La tasa de basura subirá más que el IPC en los municipios de Gipuzkoa y dependerá del reciclaje
Gestión de residuos. ·
Donostia ya ha calculado un incremento del 4,25% y el resto de consistorios tendrá que actualizar su impuesto según el coste real de la recogida de residuos, más caro cuanto menos se separaLos ayuntamientos de Gipuzkoa actualizarán a la vuelta de las vacaciones las tasas municipales a cobrar el año que viene y ya saben en cuál ... de ellas deberán ser inflexibles: la de las basuras. Desde abril de este año están obligados a repercutir en el ciudadano el coste total de la recogida de residuos, de manera que este servicio, tradicionalmente deficitario pero modulado con cargo a los presupuestos, recae ya al cien por cien en los vecinos.
El gran salto para adecuar la tasa al coste real ya se ha dado este año y la mayoría de municipios aprobaron el pasado otoño subidas notables en su importe, con el consiguiente enfado ciudadano: 50% en Lezo, 45% en Oiartzun, 40% en Lasarte-Oria, 38% en Arrasate, 35% en Tolosa, 26,5% en Donostia... Como media, la carga a los ciudadanos cubría hasta este año el 70% del coste del servicio, mientras que el 30% restante lo asumía el propio ayuntamiento. La ley impide que esto siga siendo así. Lo debe pagar todo el ciudadano.
Sin embargo, hecha la equiparación para ajustarse a la norma, la tasa no queda congelada. No al menos mientras el coste del servicio, como el de la vida misma, suba. Existe una vía para suavizar la factura. Los municipios alertan antes de analizar la tasa del año que viene que existe un elemento nuclear para evitar más encarecimientos: el reciclaje. La relación es directa. Cuanto menos se separa, más cuesta el servicio que la mancomunidad cobra al municipio y, por ende, lo que tiene que terminar pagando, sí o sí, el ciudadano.
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Ya ha adelantado esos cálculos el Ayuntamiento de Donostia y propone subir la tasa de la basura un 4,25%. El desequilibrio presupuestario de 2026 se estima en 1,13 millones de euros, según el estudio de costes realizado por los técnicos municipales. Los motivos de este desfase entre ingresos y gastos, según alegan, son que «el consorcio GHK cobra a la mancomunidad de San Marcos una tarifa superior a la prevista, un 9% más, y que los precios de las licitaciones también han subido». Consecuencia directa: una tasa más cara.
Alertan fuentes municipales que cuando un camión de San Marcos debe incrementar su carga de trabajo por una mala praxis en cuanto a reciclaje, el coste sube, la factura extendida al municipio también y, en último término, la tasa que debe pagar cada vecino.
El incremento de este impuesto se irá por encima del IPC asimismo en la gran mayoría de municipios guipuzcoanos por motivos similares. Y será mayor en aquellos casos en los que el ajuste del presente ejercicio no ha sido del cien por cien. Y es que la La Ley 7/2022, de 8 de abril, es taxativa y determina en su artículo 11 que «las entidades locales establecerán, en el plazo de tres años a contar desde la entrada en vigor de esta ley, una tasa o, en su caso, una prestación patrimonial de carácter público no tributaria, específica, diferenciada y no deficitaria». Este último requisito arroja la clave: no deficitaria.
GHK sube un 9% su tarifa
Errenteria, por ejemplo, propuso en otoño un incremento fiscal del 35% en residuos domésticos y el déficit del servicio era de aproximadamente un 50%. Para paliar la subida ha tomado ciertas medidas como flexibilizar el cobro de la tasa en dos plazos pero, sobre todo, ha propuesto ventajas por comportamientos ejemplares en cuanto a reciclaje. Así, ha establecido reducciones tarifarias de un 27% para aquellas personas que realicen 40 o más aperturas del contenedor marrón (BIOresiduo u orgánico), y del 10% en los casos en los que se realicen entre 10 y 39 aperturas.
Del mismo modo, en Irun, quienes están acogidos a la recogida selectiva mediante el uso efectivo del contenedor marrón han tenido una subida del 5%; para quienes no, el aumento ha sido del 12%.
