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Que la carretera de La Corniche, la ruta de siete kilómetros que conecta Hendaia, Urruña y Ziburu y por la que cada día transitan cientos ... de guipuzcoanos, tiene los días contados no es algo nuevo. Lo que nadie se esperaba era que uno de los sensores que monitorizan la actvidad subterránea en el litoral detectara movimiento en el interior de un acantilado y se cerrara, por precaución, un tramo de la carretera.
Desde que se instalaron los detectores hace cinco años nunca se habían registado cambios sustanciales hasta el pasado sábado. Por primera vez saltó la alarma y, aunque no se apreciaba ningún desprendimiento, las autoriades francesas se vieron obligadas a cerrar el tráfico de esta carretera departamental que discurre paralela a la costa, por la que cada día en invierno circulan unos 8.000 vehículos y que en verano pueden llegar a ser 15.000 con motivo de la afluencia de turistas.
El tramo que se ha cerrado es el que une Ziburu con Urruña, concretamente entre la rotonda RD 913 y el camping de Socoa. Un tramo por el que se espera que en los próximos días de Semana Santa cientos de guipuzcoanos crucen la muga y circulen.
Ante la incertidumbre de los vecinos, las autoridades francesas confirmaron ayer que los geólogos van investigar por qué ha saltado el sensor y anunciaron que la carretera se reabrirá la carretera, previsiblemente, la semana que viene.
Desde 2020, se han instalado cuatro sensores para medir posibles corrimientos de tierra en profundidad. «Solo uno de estos sensores registró un movimiento más allá del umbral que habíamos establecido. Los demás no detectaron nada. Ahora necesitamos entender qué ha pasado», explicó ayer Mélanie Chauvin, directora de carreteras e infraestructuras de movilidad del departamento. Aunque no se puede descartar la posibilidad de un reg, las autoridades no quieren correr ningún riesgo y esperarán el informe de los ingenieros para saber cuál es la situación del subsuelo y reabrir el tramo cerrado.
Aunque este aviso de los sensores es nuevo, las autoridades francesas llevan años preocupadas por la conservación de un paraje de indudable valor ecológico y turístico y, en la búsqueda de una solución definitiva, ya establecieron hace unos años diez escenarios a futuro que finalmente quedaron reducidos a cuatro tras los estudios llevados a cabo por diferentes organismos. Tres de ellos contemplarían el desvío del tráfico por otras rutas alternativas y solo uno abogaría por su conservación, aunque con algunas actuaciones puntuales en zonas críticas.
En el horizonte, y como fecha límite: 2043, el año en el que los estudios realizados prevén que la carretera de La Corniche pueda desaparecer definitivamente arrastrada por el mar, aunque ya hay voces que apuntan con preocupación que el proceso se ha acelerado. La erosión no es algo nuevo, sino un fenómeno natural provocado por la fuerza del mar que, con los años, ha ido moldeando y moldea la costa a su antojo.
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