición de su espacio original mediante una alianza con Sumar, la plataforma de Yolanda Díaz, ha sido un proceso tortuoso que ha dejado heridas abiertas tras una enconada pugna por las listas que ha puesto de manifiesto su debilidad -agudizada el 28-M- y hecho un flaco favor a la nueva coalición.
El bipartidismo imperfecto predominante desde la Transición ha regresado de forma paulatina en este escenario. Vox, cuya explosión fue más tardía, resiste por ahora. Su entereza será puesta a prueba el 23-J, planteado como un cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo que alienta el voto útil. Socialistas y populares concentraban el 73,4% de los apoyos en 2011. Con la llegada de las siglas que prometieron regenerar la política y han acabado cayendo en algunos de los vicios que criticaban, se quedaron en el 50,7% cuatro años después. En las municipales del 28 de mayo rozaron el 60%, un porcentaje que presumiblemente crecerá en las generales no tanto por méritos propios como por la espiral autodestructiva que ha liquidado Ciudadanos y colocado a la izquierda del PSOE ante el riesgo de verse reducida a la modesta presencia que históricamente ha tenido IU.
La aparición de nuevas formaciones ha permitido plasmar con mayor fidelidad las distintas sensibilidades que conviven en nuestra sociedad. A cambio, aparte de dificultar la gobernabilidad, han condicionado desde los extremos al PSOE y al PP propiciando un insalubre clima de polarización que impide los grandes acuerdos transversales que necesita el país. Un ambiente tóxico que es preciso superar sea cual sea el color del próximo Gobierno.
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