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Las diez noticias clave de la jornada
La nieve congelada cubría las ramas de las enormes hayas y la niebla los envolvía, ofreciendo una preciosa estampa.

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La nieve congelada cubría las ramas de las enormes hayas y la niebla los envolvía, ofreciendo una preciosa estampa. Belauntzaran

Larre, envuelto por un manto blanco

San Lorentzo, como lo conocen los berastegiarras, es un monte discreto situado de camino entre Ipuliño y Urdelar rodeado de hayas centenarias

Viernes, 27 de enero 2023, 14:54

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Frío, mucho frío. Una intensa niebla blanca y la presencia de Ipar a nuestro alrededor completan la bonita estampa de la ruta de esta semana a Larre (808 m.). La nieve es la protagonista en esta salida invernal aunque el viento del Norte hace que la sensación térmica sea de varios grados bajo cero. Abrigados y conscientes de que la belleza de la nieve que perdura durante días lleva consigo una buena dosis de hielo, caminamos con prudencia. Cada paso lleva consigo un 'crak' que nos deja claro que no podemos descartar el riesgo de una caída y la lesión que esta acarrearía. Mejor no mencionar al demonio, que igual aparece..., pero es verdad que la prudencia es buena consejera en cualquier salida a la montaña, y más si cabe, con nieve o hielo.

Ajeno a cualquiera de nuestros temores, un pequeño txantxagorri que nos observa de rojo, dando pequeños saltitos de una helada ramita a otra, pero sin perder detalle de nuestro paso a su lado. Siempre nos encanta ver a la pequeña ave, silenciosa, inquieta, pero segura de poder salir volando ante cualquier movimiento extraño que hagamos. Tal vez es consciente del respeto que le tenemos ya que siendo unos niños escuchamos de boca de nuestra madre la leyenda que aprendió de su abuelo.

Cuenta una antigua leyenda que en el principio de los tiempos hubo un lugar de Euskal Herria en el que Etsai construyó su refugio. Durante las noches, en el caserón del diablo era habitual escuchar música y risas. Los rumores se extendieron por los alredores y los vecinos de la zona acudían al lugar, donde les esperaba Etsai, que les invitaba a pasar a su interior. Todos ellos dejaban su huella en la tierra blanda de la entrada del caserío, momento en el que el anfitrión les clavaba un clavo, impindiéndoles huir, y entonces el demonio les robaba sus almas.

Información Mide

  • Acceso: Siguiendo la autovía de Leitzaran o A-15 accedemos a Berastegi, o desde Tolosa siguiendo la Gi-2130.

  • Horario: El paseo desde Berastegi realizando el track completo ronda las cuatro horas a un ritmo tranquilo. Si hay nieve o hielo, se debe actuar con prudencia.

  • Distancia: 12km

  • Desnivel positivo: 682 m

  • Severidad del medio: 3

  • Dificultad orientación: 2

  • Dificultad del terreno: 3

  • Esfuerzo necesario: 3

La noticia llegó a oídos de Amalur, que preocupada decidió parar a Etsai. Mari era la protectora de todas las almas de los lugareños. Tras comprobar que faltaban muchas de esas almas, decidió ir con algunas lamias hasta el caserón. Antes descansaron junto a un fuego que dejaron encendido, para poder orientarse cuando regresaran de su cometido. Etsai las vio llegar, se ocultó y marchó hasta la hoguera y arrojó en ella su manto para apagarla con la intención de desorientar a la diosa vasca. Entonces, un txantxangorri cogió una de las brasas y la colocó cerca de su pecho esperando al lado de la hoguera apagada a la Mari y sus lamias.

Etsai creyó que así Mari estaba bajo su poder y así, debería hacer lo que él dijera, pero la diosa fue más astuta. Hizo que Etsai se confiara y cuando se acercó a ella y quedó clavado en los clavos que Mari había dejado ocultos. Solo entonces, al verse atrapado, Etsai imploró que le soltara, bajo la promesa de que no volvería a molestar a los vascones. La diosa vasca no confiaba en la palabra de Etsai y lo dejó clavado allí mismo, hechizado, para que no volviese a molestar a nadie. Gracias al petirrojo que continuaba soplando la brasa, Mari y las lamias pudieron guiarse en la oscuridad. Por ello, los txantxangorris tienen el pecho rojo.

