El presunto asesino de Murchante quebrantó una orden de alejamiento sobre su cuñada
El presunto asesino de Murchante se negó a declarar ante el juez e ingresó en Martutene. El juez le imputa un delito de asesinato, dos contra el patrimonio, uno de quebrantamiento de medida cautelar y otro contra la seguridad vial
El presunto asesino de Murchante ya está en la cárcel. Tras una huida de película por Gipuzkoa que se prolongó durante más de 30 horas, ... la Ertzaintza logró detenerle el jueves por la tarde y ayer por la mañana pasó a disposición judicial. Pedro María Ruiz Jiménez se acogió a su derecho a no declarar y no dijo ni una palabra respecto al crimen de Pilar Berrio Jiménez ni de la fuga que mantuvo en vilo a todo el territorio.
El juez le imputa un delito de asesinato, dos contra el patrimonio por el robo de dos vehículos, uno de quebrantamiento de medida cautelar y otro contra la seguridad vial, ya que durante su huida condujo sin permiso de conducir. Tras decretar su ingreso en prisión, comunicada y sin fianza, el hombre fue trasladado por la Ertzaintza a la prisión de Martutene, donde ha pasado su primera noche y donde permanecerá, si no es trasladado a una prisión navarra, hasta que se celebre el juicio en el que tendrá que responder por una sucesión de delitos que comenzaron con el atroz crimen de la vitoriana de 43 años en Murchante.
Víctima y agresor habían sido cuñados, aunque se investiga si entre ambos existía ahora una relación sentimental. A la Policía Foral le constan varios delitos de violencia doméstica del hombre sobre Pilar. Además, entre los delitos que le ha imputado un juez donostiarra está el de quebrantamiento de medida cautelar, ya que tenía una orden de alejamiento sobre la mujer que ha vulnerado. Los vecinos de la mujer, que tenía 43 años y original de Vitoria, aseguran que desde que el hombre había salido de la cárcel de Logroño se había trasladado a vivir con ella a Murchante, porque «no tenía donde ir».
El asesinato. Todo comenzó el miércoles por la mañana en la NA-6840, junto a la localidad navarra de Murchante. Minutos antes de las 10.30 horas de la mañana María Pilar Berrio Jiménez conducía su vehículo, en el que viajaban sus dos hijos de 5 y 9 años, perseguida por otro coche conducido por Pedro María Ruiz Jiménez. Este le embistió y sacó su vehículo a la cuneta. Entonces se bajó del coche, abrió la puerta del conductor y degolló a la mujer, que murió delante de sus hijos pequeños, a la vez sobrinos del presunto asesino.
Asesino a la fuga. Tras dejar a María Pilar medio moribunda, su atacante se montó en un vehículo, un Peugeot 2016 gris claro que había robado previamente, y huyó en dirección a Gipuzkoa. Pedro María Ruiz Jiménez es guipuzcoano, donde tiene una amplia red familiar y de contactos, y su último domicilio registrado está en Zumarraga. Por ello, en las primeras horas de fuga la Ertzaintza desplegó su operativo de búsqueda por esa localidad y también por Legazpi, con registros en viviendas de sus familiares, ya que la policía manejaba la hipótesis de que podían ayudarle a esconderse.
Se sabe que el fugitivo pasó por Legazpi, ya que la Ertzaintza halló su vehículo aparcado en la localidad. El coche, que tenía un importante golpe en la parte delantera, prueba de que embistió el coche de la víctima, ya ha sido entregado a la Policía Foral para su inspección. Sin embargo, esa misma tarde se trasladó a San Sebastián.
Primeras horas en Donostia. Todos los cuerpos de Seguridad le buscaban, incluso se había alertado a la policía francesa ante el riesgo de que pudiera huir a Francia. Pero esa circunstancia no parecía apremiar a Pedro María Ruiz, que una vez llegó a Donostia se dirigió al Bar Bergara del barrio de Gros. Allí pidió un chupito de whisky JB y un pintxo de tortilla. Solo hacía unas horas que había asesinado presuntamente a Pilar Berrio.
Entrada la noche se trasladó al barrio de Amara, para pasar la noche en la pensión Anoeta de la Avenida de Madrid. Al entrar tan tarde, su responsable no registró sus datos hasta la mañana siguiente, jueves, cuando la Ertzaintza recibió la alerta. Sin embargo, el fugitivo ya había abandonado el establecimiento. Eso sí, desayunó en un bar de la misma calle y después se dirigió hacia el barrio del Antiguo, con el objetivo de sustraer un coche con el que poder moverse por la ciudad.
