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De Buzzati a Wilde

Martes, 22 de junio 2021, 07:03

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Es como si fuera algo parecido a refocilo del mal seguir hablando de estos tiempos de esta pandemia –que hay algunos que dicen que ya ... es concluso pero muchos que no se lo creen– pero que nos es, como poco, un tiempo bien aburrido de ese masajeador de masas en que nos convertimos hablando de ello día va y día viene, lo que no deja de ser, en varios momentos, una especie de infierno, lo que me lleva a acordarme, una vez más, de aquel momento en el que Dino Buzzati, de manera parecida a lo que le ocurrió a su paisano Alighieri, se encontró ante esos umbrales del infierno en uno de los anexos del Metro de Milán y, una vez de haber dado con su puerta introductoria tras sortear una serie de diablesas al paso, entró y vió que, desde la gran vidriera de la sala se dominaba el panorama de la monstruosa ciudad. La cual era el Infierno. ¿Birmingham? ¿Detroit? ¿Sidney? ¿Osaka? ¿Krasnoiarsk? ¿Samarkanda? ¿Milán? «Veía las hormigas, los microbios, los hombres agitarse uno por uno en la infatigable carrera: ¿para qué? ¿para qué? Corrían, golpeaban, escribían, telefoneaban, discutían, cortaban comían, abrían, miraban, besaban, empujaban, pensaban, apretaban, inventaban, hollaban, limpiaban ensuciaban, veía los pliegues de las mangas los puntos de las medias las curvas de los hombros las arrugas en torno a los ojos. Veía los ojos con aquella luz dentro, hecha de necesidad, deseo, sufrimiento, ansia, avidez, lucro y miedo», que es que, como así ha ocurrido y aún más si a todo ello añadimos la tan indespegable pandemia, he ahí que hemos dado con el infierno del vivir en su auténtica realidad y en ese confinamiento que mal que bien vamos soportando. Infiernos, muchos y muy variados. Imprevisibles e inescrutables. Cercanos y lejanos. Sórdidos y encenagados... Sin esfuerzo alguno, desde la prensa diaria es posible contemplar algunos horripilantes a nuestros pies, tal como corresponde, ya que etimológicamente infierno significa lo inferior, lo de abajo, razias fundamentalistas y víctimas degolladas, guerras genocidas y abusos intolerables, asesinatos de todo tipo, violaciones humillantes... toda una amplia manifestación de la perversa conciencia humana.

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