Mientras recordamos la historia observamos al petirrojo, que aburrido de vernos mirándolo, busca cobijo en la ermita de San Lorentzo, muy cerca de Larre. El pequeño templo de montaña, del que se tienen noticias desde 1541, está protegido por un precioso hayedo envuelto por un manto de niebla blanco mientras la capa de nieve refuerza la belleza del lugar.

Una pequeña verja nos permite entrar a la zona posterior de la ermita en la que se encuentra un sencillo retablo policromado con la imagen del santo con una gran parrilla en sus manos. A sus pies se amontonan clavos de todos los tamaños. Las creencias de sus fieles les llevan la ermita para curarse de forúnculos. Al parecer llevaban los clavos a San Lorentzo con los que una vez cargados con la fuerza del santo, se frotan en las zonas enfermas. Una vez curados, al llegar a la ermita hay que dar una vuelta completa a la misma antes de entrar. El 10 de agosto los berategiarras celebran el día de San Lorentzo y acuden a disfrutar de la romería que se organiza en su exterior. Las vistas los días despejados son espectaculares.

Desde Berastegi

El ascenso desde Berastegi hasta Larre es sencillo. Esta discreta cumbre se encuentra en el cordal Uzturre-Ipuliño, entre los collados Muga (680 m.) y Gorosmendi (663 m.), este último en su parte oriental, separando la cima de Ipuliño (930 m).

Entre ambas cimas, Larre e Ipuliño, se encuentran algunas de las tumbas de la estación megalítica de Belabieta, que se despliega por tierras de Berastegi, Elduain y Amasa-Villabona. Esta estación agrupa a ocho dólmenes (de los cuales el denominado Gorosmendi se encuentra soterrado por una escombrera de la A-15) y cuatro túmulos, que se construyeron en la Edad de Cobre y Bronce por los pastores de la zona para la inhumación de sus muertos. Monumentos que permanecen desde hace unos 5.000 años en lugares muy especiales, por su ubicación sobre los valles que los rodean. Un mapa informativo situado en el collado Gorosmendi ubica cada uno de los prehistóricos enterramientos y aporta datos en torno a los mismos. En el mismo collado se encuentra un dolmen y muy cerca, hacia el NE, en el collado Beibatarri (682 m.), se puede observar un túmulo.

En esta ocasión salimos desde Berastegi y tras cruzar la carretera que se dirige a Tolosa, nos encontramos en un cruce de caminos un panel en el que se leen los nombres de varios caseríos. Seguimos recto, dirección al caserío Izara-enea, sin atender a las marcas de un GR que se dirigen a la derecha, hacia el barrio de Eguz-kialde.

Comenzamos el ascenso por la pista cementada hasta que debemos girar a la izquierda, siguiendo el cartel para la ermita, para seguir subiendo por el camino y tras unos zigzagueos llegamos a una nueva pista. Aquí giramos a la izquierda y, sin apenas pendiente, llegamos a la megalítica Estación de Belabieta.

Desde allí tomamos la pista que nos acerca hasta Larre, inconfundible ya que una antena se ubica precisamente en su cima. Desde allí seguimos a la derecha, donde pronto observamos el hayedo donde se ubica la ermita de San Lorentzo. Desde allí nos adentramos en un pinar que nos lleva hasta la pista por la que hemos subido a Larre.

Una vez en el collado de Gorosmendi y siguiendo la señal que nos encontramos junto a una borda, afrontamos la cuesta que nos dirige al monte Ipuliño (933 m). El ascenso con la nieve se nos hace laborioso, pero poco a poco logramos superar la primera pendiente y tras adentrarnos en el bosque continuamos nuestro camino.

Tras la zona boscosa llegamos a la última pendiente antes de llegar a Ipuliño. El tiempo no nos permite disfrutar de las vistas y el viento nos invita a descender cuanto antes hasta alcanzar nuevamente la pista que nos conducira hasta Berastegi.

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