Pagoeta (714 m), ruta circular desde Aia

Enormes caseríos de gran solera y destacados detalles arquitectónicos y decorativos se alzan por las calles del casco de Aia. El peso de la tradición histórica es visible en muchos de ellos que mantienen las características del entramado de madera oscura en sus fachadas, mezclados con el blanco de sus paredes y no pasan desapercibidos en nuestra ascensión a Pagoeta.

Un precioso balcón al mar Cantábrico en el parque natural con el mismo nombre que nos muestra los preciosos tesoros naturales que le rodean. Parque que en sus 2.860 hectáreas de superficie –en su mayor parte pertenecen al término municipal de Aia y, en menor medida, a los de Zarautz y Zestoa–, cuenta con gran variedad de especies de flores, árboles, arbustos...

Pagoeta toma su nombre de las hayas que abundaban en la zona. De hecho, cerca del collado de Lizarra se puede encontrar un pequeño bosque de hayas salvajes que no fueron trasmochadas para la obtención de carbón. Se trata de las hayas de Elutsaundi. Estos árboles miden más de un metro de diámetro y unos 30 metros de altura. Hace años un temporal derribó una de ellas y contando sus anillos se calculó que podía tener unos 150 años.

Algo más escondido, en el término conocido popularmente como Behorbarrote (lugar de yeguas), se encuentra un bosque mixto en el que conviven especies autóctonas como el haya y el abedul y exóticas como el ciprés y el alerce. Destaca, entre todos ellos, un vigoroso ejemplar de tejo, el árbol que más aparece en la heráldica de Gipuzkoa. Acumula ya más de 200 años. Cuentan que este centenario tejo se ha salvado gracias a la fuerte pendiente y, sobre todo, a la roca caliza que aflora entre sus raíces a modo de agradecido abrazo.

Todos ellos destacan en el jardín botánico de Iturraran, que forma parte del conjunto de fincas que se encuentran en el parque natural.

Pagoeta es una de las cumbres que se sitúan en el macizo de Hernio. Su punto más alto es conocido como Pagoetako kurutzeta (676 m.). Partiendo desde el gran parking ubicado e n el centro del casco urbano de Aia, comenzamos nuestra caminata disfrutando de las cuidadas casas de la localidad de piedra y preciosos balcones de madera. Cruzaremos la carretera GI-2631 hacia Asteasu, siguiendo las marcas blancas y amarillas (PR GI-35) hasta llegar a una pista a la derecha. No hay problema en localizarla ya que un cartel señaliza la dirección que deberemos seguir hasta Pagoeta. El ascenso por u n sendero pedregoso es tranquilo y hermoso, con unas magníficas vistas de la localidad costera. Poco a poco vamos subiendo mientras los verdes prados desaparecen y dan paso a zonas más boscosas, pinos, hayas y zonas abiertas en las que han desforestado y nos permiten disfrutar del litoral. De camino a la cima descubriremos a mano izquierda el túmulo de Arreta (490 m.).

Continuamos nuestra caminata y nos encontraremos con algunas vallas que no presentan ninguna dificultad. Avanzamos en este fácil trayecto en el que nos toparemos con las cruces blancas que nos indican el vía crucis que nos conduce hasta la mismísima cruz de Pagoeta.

Una vez en la zona superior de Pagoeta, se abre un terreno relativamente llano de verdes prados, abultado por pequeñas cimas entre las que destaca la Cruz de Pagoeta, que tiene muy próximas la de Urruztumeko Punta, Murugil y Olarteta.

La Cruz de Pagoeta se encuentra a 676 m. y desde ella se divisa con claridad la línea de costa guipuzcoana, con esa luz mágica del Cantábrico en la que los tonos azules, los días tranquilos, o grisaceos, los días en los que desata su furia, se mezclan con los tonos verdes de pastos y montes. La gran cruz se situa en un enclave privilegiado. Desde allí también se pueden obtener unas bellas instantáneas de Erlo, con su piedra gris-blanquecina y el resto de la línea de montes situados sobre Azpeitia y el valle de Urola. Tras disfrutar de las diferentes variantes que nos ofrece la cima solo queda regresar hasta nuestro punto de partida.

Pagoeta ha sido testigo de la historia de Aia e incluso de Gipuzkoa desde la antigüedad, no en vano, en esta localidad se encuentra la cueva de Altxerri, bien de interés cultural que además está incluido en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde julio de 2008. Altxerri está considerado uno de los grandes conjuntos de grabados del cantábrico. Posee alrededor de ciento veinte grabados de los cuales noventa y dos son de animales. Por otro lado las pinturas situadas en una galería superior, conocida como Altxerri B, han sido datadas en un estudio de 2013 como las pinturas rupestres más antiguas en Europa, con una edad estimada de 39.000 años.

Además, de camino a Pagoeta nos podemos encontrar con uno de túmulos que conforman su estación megalítica. Esta estación incluye un dolmen y ocho túmulos. Se tratan del dolmen de Olarteta y los túmulos de Arreta, Murugil I, Murugil II, Urruztume I, Urruztume II, Urruztume III, Urruztume IV y Saberriko Haitzak.

Las sepulturas fueron construidas por grupos de tradición pastoril durante las Edades del Cobre y del Bronce, hace ahora entre unos 5.000 y 3.000 años. En el caso de los túmulos están relacionados tradicionalmente con sepulturas de personajes míticos y se creía que escondían en su interior los tesoros que acompañaban tales enterramientos.

Entre unos y otros, se encuentran otros peculiares elementos que destacan por su funiconalidad y características. Se trata de las neveras de Sagastizabal, grandes oquedades naturales o artificiales, donde se depositaba la nieve recogida durante el invierno para su posterior venta en el verano. Se utilizaba para refrescar bebidas, conservar alimentos, bajar la fiebre, etc. Cerca del caserío de Nebera, mandado construir por la Señora de Zarautz en 1660, se encuentran otros dos neveros, uno de ellos de grandes dimensiones, 'Nebera handi' y 'Nebera txiki'.