«Si no hay una razón previa que explique los hechos, la causa será resultado del consumo de tóxicos»
El subdirector del Instituto Vasco de Criminología cree que los cinco homicidios cometidos este año son «algo excepcional que no debe preocuparnos»
Tras el fallecimiento ayer del vecino de Errenteria de 61 de años, Gipuzkoa registra la alarmante cifra de cinco homicidios cometidos desde ... que se estrenó el año. Una cifra que no se daba desde el año 2012, y que rompe con la tendencia descendente registrada en los últimos ejercicios, en los que apenas se habían contabilizado casos similares. Se trata, sin duda, de una situación inusual, que no obstante ha hecho saltar las alarmas y que preocupa y mucho la ciudadanía. Pero, ¿podemos hablar de tendencia, o de una serie de casualidades que han coincidido en el tiempo?
César San Juan, Profesor de Psicología Criminal y Psicología Jurídica de la Universidad del País Vasco, considera que se trata «de una situación excepcional. En el año 2017, por ejemplo, no hubo en Donostia ningún homicidio. Vivimos en un territorio seguro en la que en ocasiones, pueden pasar cosas terribles». Estos hechos, al igual que los otros cuatro homicidios cometidos, han provocado la consternación y la preocupación de la ciudadanía.
«Vivimos en un territorio seguro en el que, a veces, pueden pasar cosas terribles»
«Es una situación muy complicada para la familia, porque pierde a un ser querido de forma absurda»
El experto en criminología recuerda sin embargo que «la tasa de homicidios de San Sebastián es muy baja incluso en el contexto de España donde se sitúa en torno al 0,7 homicidios cada 100.000 habitantes. En Francia, por citar nuestros vecinos es del 1,3. Desde esta perspectiva, no debemos preocuparnos, de momento». Es por ello que no cree que deba cundir entre la gente una sensación de inseguridad, cuya respuesta «va a depender de algunos factores relacionados con las características de las personas y también con el tratamiento que reciban las noticias».
La investigación policial del caso sigue abierta, por lo que por el momento se desconocen las causas que pudieron llevar al agresor a forcejear con la víctima. Todo parece indicar que la discusión comenzó cuando el errenteriarra se negó a darle lo que le pedía. Algo similar suscitó la pelea que acabó con la vida del joven Santi Coca, de 17 años, en el exterior de una céntrica discoteca de Donostia. Al parecer todo empezó cuando unos jóvenes le pidieron tabaco. «Si no hay una razón previa explicada por la venganza, los celos, el poder, hechos como estos los tendremos que explicar como el resultado del consumo de tóxicos», asegura San Juan.
Este último homicidio también ha traído a la memoria el caso del joven de Urnieta de 28 años Asier Niebla, quien falleció en agosto del año pasado tras pasar dos meses en coma. El joven se encontraba hablando con una chica en el exterior de un pub en la Parte Vieja de Donostia cuando otro joven, al parecer expareja de ella, le propinó un fuerte puñetazon en la cabeza. El jóven cayó al suelo, donde recibió un fuerte impacto.
Unos hechos, y también los de la pelea por la que falleció Santi Coca, que contienen una fuerte violencia. El subdirector del Instituto Vasco de Criminología no cree que la violencia se esté «banalizando» en la sociedad, sino que es «cada vez más indeseable socialmente. Y la prueba es el horror generalizado que nos causan estas noticias».
Acusados de homicidio
Tanto los agresores de los dos jóvenes anteriormente mencionados como del vecino de Errenteria falecido ayer podrían ser juzgados por un delito de homicidio, ya que aunque en un principio se presume que ninguno de ellos tenía la intención de cometer un asesinato sus agresiones provocaron la muerte de sus víctimas. «Deberá determinarse en un juicio si, efectivamente, no hubo voluntad homicida, en cuyo caso deberá establecerse el grado de imprudencia para establecer una condena que, en todo caso, entiendo que conllevará el ingreso en prisión», señala San Juan.
El experto, que es también profesor de Psicología Criminal en la UPV/EHU, reflexiona acerca de las posibles secuelas psicológicas que pueden quedar en estos agresores, que «dependen en buena medida de la capacidad de empatía del responsable del incidente. Lo normal es que le suscite una gran perturbación y sufra un proceso altamente estresante si tenemos en cuenta que, además, debe rendir cuentas ante la justicia». Una situación «muy complicada» tanto para el responsable «como para la familia de la víctima, no lo olvidemos, que ha perdido a un ser querido de una forma absurda y azarosa».
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