Trump, Ucrania y la ilusión europea
A día de hoy es muy especulativo hablar de una cita a dos o a tres, la negociación sigue mucho más verde de lo que el presidente de EE UU quisiera
El pasado 18 de agosto tuvo lugar en la Casa Blanca una reunión considerada importante con vistas a la resolución del conflicto en Ucrania. Zelenski, ... a diferencia de su anterior visita del 28 de febrero, esta vez estuvo acompañado por la presidenta de la Comisión Europea, el secretario general de la OTAN y varios líderes europeos. Recelosos de la cumbre entre Trump y Putin en Alaska unos días antes, la idea era no dejar solo al presidente ucraniano y exponer sus puntos de vista ante un multimillonario fascinado por el dirigente ruso. En definitiva, veían una oportunidad, o una ilusión, para poder influir en un proceso de paz en el que, hasta la fecha, los europeos poco han pintado. Ahora está por ver si dicha ilusión de materializa en verdadera influencia en Trump o éste, como tantas veces, volverá a actuar por su cuenta, sin tener en consideración a sus aliados tradicionales. Tal como es el personaje, todo es posible y de ahí que los asistentes no se fiaran en absoluto de él y de lo que pudiera conversar con Zelenski, a quien, por cierto, ya le planteó la controvertida cuestión de las cesiones territoriales.
Esto es algo de lo que habló con Putin y en lo que Trump parece dispuesto a reconocer. En el caso de Crimea no hay duda, puesto que constituye una península fundamental para la Federación Rusa en tanto en cuanto alberga la flota del mar Negro. Este aspecto es clave incluso para un ignorante como Trump. Teniendo en cuenta que lleva desde 2014 en manos rusas, hay que pensar que a Kiev no le quedará otro remedio que renunciar. Pero Trump, siguiendo a Putin, habló asimismo del Donbás. Por supuesto, Zelenski no ve con buenos ojos esta posibilidad, y por eso el magnate americano le pide flexibilidad. Con este término Trump aspira a paz por territorios. ¿Cuántos territorios? Porque Rusia ya cambió su constitución incorporando varias regiones ucranianas. ¿Y qué paz? Desde luego, éstos son puntos decisivos que no se resolvieron ni en Anchorage ni en Washington.
La no incorporación de Ucrania (y de Georgia) en la Alianza Atlántica es una línea roja para el Kremlin
En esta última conferencia, de cuyo contenido Putin fue puntualmente informado por Trump durante el transcurso de la misma, se trató, en especial, de las garantías de seguridad de Ucrania para el día después. Es decir, que para que se llegue a ese escenario es preciso algún acuerdo de paz. Acuerdo que habrá de contemplar las mencionadas garantías no sólo para Ucrania, sino también para Rusia. En este sentido, no podemos olvidar que la invasión de Ucrania se produjo porque Moscú vio amenazada su seguridad ante la probabilidad de que Ucrania entrara en la OTAN y sus ejércitos llegaran hasta su frontera. La no incorporación de Ucrania (y de Georgia) en la Alianza Atlántica es una línea roja para el Kremlin. A este respecto, Trump ha señalado en varias ocasiones que Ucrania no accederá a la OTAN. Putin ve muy positivamente esta afirmación, puesto que contradice la política de Joe Biden y del ex secretario general de la organización, Stoltenberg. En cuanto al actual, Marc Rutte, como viene demostrando desde que asumió el cargo, hará lo que diga Trump, dando muestras de un servilismo absoluto, impropio de un ex primer ministro europeo.
Por lo que se refiere a Ucrania, Trump sí brindó garantías a Zelenski, mandando soldados (nunca estadounidenses) al país y comprometiendo una adquisición de armas norteamericanas por valor de 100.000 millones de dólares financiada por Europa. Es decir, Washington no enviaría militares, sino los europeos. Y, encima, éstos alimentarían los beneficios de la industria armamentística americana. ¡Gran negocio! Trump mercadeando en estado puro, y el resto de mandatarios asumiéndolo. No se ha insistido en convenios económicos e inversiones, que asimismo serían un seguro.
El problema, en cualquier caso, estriba en que Putin no va a admitir tropas europeas únicamente, pues al final estaríamos ante la OTAN camuflada. Máxime, cuando Meloni ha propuesto una especie de artículo 5 para dicha coalición (intervención de todos los participantes en caso de que uno, Ucrania, fuera agredido). Por eso sería mejor pensar, por ejemplo, en una misión de la ONU o incluso de la OSCE, en la que tomaran parte una gran variedad de naciones. Aunque todavía estamos lejos de llegar a este punto y Trump ha insistido en que Putin y Zelenski se vean. No obstante, para que se dé esa entrevista, previamente se han debido juntar delegaciones de más alto nivel que las de Estambul para ir concretando aspectos del futuro arreglo. De momento, no hay nada, si bien Trump señala que, si no lo logran ellos, los convocará en una trilateral. Piensa que puede actuar como mediador, pues considera que, estando él en la Casa Blanca y no Biden, el conflicto no se hubiese dado. A día de hoy, por consiguiente, es muy especulativo hablar de una cita a dos o a tres, pues las negociaciones siguen mucho más verdes de lo que Trump quisiera. Sea en un formato u otro, tampoco parece que Trump cuente con la UE, salvo, como he dicho, para pagar facturas. ¡Qué ilusión!
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