«Disparan tan cerca que han reventado los cristales de dos ventanas. Bajamos al semisótano»
Un lasartearra y su familia asediados en ucrania ·
La situación se recrudece en Nueva Odessa, donde el guipuzcoano Iñaki Rodríguez y su familia resisten el asedio. «La noche ha sido infernal», cuentaLa situación de Nueva Odessa, el municipio al sur de Ucrania donde el guipuzcoano Iñaki Rodríguez y su familia resisten al asedio de las tropas rusas, se recrudece. «La noche ha sido infernal», relataba vía mail este viernes por la mañana el lasartearra desde su casa, después de que se restablecieran las comunicaciones. «Hemos estado toda la noche incomunicados porque los rusos han tirado un repetidor, pero luego han conseguido arreglarlo. Es increíble el coraje de estos hombres», escribe sobre los combatientes ucranianos.
El lasartearra de 56 años, su mujer y sus cinco hijos, con edades comprendidas entre los 5 y 18 añoss, se muestran «horrorizados» por las noticias que les llegan. «Nos dicen que en el pueblo de al lado ha habido bastantes muertos, entre ellos muchos civiles. Arrasan con todo», cuenta indignado. Las últimas informaciones se refieren a que en la cercana Nikolaev, donde está, o estaba, la estación de tren más cercana a su casa, «ha sido arrasada, como Mariúpol. Lo están destruyendo todo. Querían llegar a Nikolaev sí o sí. En la antigua Unión Soviética fabricaban ahí los barcos, especialmente submarinos. Junto con Odessa es un punto estratégico, quieren tomar toda la franja cueste lo que cuesta. A esto no se le puede llamar guerra. No se puede disparar a las ambulancias, no respetan ni la señal de Cruz Roja».
Los últimos días han sentido ataques cada vez más cercanos y este viernes han permanecido todo el día en guardia por si tenía que refugiarse en el semisótano de la vivienda, convertido en su búnker particular. «La suerte, por decirlo de alguna forma es que ha llegado la rasputitsa, por lo que los caminos de tierra se convierten en lodo y los vehículos rusos o gran parte de ellos se quedan atascados», escribe.
Rodríguez y su familia, que llevan casi una década residiendo en este municipio, han entablado relación con los militares ucranianos que han montado su cuartel general en un antiguo molino. Les ofrecen sopa caliente y té para que entren en calor «y que agradecen mucho». A cambio, los combatientes dan a los niños los bollos con carne fríos en los que se basa casi la totalidad de su alimentación.
El lasartearra cuenta que en casa tiene un pozo de agua «y aunque en tiempo de paz un laboratorio lo analizó y la consideró potable, ahora no me fío». Para comer todavía tienen patatas y algo de verdura, «pero ya no hay cosas básicas como aceite, azúcar, leche o fruta. Llevamos muchos días sin nada».
El relato del lasartearra, que tiene en vilo a sus hermanos Rosa, Karmele y Antonio, vecinos de Lasarte-Oria, finaliza de forma abrupta. «Ahora disparan tan cerca que han reventado los cristales de dos ventanas. Bajamos al semisótano».