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La obra de Alessandro Michele es rompedora, ecléctica y absolutamente particular. Así lo demostró en su periplo y reinado al frente de la dirección creativa de Gucci durante casi una década (2015-2024). Responsable directo de la transformación actual de la industria de la moda, Michele influyó a través de su narrativa de fantasía y su denominado «caos mágico». Una narrativa con tantos seguidores como detractores. Una extraordinaria influencia equiparable a la experimentada por las colecciones de Tom Ford a mediados de los noventa, pero con visiones artísticas absolutamente antagónicas.
Hizo suya la marca, creó códigos particulares a través de los contrastes, trabajó como pocos la explosión de color e impulsó la corriente logómana.
Su salida hace un año de Gucci supuso un terremoto equiparable a la despedida del icónico Pierpaolo Piccioli de Valentino. Un hombre, por cierto, a quien semanas después sustituyó tomando el mando de la solicitada dirección creativa de la casa italiana. Un cambio de cromos que desembocó en la primera y sorprendente colección primavera-verano 2025 de Michele y en su propuesta de Alta Costura presentada esta semana en París.
Ha querido sorprender y lo ha conseguido dejando al mundo sin palabras. Horrorizando a los más puristas con arraigo a la histórica trayectoria de Valentino y enamorando a visionarios sedientos de aires renovados. Bautizada como 'Vertigineux' (vertiginoso), su propuesta ha absorbido y desdibujado el ADN de la marca en todos y en cada uno de los 48 looks presentados en escena. Cada 'outfit' se ha convertido en una oda a Michele y no tanto a la esencia Valentino. De ésta ni rastro.
La puesta en escena, teñida de negro, habla de un Valentino más moderno, más tecnológico. Y las prendas, auténticas piezas de museo, presentan una exquisita y artesana confección. ¿La composición final? Tan discutible como atrevida, audaz, con una compresión inconmensurable de los nuevos tiempos.
Michele ha eliminado la pasarela tradicional adentrándose en el concepto de lo infinito y el deseo de la humanidad por crear significado y orden fuera del caos. En esencia, ha impulsado una moda para explorar las posibilidades de expresión humana, celebrando la complejidad, la imaginación y la belleza de una historia inconclusa.
Su cosmopolita visión, entendida y venerada por un ejército de 'fans' entre los que se encuentran los principales cronistas y 'trendsetters' del mundo de la moda, escapa de los márgenes marcados, rompiendo con el edadismo e incorporando a hombres ataviados con modelos, en teoría femeninos, para jugar con el concepto 'genderless'.
¿Qué le habrá parecido a Pierpaolo Piccioli? ¿Dónde ha quedado su legado? ¿Qué pensarán unos invitados que en tan solo un año han pasado de vivir un fastuoso desfile en un castillo a adentrarse en un enclave oscuro con mensajes continuados? Que la moda es cuestión de identidad y que Alessandro Michele es fiel a sí mismo. Un estilo propio que ha reescrito la historia de Valentino. ¿Borrón y cuenta nueva? Ese debate lo dejamos para otro momento. Nunca un director creativo influyó y cambió la historia de una firma de lujo con tanta rapidez. Bueno, sí, Demna Gvasalia en Balenciaga.
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