Perdidos en el laberinto
Queríamos un mes de diciembre con vuelta a la normalidad postCovid y nos topamos con un riesgo de marcha atrás
El repunte grave del Covid en Europa y el fuerte aumento de los contagios nos sumerge en un mar de dudas y en un juego ... de espejos equívocos. Reconozco que me he perdido hace tiempo en este complejo laberinto y que me cuesta encontrar el interruptor de la luz en este túnel de incertidumbre en el que de nuevo damos marcha atrás cuando pensábamos que estábamos cerca de la salida. Y se hace realmente agotadora la búsqueda y este baile de la yenkaa. El invierno se nos presenta como una prueba de estrés. Una más. El Tribunal Superior de Justicia ha descartado la aplicación del pasaporte Covid en el País Vasco por entender que vulnera los derechos individuales, aunque afortunadamente el Gobierno Vasco recurrirá la decisión al Supremo para que Euskadi no se quedase como una absurda isla. Estaría bien que el TSJ explicase qué entienden los jueces por derecho a la salud pública y cuándo y dónde debe prevalecer un principio que pensábamos de buena fe que era universal y que ahora se aplica a cuentagotas, como si fuera una loción tóxica para la piel. La amenaza de las restricciones pende como una espada de Damocles sobre la hostelería vasca ahora que los jueces no ven adecuado el empleo del pase Covid para acceder a la restauración o al ocio nocturno. Nadie entiende nada pero está claro que adoptar medidas que no son populares escuece y todos se pasan la pelota. Sin excepción. No se sostiene que aún sigamos sin una cobertura legal mínima para prevenir estos escenarios, aunque haya quienes sostienen que las leyes sanitarias ordinarias proporcionan instrumentos suficientes para estas situaciones inusuales.
Si miramos al contexto europeo la realidad es dramática y reveladora. Con índices de vacunación mucho más bajos, la corriente negacionista se está movilizando contra las restricciones e intenta capitalizar el malestar social en determinados lugares de la Unión Europea. De nuevo emerge con fuerza el conflicto entre derechos individuales y el derecho a la salud colectiva. La extrema derecha se ha envuelto en la bandera de la 'libertad', se ha subido al carro de las protestas en diferentes países y hay movimientos juveniles que se han erigido en la vanguardia de estas movilizaciones con una virulencia extraordinaria. La guerra cultural está servida ya en bandeja y lo que está ocurriendo en Estados Unidos constituye un botón de muestra elocuente de este pulso. Ni a España ni a Euskadi ha llegado esta marejada aún, afortunadamente. Pero, al tiempo. El caldo de cultivo provocado por el cansancio social puede hacer estragos a la larga.
Mientras tanto todo está en el aire. Aquí nos preocupa mucho que diciembre no vuelva a ser un mes de socialización y que nos veamos obligados, un año más, a congelar nuestras actividades lúdicas y al repliegue. Los expertos y los médicos tienen mucho que opinar. Diría que son los que deberían guiar la hoja de ruta aunque la decisión definitiva implique vertientes económicas y emocionales bien profundas.
La extrema derecha se ha subido a la ola de las protestas de los negacionistas que recorre EuropaLa incertidumbre es total y todos los escenarios siguen abiertos ante los próximos festejos
Conozco gente que solo se pregunta qué pasará en el próximo día de Santo Tomás o en la Tamborrada del 20 de enero y se pregunta si será posible celebrarlos este año, si tendremos que hacerlo con limitaciones o si habrá que, literalmente, suspender los festejos de forma preventiva y de nuevo tragarnos el sapo del disgusto. Tal como están las cosas las tres opciones son factibles y están sobre la mesa. La suspensión de la feria de San Andrés en Eibar ha sido un aldabonazo y un aperitivo, quizá, de lo que viene. Pero no lo sabemos a ciencia cierta. Es un verdadero papelón para el alcalde Eneko Goia y el gobierno municipal y no me gustaría para nada estar en su pellejo a la hora de tomar la decisión más acertada con los datos en la mano. Cualquier decisión tiene sus riesgos pero habrá que elegir una ecuación que haga compatibles el mal menor y el interés general. Si hay que cancelar algunas fiestas muchos se van a sentir decepcionados, pero si algo aprendemos de esta pandemia es que o remamos todos juntos con un mayor sentido de equipo o las cosas se pueden volver a poner bastante feas.
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