«Han llegado tanques y varios vecinos nos hemos tenido que refugiar de los disparos en un sótano»
El guipuzcoano Iñaki Rodríguez resiste estas horas junto a su familia el asedio a Nueva Odessa. «Lo que está pasando fuera es muy fuerte, para medianoche se esperan enfrentamientos en el núcleo del pueblo», relata
«Veo tanques, tengo que bajar al sótano de casa. Un saludo». Lo que no sabía el guipuzcoano Iñaki Rodríguez Jáuregui al escribir estas líneas ... este martes al mediodía es que, a las pocas horas, tendría que salir con lo puesto de casa para cobijarse de los disparos que oyen cada vez más cerca en otro sótano que comparten con más gente y mejor protección que el director de una empresa ha puesto a disposición de los vecinos. «Aqui abajo estamos mucha gente, sobre todo mujeres con niños y hombres que no están muy bien de salud. Se te parte el corazón«, relata. Arriba, la guerra. «Lo que está pasando fuera es muy fuerte». Y lo peor, según temen, está por llegar. «Ahora se oyen disparos y se estima que para medianoche puede haber enfrentamientos en el núcleo del pueblo».
Rodríguez resiste como puede, junto a su mujer y sus cinco hijos, el asedio de las tropas rusas a la comarca del sur de Ucrania en la que residen desde 2013. Tras varios días en los que escuchaban el ruido de las bombas, que hasta hacían vibrar los cristales de su casa situada en Nueva Odessa, y una noche sorprendentemente «más tranquila dentro de la tensión», este martes por la mañana ha visto por primera vez tanques al asomarse desde el semisótano de la vivienda familiar que hace, o hacía, las veces de búnker para la familia.
«Nos han dicho que han saqueado el pueblo de al lado porque carecen de comida y combustible. Uno de sus objetivos debe ser la central nuclear que está a unos 10 kilómetros de aquí», cuanta vía mail este lasartearra de 56 años que el lunes lanzó a través de EL DIARIO VASCO un SOS desesperado para poder huir del infierno de la guerra.
Tras conocer su caso, el Gobierno Vasco ha contactado con esta familia formada por el guipuzcoano y su mujer ucraniana, Ana, y sus cinco hijos con edades comprendidas entre los 5 y los 18 años. «Me han pedido que les envíe toda la documentación posible para que lo hagan llegar a Ministerio de Asuntos Exteriores español y poner en marcha lo que se pueda hacer dada la situación». Una situación que ha empeorado en horas, con combates cada vez más cerca. «Está todo muy, muy complicado». Tanto que en estos momentos es impensable plantearse huir de Ucrania a través de la frontera con Moldavia, la más cercana, y que está «a unos 400 kilómetros». Sin vehículo propio, la estación de tren más cercana desde donde viven «es o era» la de Mikolaiv, «pero llegar allí ahora mismo es imposible», con los tanques en la puerta de casa.
Según la información que reciben, las tropas rusas «han saqueado todas las tiendas del pueblo cercano, Baranzhoka» en busca de alimentos y combustibles. «No hemos visto imágenes pero nos han contado que está bastante destruido», cuenta acerca de la devastación tras el avance de las tropas rusas. La central nuclear situada no muy lejos de Nueva Odessa, conocida como la planta del Sur de Ucrania o la de Yuzhnoukrainsk, se antoja como un objetivo militar estratégico en la zona.
Noticia Relacionada
«Oímos las bombas cada vez más cerca y no podemos escapar de este infierno»
«Ahora veo a un tanque ucraniano apostado a 10 metros de mi casa», contaba este martes al mediodía Iñaki, sin esconder el «miedo» que provocaba la estampa. «Hay blindados repartiéndose por el pueblo y los rusos se están acercando. No sabemos lo que va a pasar. Tengo que bajar al sótano».
Allí ha discurrido, hasta la tarde de este martes, la vida de esta familia. Diana, Unai, Ander, Mireia e Ian han tratado de entretenerse viendo dibujos animados en YouTube, «pero la verdad es que se cuelga mucho, así que poco se puede ver. Por lo demás tenemos juegos de mesa o lectura». La comida escasea. «Comemos a base de pasta y tenemos la carne muy, muy racionada para que dure, lo mismo que las sopas. Me preocupa que no tomen leche. Se acabó hace días, como los productos lácteos», explica.
Los niños llevaban 10 días sin salir de casa, los últimos cobijados en el semisótano. Hasta hace unas horas, cuando su mujer le ha llamado llorando. «Como habla el idioma se ha asomado fuera y me ha dicho que sacase corriendo a los niños de casa porque se encontraba en la línea de fuego. Había varios vehículos blindados cerca de casa», cuenta. «Hemos salido con puesto, algo de agua y poca comida. Estamos mucha gente, sobre todo mujeres con niños», finaliza el último mail desde el sótano. «Un saludo y cuando pueda te cuento, si Dios quiere».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión