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José Miguel Hernández, frente a su kiosco ubicado en pleno centro de Errenteria. ARIZMENDI
«Llevo trabajando 40 años y de momento no he pensado en parar»

Errenteria

«Llevo trabajando 40 años y de momento no he pensado en parar»

El último kiosco de Errenteria es propiedad de José Miguel Hernández, encargado de mantener abierto este puesto tan conocido por todos los vecinos

Martin Sansinenea

Errenteria

Sábado, 11 de enero 2025

José Miguel Hernández, más conocido por sus clientes y amigos como Josemi, es el último de una especie que parece estar en peligro de extinción. La profesión de quiosquero está en declive, y prueba de ello es que en la villa galletera solo queda abierto el Kiosco de Josemi . A pesar de estar ubicado en pleno centro, recuerda sus primeros pasos, cuando «cuando vendía en la calle, frente a la panadería Aduriz».

No obstante, y a pesar de que «ahora es más complicado», con su entusiasmo y alegría, levanta la persiana seis días a la semana. Jornadas en las que «me he cruzado de todo». Sin embargo, como destaca con una sonrisa, «es obligatorio dejar los problemas atrás, para que una vez esté abierto, la gente solo vea una persona con ganas de trabajar».

–¿Cómo comenzó usted en el mundo de la venta de prensa escrita?

–Todo empezó cuando tenía 17 años e iba a la escuela de Zamalbide. Yo no quise seguir estudiando y por ello, tuve que empezar a moverme para conseguir algo de dinero y arranqué mi andadura vendiendo periódicos en la esquina de lo que ahora es KutxaBank. Dio la casualidad de que mi padre conocía al corresponsal que se dedicaba a hacer el reparto de Errenteria y así empecé en este mundo.

Dedicación

«Trabajo todos los días de la semana excepto el sábado, pero es algo a lo que estoy acostumbrado»

–¿Qué periódicos empezó a vender?

–En mis primeros años, todo se reducía a tener tres periódicos, El Diario Vasco, el Egin y el Deia. Esos eran los que más se vendían.

–¿Cuando arrancó, compaginaba su trabajo vendiendo periódicos con algún otro?

–Por su puesto. Yo finalizaba a las 10.00 horas el trabajo de vender periódicos, y después siempre intentaba hacer algo más para conseguir algun otro ingreso.

–En cuanto a su Kiosco, ¿cómo fue aquella transición?

–Fue un gran cambio la verdad. Pasamos de vender en la calle a tener un sitio que era nuestro. En aquel entonces había hasta cinco opciones (en la Alameda, en Morronguilleta, en Xenpelar y en la Avenida de Navarra). Y cada uno pudo ampliar un poco su negocio. Empezamos a vender otro tipo de productos y la verdad que fue algo que ayudó.

–¿Cómo ha cambiado el mundo de la venta de prensa?

–Ni te lo imaginas. Parecen mundos completamente distintos. Antes, cuando empecé, todos los días se vendían todos los periódicos. De hecho, cuando había algún sorteo, como el de la Navidad, todo el mundo se acercaba a buscar un periódico para ver quien había sido el afortunado. En cambio, cuando salían las listas de la mili, la gente miraba dónde tenía que ir. Hoy en día es impensable que se vendan todos los periódicos.

–¿Por qué cree que pasa eso?

–Cada vez hay menos personas de las de antes, que son aquellas que todavía compran el periódico para informarse. Los jóvenes, y algunos no tan jóvenes, prefieren informarse a través del teléfono. Y es que hoy en día, si algo ocurre a las 14.00 horas, te enteras al momento pero en aquella época esperabas hasta el próximo día para ver qué había pasado.

–¿Qué ha hecho para poder continuar con el negocio?

–Como puedes ver, además de revistas y periódicos aquí se vende un poco de todo. Tengo una mesa con algunos juguetes y cosas para niños. Por otro lado también recargamos la txartela Mugi. Con esas cosas logro que la gente venga, pero en ningún caso es lo que era.

Cambios

«Con la caída en la venta de los periódicos he tenido que adaptar mi negocio»

–En cuanto a las horas que emplea usted; ¿cómo es una jornada de Josemi?

–Yo comienzo a trabajar sobre las 5.30 horas de la mañana. Y trabajo toda la semana excepto los sábados. Mi jornada consiste en recoger los pedidos del día, y después empezar con la marcha. Y así hasta las 14.00 horas.

–¿Se le hace difícil trabajar seis días a la semana?

–Para nada. Es algo a lo que estoy completamente acostumbrado. De hecho, la gente de mi generación, en su mayoría, ha estado acostumbrada a trabajar seis días a la semana. Es cierto que hoy en día es más común trabajar cinco, pero es algo que llevo haciendo más de cuarenta años, y por ello no es algo que me cueste.

–En cuanto a su tiempo libre, ¿cómo lo ha aprovechado?

–No sabría decirte. Ahora bien, si que es cierto que hay algo de lo que me siento muy afortunado. Y es que cerrar a las 14.00 horas me ha permitido aprovechar las tardes. Por ello, he podido disfrutar de ir al colegio a buscar a mis hijos, les he visto crecer, y eso es algo de lo que realmente me siento muy afortunado.

–Por otro lado, su trato con el cliente, se ve que es usted una persona amable ¿cómo lo hace?

–Es algo que te diría que me sale solo. Como te he dicho, una vez llegas aquí, tienes que olvidarte de tus problemas y tener una buena actitud. Si no el cliente y todo el que pasa por aquí lo va a notar. No obstante, del mismo modo que siempre soy majo, cuando viene alguien a molestar, le corto enseguida. No dejo que nadie se suba.

–Después de tantos años, ¿ha pensado en parar en algún momento?

–Para nada. Llevo aquí cuarenta años y todavía no sé cuándo voy a acabar. Es cierto que cada vez me queda menos, y eso es algo que tengo en mente, pero en ningún caso tengo una fecha en mente. Vivo el día a día y como lo disfruto, no me he planteado dejar de hacer esto.

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