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Kukuarri. Cerca de la inmensidad del mar
El perfecto mirador de Orio, a 357 metros de altura, nos ofrece unas magníficas vistas al Cantábrico y la oportunidad de volar
Un enorme bando de palomas surca el cielo azul mientras Hegoi, el dios del vientor sur, les impulsa hacia su destino. La preciosa estampa se recoge a unos escasos metros del mar Cantábrico que muestra una inusitada calm que hace que disfrutemos más de la panorámica que nos ofrece Kukuarri. El manto verde que se extiende hacia el litoral contrasta, aún más, si cabe, con el azul del cielo y la masa de agua que un día surcaron Elkano y otros muchos marineros en busca de mejor fortuna o para nutrir su curiosidad.
Sobre una de las piedras que conforman el cuerpo de la serpiente 'roja' de Kukuarri, a escasos metros de la cima, nuestra imaginación divaga sobre los viajes de aquellos hombres y mujeres que surcaron las aguas de uno de los mares más bravos. Valientes personas que se adentraron en la inmensidad azul que transmitía tanta paz, aunque pueda transformarse en un gris que roza el negro y poner a prueba su valor y destreza, haciendo añicos la ilusón de ver cumplido su ansiado sueño.
Dentro de una semana nos acercaremos hasta esa campa en una nueva salida de Mendira. Aquellas personas interesadas en particiapr en esta nueva propuesta pueden insribirse en la web de El Diario Vasco. En esta ocasión la cita será a las 10.00 horas, en el área recreativa de Lusarbe, en Igeldo. Todos los participantes recibirán un obsequio. La inscripción es gratuita y ya está abierta en www.diariovasco.com/mendira/calendario/
INFORMACIÓN MIDE
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Acceso: Desde Donostia acceder por la carretera de acceso a Igeldo hasta llegar al área recreativa de Lusarbe. también hay acceso desde Orio.
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Horario: El paseo desde el área recreativa ronda la hora y media. Muy recomendable para realizar en familia y acercarse a los monumentos megalíticos de la zona.
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Distancia: 4,64km.
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Desnivel positivo: 71m.
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Severidad del medio: 1.
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Dificultad orientación: 1.
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Dificultad del terreno: 1.
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Esfuerzo necesario: 1.
Sencilla, pero bonita
Kukuarri (357 m.) es una discreta cima que se sitúa en el macizo de Mendizorrotz que se erige entre Donostia (8 m.) y Orio (11 m.), separando las desembocaduras de los ríos Oria, al Oeste, en Orio, y Urumea, al Este, en Donostia. De hecho, Kukuarri (364 m), Arratzain (344 m.), Gudamendi (263 m.), Igeldo (181 m.), Tontortxiki (354 m.) y Mendizorrotz (415 m. ) forman la línea de monte que lleva el nombre de este último y con la que Gipuzkoa toca al Cantábrico.
Desde ella se puede disfrutar de unas magníficas vistas del mar Cantábrico las localidades más cercanas que baña. También se puede contemplar la cadena de montañas que se encuentran en todo Urola. Preciosa la estampa de la naturaleza que se disfruta y que las próximas semanas será más notable si cabe, gracias a los verdes de la hierba nueva y las hojas que poblarán los árboles y arbustos, frente al azul del mar, que con su fuerza ha pulido cada piedra que forman los acantilados de toda la costa.
Esta discreta cumbre guipuzcoana es conocida también como Talaimendi, denominación que hacía alusión al lugar desde el que los atalayeros (talaieruak) divisaban la llegada de las ballenas y la presencia de estos enormes cetáceos era advertido a los pescadores de las poblaciones cercanas tras el encendido de enormes fogatas.
En la actualidad en la cima nos encontramos una gran cruz blanca a cuyos pies se sitúa su buzón en forma de caserío. A escasos metros el mayor tesoro se encuentra en la cima de Kukuarri, ya que junto a la enorme cruz blanca situada en lo más alto de la cima, espera una escultura de Andra Mari. El autor de esta imagen de la Virgen María sosteniendo al niño en su brazo es obra del escultor oriotarra Jorge Oteiza. Realizó la figura de la Virgen de Kukuarri en 1953. El artista donó su obra a los montañeros unos años después, en 1973, debido a su estado deteriorado. Se coloca en el altar de la cima la que sustituye a la original
El ascenso hasta Kukuarri se puede realizar desde el área recreativa de Lusarbe, siguiendo el camino de Santiago debidamente señalizado y que nos acerca hasta llegar a la carretera que une la capital con Orio por Igeldo. En ese punto existe un panel en el que pintado en rojo aparece el nombre de Kukuarri. Muy cerca se encuentra uno de los paneles informativos de las rutas de Orio. Siguiendo la pista en cuestión de veinte minutos nos situamos en Kukuarri.
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Una vez en la cima, observamos la imagen de la virgen. Tosca pero atrayente. Desde la cruz podemos observar la línea de Izarraitz y el resto de las cimas que le rodean. Volviendo a la zona de pasto, descansamos y disfrutamos de la inmensidad del Cantábrico, que parece interminable, En el infinito se une el azul más intenso del mar con el del cielo con un tono más claro y algunas nubes blancas que marcan unas líneas que ayudan a imaginar diferentes figuras. Un gran espectáculo natural muy cerca de casa. De los más bonitos que nos hemos encontrado en nuestros paseos por las cimas que nos rodean y nos ayudan a apreciar la sabiduría de aquellos antiguos pobladores de la zona que eligieron este precioso paraíso para sepultar los restos de sus seres queridos. El conjunto de monumentos megalíticos dan fe de ello.
Joyas prehistóricas
A escasos dos kilómetros de la cruz de Kukuarri nos encontramos la estación megalítica de Igeldo. Junto al parking del área recreativa de Lusarbe podemos ver paneles y señales que nos ubican cada uno de ellos. Dicha estación megalítica destaca por la variedad de monumentos que contiene. Destacan, en primer lugar, los dólmenes de Arrobizar, Aitzazate e Iturrieta, así como los túmulos de Tontortxiki I, II, III y IV. El estado de conservación de algunos de ellos es deficiente, ya que a lo largo de los siglos fueron objeto de sucesivas violaciones motivadas por el mito de que contenían en su interior tesoros de oro. En segundo lugar, destaca la presencia de dos crómlechs o círculos de piedras: Aitzazate I y Mendizorrotz I.
Auténticas joyas prehistóricas que han perdurado en el tiempo y deberíamos hacer el esfuerzo de que continúen en el mejor estado, aunque algunos se empeñen en no valorar nuestros tesoros. Los más antiguos, cuya construcción arrancó hace ahora unos 6000 años, son conocidos, en general, como dolmen, aunque en diversos lugares del País Vasco se les ha atribuido otros nombres como trikuharriak. Consistían en estructuras, de mayor o menor envergadura, construidas mediante grandes ploques de piedra, en forma de cámaras soterradas bajo un túmulo de tierra y piedras dispuestas de forma ordenada. Este tipo de monumentos estaban asociados con rituales de inhumación, ya que en el interior de los citados compartimentos se disponía a los difuntos acompañados de ajuares más o menos importantes.
Hace unos 3000 años se produjo una importante transformación de los rituales funerarios observados por los pobladores del País Vasco. Abandonaron la inhumación y adoptaron la incineración de los cadáveres, parte de cuyas cenizas eran depositadas en el centro de un recinto de piedras de planta circular u ovalada. Estos monumentos, cuyo tamaño varía mucho, a menudo se denominan crómlech -en euskara, harrespilak o mairubaratzak- y permanecieron en uso hasta el advenimiento del Imperio Romano
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