La apertura de la movilidad en Euskadi resucita las reservas en agroturismos

De hecho, desde que el viernes el lehendakari Iñigo Urkullu anunciara la libre circulación por el País Vasco, algunos alojamientos ya han registrado un incremento en las reservas de cara a Semana Santa, que ya venía produciéndose muy lentamente desde comienzos de semana. Al igual que sucedió en verano, las casas rurales y los agroturismos, ubicados en entornos naturales, han ganado presencia tras el confinamiento domiciliario del año pasado y apuntan a estar en los primeros puestos de las opciones escogidas para estos días festivos.

Tanto es así que en una semana las reservas para estas fechas se han duplicado en el conjunto de los alojamientos rurales de Euskadi. «A comienzos de semana, la ocupación rondaba el 15%, el viernes ya estaba al 25% y el sábado por la mañana teníamos el 35% de las camas ocupadas», indica satisfecha la responsable de Nekatur, Idoia Ezkurdia. En el caso concreto de estos alojamientos ubicados en Gipuzkoa, la ocupación también arrancó en un 15% a comienzos de semana y ayer ya situaba en el 30%.

Pero Ezkurdia prefiere ser cauta. Pese a la buena respuesta inicial y que la flexibilización de la movilidad «es una muy buena noticia para nosotros», reconoce que «no esperamos normalidad». Recuerda que el sector del alojamiento viene de varios meses con la actividad reducida prácticamente a cero, «y unas limitaciones de movilidad en el propio municipio, que no nos ha permitido tener clientes». Por lo que invita a entender ese leve movimiento de turistas que pueda producirse en Semana Santa de forma contextualizada.

Además, las políticas de cancelación tan flexibles a las que ha obligado la pandemia, hace que cien reservas que constan un jueves, el viernes se conviertan en 60, por lo que la directora del hotel de Londres y presidenta de la asociación Hoteles de Gipuzkoa, Elena Estomba, insiste en que es complicado saber a un mes vista el flujo de clientes que van a tener. Y si a eso se le suma que Semana Santa es un periodo vacacional en el que las reservas se hacen a última hora, el pronóstico a estas alturas puede ser de todo menos concreto.

Elena Estomba reconoce que la apertura entre provincias en la comunidad autónoma vasca, «la recibimos con agrado, porque algo más de movimiento habrá y es mejor de lo que ya teníamos». No obstante, matiza que esta flexibilización «desde luego que no nos saca de la situación en la que nos encontramos, en el sentido de poder abrir los hoteles, ya que los clientes potenciales no son muchos».

En este sentido, como ya adelantó la portavoz de Hoteles de Gipuzkoa a este medio, buena parte de los 140 alojamientos del territorio que están cerrados temporalmente -muchos de ellos desde octubre-, no podrán tomar la decisión de abrir o no en Semana Santa hasta el último momento.

En la misma línea va la percepción de Alberto Aguas, portavoz de los alojamientos asociados a Hostelería Gipuzkoa, quien reconoce que «si tenemos un cliente no compensa abrir y en tal caso se le redireccionaría a otro alojamiento que si vaya a abrir», aunque indica que son decisiones «que no se van a poder tomar hasta el último momento».

A su juicio la reapertura también es «una buena noticia» y hace un llamamiento a la «responsabilidad individual y colectiva, tanto de clientes como de establecimientos», pero echa cuentas y no le salen los número. «En Donostia hay alrededor de 10.000 camas, ¿vamos a llenarlas con clientes vascos? Lo dudo mucho», confiesa.

Para Asier Pereda, presidente de la asociación de apartamentos turísticos de Euskadi, Aparture, la nueva medida «sin duda tendrá impacto». «El verano pasado, sin que mediara cierre perimetral ni impedimento legal que limitase la movilidad entre territorios, hubo periodos en los que lo normal era escuchar euskera en todos los ámbitos», comenta en referencia al incremento del turismo local y de cercanía que se registró.

Sin embargo, advierte de otra circunstancia que deberán contemplar los alojamientos. «Es difícil atender un pico de actividad de tres días en mitad de un valle donde las empresas están en ERTE. Las empresas en la práctica pueden pero no deben variar las bases horarias de los empleados porque si lo hacen estando en ERTE, el SEPE tardará al menos dos meses en gestionar el cambio y hasta entonces, el empleado se quedará sin percibir su prestación». Por tanto, insiste, «las empresas tendremos que hacer lo que podamos con la estructura que tenemos hoy, porque de lo contrario le hacemos una auténtica faena a los empleados».