Baterías de coches, pilas, automóviles, botellas de cristal, latas de comida, kilómetros de cuerda, botellas de oxígeno, numerosos envases de plástico, lonas de tiendas de ... campaña, ropa y calzado... kilos y kilos de basura se amontonan en los campos base de las principales cimas de la Tierra o en el subsuelo del mundo. La presencia humana ha convertido los lugares más extraordinarios del planeta, bien estén a más de 5.000 metros de altitud o a 800 metros de profundidad, en verdaderos vertederos con toneladas de desperdicios no perecederos que permanecerán ahí los próximos años, décadas, e incluso siglos.
La acumulación de basura en las cimas o en el subsuelo es el tema central de la charla-mesa redonda que el próximo día 18 (martes) ofrecerán en el cine Leidor de Tolosa el himalayista Alex Txikon y el espeleólogo y arqueólogo Sergio García de la mano de la asociación Lurpea Garbi.
Esta entidad, que trabaja para la protección del medio ambiente en Gipuzkoa, ha redactado un informe para la Diputación en el que cataloga las «bolsas de basura» que ha descubierto acumuladas en las simas y diferentes cavidades de Tolosaldea y que sacan a la luz un grave problema como es el riesgo de salubridad de las aguas subterráneas que se acumulan en los importantes acuíferos de la comarca.
Una realidad que lamentablemente se repite en diferentes puntos del planeta como ha podido comprobar el espeleólogo y arqueólogo Sergio García, que trabaja en estos momentos en una expedición rusa en cuevas de alta montaña y simas del Cáucaso, donde se encuentran las cuatro cavidades más profundas del mundo. García ha llegado a permanecer semanas a 2.000 metros de profundidad, donde asegura «existe un ecosistema con una biodiversidad espectacular por la ausencia de contaminación como consecuencia de la no presencia del ser humano. A esa profundidad no hay más desperdicios que los generados por la propia naturaleza o los pequeños seres de las diferentes especies que habitan en ella en condiciones extremas, como crustáceos e insectos, lo que nos demuestra cómo podría estar nuestro entorno si no contaminásemos».
Antes de haber descubierto dos de las simas más profundas del mundo, que alcanzan los 2.200 metros, el espeleólogo sevillano ha trabajado en cuevas de Euskadi, Navarra, Cantabria... en las que ha sido testigo del vertido de todo tipo de materiales. «La basura de antiguas civilizaciones o pueblos nos muestra su estilo de vida, qué comían, cómo vivían, pero la nuestra tiene consecuencias negativas para el planeta y para nosotros mismos. A lo largo de las últimas décadas el ser humano ha utilizado el interior de la tierra como 'alfombra' para ocultar sus desperdicios. Parecía que si no estaban a la vista no existían, aunque el tiempo nos ha demostrado que siguen ahí porque no desaparecen a pesar de estar ocultos». A lo que añade que «lo más grave de depositar o echar basura peligrosa a cavidades subterráneas o simas como coches, baterías, pilas, productos químicos, pesticidas, etc., es que afecta directamente al ciclo del agua. Es muy difícil eliminar los metales pesados que se concentran en el preciado líquido de ríos y mares de los que después nos abastecemos los humanos».
El agua, «nuestro oro líquido»
Algo parecido ocurre con los glaciares y la nieve que se encuentran a miles de metros de altitud y contienen «el oro líquido que es el agua», según Alex Txikon, que remarca que «no se puede olvidar que el agua es vida». El himaliyista vizcaíno afincado en Azpeitia reconoce que «nunca podré olvidar las montañas de basura que nos encontramos en una expedición que realizamos a Sierra Leona o en el campamento de Katmandú, o junto a los ríos que nutrían de agua a las poblaciones cercanas. Siempre pensaba que si te echabas un trago de allí, morirías. Se te quedan grabados momentos como el que vivimos en un viaje que hicimos a una zona salvaje y preciosa entre Islamabad (Pakistán) y Katmandú (Nepal). Pasamos en coche mientras un camión de la basura la volcaba directamente al río».
Ser testigo de esa acción «lo primero que da es mucha pena. Es verdad que eso mismo se ha hecho aquí hasta no hace mucho tiempo, por falta de cultura y educación, que es lo que hay que fomentar básicamente».
Txikon reconoce la importancia de «educar y concienciar para ir adquiriendo el amor por la montaña y la naturaleza, concienciando en preservar el medio natural porque es verdad que cuando te encuentras a miles de metros de altitud, en unas condiciones meteorológicas adversas, en lo primero que piensas es en salvar tu vida aunque tengas que abandonar la tienda de campaña, pero cuando todo pasa el remordimiento de conciencia de haber dejado eso allí y ser consciente de que perdurará durante décadas, pesa y mucho. No te sientes orgulloso de haberlo hecho, por lo que creo que hay que ahondar en la basura que generamos o dejamos a nuestro paso y en el caso de los alpinistas que pagan por participar en una expedición que consideran que tienes derecho a todo, pero eso no es así. Además, en mi intervención del día 18 en el Leidor de Tolosa quiero poner en valor la labor de proyectos como NeverRest Project que trabaja la gestión de las basuras en el Everest, el Lhotse, el Manaslu y el Kangchenjunga».
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