En Eibar o Zarautz, por su parte, confían en no tener que imponer subidas más allá del IPC, aunque será en septiembre cuando empiecen a hacer números. De entrada, tendrán que integrar en sus tablas el incremento del 9% acordado por el Consorcio de Residuos de Gipuzkoa (GHK), la institución que está en la cúspide de la cascada que acaba repercutiendo al ciudadano.
La tasa de basuras la aprueba cada municipio pero debe incluir por un lado el coste real de la recogida –competencia municipal y de las mancomunidades, dependiendo de cada comarca y pueblo– y, por otro, el tratamiento posterior, que se realiza a través de las infraestructuras del consorcio.
El mismo incentivo que los ayuntamientos ponen al ciudadano establecen también las mancomunidades a los consistorios y la propia GHK a las mancomunidades, a las que factura por tonelada recibida, pero con bonificaciones. En un intento de discriminar positivamente a quienes más consiguen reciclar, mantiene bonificaciones escalonadas.
Así, las mancomunidades que alcancen mayores tasas de separación recibirán una mayor bonificación, cuyas propuestas para el año que viene para la categoría de biorresiduos –como indicador de recogida selectiva– son las siguientes: 45% para la mancomunidad de Sasieta, 42% la de Alto Deba, 38% la de Urola Costa, 36% la de Urola Medio, 35% la de Tolosaldea, 25% la de Bajo Deba y 20% para las mancomunidades de San Marko y Txingudi.
45% de subida en Bilbao
El revuelo que ha causado la subida de la tasa de la basura en algunos municipios este año se va a reproducir, en algunos casos de manera amplificada, en aquellos lugares en los que aún no han equiparado el coste del servicio al importe del impuesto y no tienen más remedio que hacerlo para 2026. Bilbao, por ejemplo, incrementó la tasa un 10% el año pasado, menos de la mitad que Donostia (26,5%), pero ya ha avanzado que el próximo ejercicio la subida será del 45%.
La explicación es muy sencilla. Lo que el Ayuntamiento recauda por la tasa de basura no llega a 25 millones de euros, cuando la prestación tiene un coste ahora de 31,7, según el Ayuntamiento. Además, el vaticinio es que ese coste va a subir el próximo año a 36 millones por el encarecimiento del tratamiento de la basura en Zabalgarbi, dado que la Diputación también tiene que repercutir el coste del servicio. Resultado: subida del 45%.
Fuera de Euskadi hay casos llamativos como el del pequeño municipio madrileño de Collado Mediano, donde la tasa de basuras ha estado congelada durante 25 años, así que ahora la 'puesta al día' del tributo ha supuesto subidas ya en 2024 de entre el 153% para viviendas y hasta del 566% (multiplicar casi por siete) para determinados establecimientos. En el conjunto de España, esta tasa ha aumentado un 150% este año, ya que los ciudadanos solo pagaban alrededor del 40% del coste total del servicio.
Los guipuzcoanos alcanzan un 59% de recogida selectiva en 2024
Europa marca la pauta en política medioambiental y ha fijado ambiciosas metas para los residuos municipales, cuyo reciclado debe ser de al menos un 55% en 2025, para después lograr un 60% en 2030 y un 65% en 2035. Gipuzkoa aprueba el reto en el primer plazo propuesto, con un tasa de recogida selectiva del 59,22%, muy por encima del 48% de Bizkaia y del 39% de Araba. Sumando los tres territorios, la Comunidad Autónoma Vasca es la única de España, junto a Cataluña y Navarra, con valores superiores al 40% en separación de residuos. Todas las demás varían entre el 10 y el 30%.
La Unión Europea establece asimismo que los Estados miembros deben lograr que en 2025 se recicle un 70% de los metales ferrosos y residuos de vidrio, categoría en la que el territorio guipuzcoano ya ha alcanzado el 86,6% en los datos de 2024. Del mismo modo, establece el listón de reciclaje de un 65% para los envases, cuando Gipuzkoa ya está en un 73,2%. En cuanto al papel y el cartón, la exigencia comunitaria marca un 75% de recuperación y los guipuzcoanos han llegado al 76,05%.
Otro indicador del grado de concienciación tiene que ver con el desperdicio alimentario de los hogares. Gipuzkoa arroja el dato de 32,67 kilos por habitante, valor inferior a la media europea, establecida en 72 kilos por habitante.
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