De Zarautz a Donostia y cena en sidrería
DV acompaña durante una jornada a un grupo de turistas en su visita por varios puntos de la costa de Gipuzkoa, que esta Semana Santa acoge a miles de visitantes
Llevaban meditando el reencuentro desde hacía tiempo y la Semana Santa ha sido la excusa perfecta para volver a juntarse seis años después de ... conocerse. Donostia, Zarautz y sus alrededores acogen estos días a Lio, María, Marlene y Nagore, venidos de Fuerteventura, y a Yanire, la integrante getariarra de este grupo de amigos, que hace las veces de anfitriona. Al igual que estos jóvenes, miles de turistas han elegido Gipuzkoa como destino para disfrutar de unos días de asueto y devorar normalidad. La imagen de bares y restaurantes a rebosar, el llenazo en las calles y los hoteles y apartamentos sin apenas habitaciones libres dan buena cuenta de ello. El texto que sigue a continuación es el resumen de un día de turisteo con este grupo de majoreros por Donostia y Zarautz.
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9.30 horas. Desayuno en Zarautz y llegada a Donostia
.El cielo encapotado que amenazó con chubascos a primera hora del día no empañó ni las sonrisas ni las ganas de disfrutar de estos días de fiesta, que empezaron con un generoso desayuno en Zarautz, donde se aloja este grupo venido de Fuerteventura. «Después hemos cogido el tren a Donostia y el plan es recorrer la ciudad: un paseo por el muelle, Monte Urgull, ir a comer de pintxos por lo Viejo, subir en funicular hasta Igeldo e ir a cenar a la sidrería Izeta, de nuevo en Zarautz.
El plan nos lo ha montado mi cuñada, que es de aquí», revela Yanire junto a sus amigos, con la bahía de La Concha de fondo. A su alrededor, los turistas más madrugadores tomaban selfies con la isla Santa Clara engullida por la niebla. «Al menos el tiempo está aguantando, porque pensábamos que iba a llover, así que ni tan mal», añade Marlene, acostumbrada a los cálidos 22 grados de su tierra. «Mañana (por hoy) iremos al Mayflower de Getaria a comer pescadito, un rodaballo o un rape». Lio prefería un buen txuletón. «Soy más de carne», comenta este joven que visitaba por primera vez la capital guipuzcoana. «Por lo que he visto hasta ahora es muy bonito, la playa es espectacular, todo un privilegio. En Canarias también las hay bonitas, pero no tenemos el verde que tienen ustedes y el agua no está tan fría», dice sin ninguna intención de darse un chapuzón.
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12.00 horas. Paseo por el Monte Urgull
El reloj avanza y Marlene se «muere de ganas» por probar bocado. «Tengo ganas de empezar la ruta de los famosos pintxos donostiarras, acompañados de... ¿Cómo le llaman a esa bebida? ¡Txakoli!», apunta.
Pero antes de abrir boca se dirigen hacia el muelle y enfilan el Paseo de los Curas para recorrer Urgull y contemplar las vistas de una ciudad que estos días cuelga el cartel de completo. Parece que se alejan los números negros para el turismo gracias a las ansias de viajar y el regreso en masa de los turistas a Gipuzkoa. «Después de la pandemia había muchas ganas de salir, aunque es cierto que nos hemos estado moviendo bastante», afirma la ingeniera María, casi recién llegada de Roma y Sicilia. El resto también ha estado viajando por Costa Rica, Croacia y Colombia, donde «el tema del Covid casi ni se notaba. En Perú sí que era todo más estricto porque en sitios cerrados había que llevar doble mascarilla», explica Yanire. Su amiga Marlene se sorprende de que «en Londres no había ningún control de nada y para cómo estuvo la cosa... No era obligatoria la mascarilla ni en el transporte público. Creo que desde el principio no actuaron bien».
Lio es neumólogo en el hospital de Fuerteventura y afirma que «allá la pandemia fue muy 'light'. El máximo de ingresos en UCI fue de cuatro pacientes a la vez, de diez camas que hay, y en estos dos últimos años ha habido 30 fallecidos. Yo no he sufrido la presión asistencial que vivieron otros lugares, como aquí, ni tuve que cancelar consultas ni se han retrasado otros diagnósticos. También hay que tener en cuenta que somos mucha menos población».
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14.00 horas. De pintxos por lo Viejo
Dejando atrás los días más negros, en los que las restricciones por el Covid obligaron a recortar el ocio y las interacciones sociales se redujeron a la mínima expresión, ayer era día de disfrutar, de brindar por la vida junto a los amigos, y llegó el momento de hacerlo, cómo no, alrededor de la mesa o de una barra de pintxos, donde apenas cabía un alfiler. Después de una caminata por Urgull, el grupo se dirigió a la Parte Vieja y llenó el estómago con una selección de pintxos recomendados, aunque los bolsillos se resintiesen.
«Son bastante caros, sobre todo si comparas con los precios de allá, aunque había que probarlos sí o sí», defienden en coro en favor de estos platos en miniatura que atraen a miles de visitantes de todo el mundo motivados por la gastronomía. De lo que más se quejan es «del precio de la 'guagua' desde el aeropuerto hasta Zarautz, unos 15 euros, muy caro». Llegaron el miércoles en avión desde Fuerteventura, «aunque al menos los que estamos empadronados allí tenemos un descuento en los billetes del 75%. A mí el de ida me ha costado 40 euros y, el de vuelta, 57», explica Nagore con un pegadizo acento canario, aunque es nacida en Zarautz. Fueron sus amigas María y Marlene quien la «engañaron» para que se fuera a vivir a Fuerteventura.
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17.00 horas. Subida en funicular al Parque de Atracciones
La ruta continúa en el Monte Igeldo y el viaje en funicular con destino al parque de atracciones. La getariarra Yanire fue la encargada de ponerles en canción. «Ya les he explicado que no se esperen el típico parque, que es muy retro y las atracciones son muy antiguas, pero es un sitio muy bonito», señala. Es precisamente el encanto y lo entrañable del lugar lo que convierte a esta excursión en parada obligada. Hecha la digestión tras una larga caminata desde el centro hasta el Antiguo, el trayecto hacia Igeldo comienza en la estación del funicular, situada cerca del Peine del Viento, donde también hacen cola decenas de turistas para ascender en estos vagones de madera hasta el parque y disfrutar de unas vistas de postal. Las colas en los accesos no son algo nuevo aunque esta vez las restricciones de aforo no fueron el motivo de la alta concentración de visitantes. Y es que la pasada Semana Santa el aforo estaba limitado al 50% (750 personas).
Una vez arriba, Lio, María, Marlene, Nagore y Yanire disfrutaron como niños. No faltó la carrera de tortugas, el circuito de coches y un viaje en la montaña Suiza, atracción por excelencia. Sin duda, la visita no defraudó.
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21.00 horas. Cena en sidrería. ¡Txotx!
El día finaliza en la sidrería Izeta de Zarautz, repleta de amantes de la txuleta y la sidra. El menú escogido para cenar hace las delicias de este grupo. Yanire es una vez más la encargada de explicarles qué es el 'txotx'.
«Nunca hemos probado la sidra», señalaba Lio antes de dar el primer trago. Al cierre de esta edición, este grupo de jóvenes se debatía sobre si tomar la última en algún bar de Zarautz o retirarse a dormir.
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