Robo en la Seat. Esa mañana el fugitivo se dirigió a Errotaburu, a la zona de concesionarios situada junto a las torres de Hacienda. Allí, la Seat tiene un taller y es habitual que haya coches aparcados junto al mismo. Entre ellos había un coche que pertenecía a la Ertzaintza, utilizado por el equipo de inspecciones oculares. El vehículo era un Seat León de color azul oscuro sin rotular. Entre todos los que había, el presunto asesino escogió el coche policial, lo robó y se dirigió de nuevo al barrio de Gros, donde ya había estado la tarde anterior. Allí aparcó el coche en la calle Secundino Esnaola y puso la OTA. Se cree que el resto del día lo pasó por la zona.
De vuelta al Bergara. Una vez se supo que había robado un coche de la Ertzaintza el operativo se centró en localizar el vehículo. Las horas pasaban sin rastro del fugitivo, y la policía temía que este pudiera cambiar de aspecto físico. El hombre tiene una larga melena y una barba muy poblada, por lo que en caso de que se cortase el pelo y se afeitase sería muy complicado dar con él. Esa era la intención de Pedro María Ruiz, pero cometió un error. Sobre las 18.40 horas volvió al bar Bergara, en el que había estado la noche anterior, y de nuevo pidió un whisky y un pintxo de tortilla. Un informante de la Ertzaintza le vio salir del bar y alertó a su contacto, un agente que se encontraba fuera de servicio y que dio la voz de alarma a todas las unidades que trataban de detener al fugitivo. Le quedaban minutos en libertad.
Operación jaula. En ese momento la Ertzaintza desplegó efectivos por todo el barrio de Gros para blindarlo. Varias patrullas cerraron las salidas de todas las calles para acorralar al fugitivo y tapar cualquier vía de escape. Al mismo tiempo, agentes de paisano comenzaron a peinar las calles en su busca. Minutos después hallaron el coche que había robado esa mañana en la Seat aparcado en la calle Oiartzun. Unos metros más adelante, en el interior de la peluquería Txukun-Txukun, uno de los agentes camuflados le localiza y da el aviso para que lleguen refuerzos. Los primeros en aparecer fueron patrullas de Seguridad Ciudadana de la comisaría de San Sebastián, que redujeron al fugado contra el suelo y le engrilletaron. El hombre, que solo había llegado a lavarse el pelo, no opuso resistencia ante los agentes. Minutos después llegaron efectivos de la Brigada Móvil, que se encargaron de cachear al detenido. Este no portaba armas, aunque sí llevaba mucho dinero en efectivo y numerosas joyas de oro.
Ingreso en Martutene. El presunto asesino fue trasladado a la comisaría de la Ertzaintza en Donostia y tras dos noches en el calabozo ayer por la mañana pasó s disposición del juzgado de Guardia de San Sebastián. No quiso declarar, pero tras analizar el atestado policial el juez decretó su ingreso en prisión, comunicada y sin fianza. Aunque cabía la posibilidad de que el juzgado donostiarra se inhibiera en favor del de Tudela, que es el que instruye el caso, finalmente fue trasladado a la cárcel de Martutene.
Un hombre violento que causó problemas en la cárcel de Logroño
Pedro María Ruiz Jiménez, el presunto asesino de Murchante, no es un hombre cualquiera. Desde que se supo que él era el presunto autor del crimen que acabó con la vida de Pilar Berrio, la orden de búsqueda emitida por la Policía Foral advertía de que era un hombre «violento y muy peligroso». Asimismo, en el aviso transmitido a la Ertzaintza se indicaba que era «autor material de dos asesinatos» y que en más de una ocasión se había jactado de que iba a matar a un agente de la policía autonómica vasca.
Ese carácter también lo ha desplegado en los centros penitenciarios por los que ha pasado a lo largo de su carrera como delincuente habitual. Su nombre no pasa desapercibido en La Rioja y menos en el centro penitenciario de Logroño. Allí estuvo interno un año largo, hasta finales del pasado 2020, cuando salió en libertad no sin antes dejar una huella que muchos no olvidarán.
Era, cuentan fuentes de la prisión logroñesa, un interno problemático y durante su estancia entre barrotes protagonizó innumerables altercados de diferente consideración que los funcionarios debían sofocar un día sí y otro también.
Absuelto de otro asesinato
Aquí no cumplía condena por delitos de sangre, sino por robos y violencia de género, aunque en su historial, que hilvana una abultada nómina de antecedentes, figura que fue absuelto de un crimen en una gasolinera de Ikaztegieta en 1998, junto a otras dos personas. Los tres fueron declarados no culpables por un jurado popular debido a la «falta de pruebas».
Izaskun Larrauri Apaolaza, empleada de la gasolinera Campsa de Ikaztegieta de 41 años, fue asesinada de un disparo de escopeta en la cabeza durante un atraco el 8 de octubre de 1998. Por ese crimen fueron imputadas tres personas: Antonio G.A., de 23 años, vecino de Lazkao y, según las acusaciones, presunto autor material del disparo que acabó con la vida de la empleada; Pedro María Ruiz Jiménez, el presunto asesino de Murchante que entonces tenía 20 años, y Ana. B.A., de 28, ex esposa del supuesto autor del crimen.
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