Objetivo: poner fin a la «soledad» de las víctimas de violencia machista
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La asociación Mariren Alabak, fundada por una policía municipal de Donostia tras detectar «necesidad de acompañamiento» de las mujeres maltratadas, recibe hoy el galardón Menina 2024La revictimización que sufren las víctimas de la violencia contra la mujer es todavía «bestial». Puede ocurrirle a «cualquiera», el único requisito para sufrirla es ... ser mujer porque, esta violencia, «es incondicional». No importa si la víctima tiene más o menos recursos económicos, ni dónde reside, ni siquiera la edad. Las instituciones tienen «muchas carencias» a la hora de «acompañar» a estas personas, que muchas veces se sienten «solas» antes y después de denunciar. Pero desde hace cinco años tienen un apoyo incondicional en Gipuzkoa, la asociación Mariren Alabak, que hoy recibe el premio Menina 2024 de la Delegación del Gobierno en Euskadi «por su labor en la lucha contra la violencia de género». También serán galardonadas la Diputación de Bizkaia y la responsable de la unidad contra la violencia de género en la Subdelegación del Gobierno en Bizkaia, Begoña García Arberas.
Fue la donostiarra Pilar Carrere quien puso en marcha esta asociación en 2019. Por aquel entonces era policía municipal en la capital guipuzcoana –se jubiló hace dos años– y llevaba los temas relacionados con la violencia de género. «Tenía mucha relación con el movimiento feminista y trabajaba en coordinación con otros servicios, como Acción Social, Emakumeen Etxea y distintas asociaciones», recuerda, orgullosa por el reconocimiento recibido. Cada vez que atendía a una mujer víctima se reafirmaba en la «soledad que sufría», sobre todo «una vez tomaba la decisión de denunciar o dar a conocer su caso en servicios sociales para terminar con esa violencia». ¿Qué pasaba? «Llegaban solas al juzgado sin conocer el proceso a seguir. Yno solo eso. Bien por omisión o desconocimiento de las propias instituciones, no se les informaba de sus derechos. Muchas veces iban a las comisarías y no se les ofrecía asistencia letrada con la excusa de que en el juzgado ya la iban a tener, por ejemplo. Si hablamos de mujeres migradas, hay añadidos en contra de ellas porque en las instituciones se estereotipa mucha aún», reflexiona. En conclusión, «había, y sigue habiendo, una falta de formación enorme por parte de los profesionales que están en contacto con las víctimas». Y como respuesta a esta realidad, Pilar detectó la «necesidad de acompañamiento. Había carencias que necesitaban ser suplidas», en este caso, por una asociación como Mariren Alabak. Así surgió esta oenegé, con el objetivo de acabar con la «soledad» de estas mujeres y ofrecerles un «acompañamiento integral». El último año atendió a 92 mujeres y en lo que va de 2024 ya ha recibido 87 nuevos casos.
«Calvario institucional»
En el lustro que lleva en funcionamiento, las voluntarias que forman Mariren Alabak se han encontrado con todo tipo de casos. Pilar reconocer como «uno de los momentos más complicados» cuando estalló la crisis sanitaria del coronavirus en 2020. Ella se valió de su condición como policía municipal para poder moverse por la ciudad y ayudar a las víctimas, pero fue «muy difícil. Hubo mujeres que estaban encerradas con sus maltratadores». Muchas de ellas luego terminaron acudiendo a la asociación en busca de ayuda y, finalmente, algunas llegaron hasta a ser voluntarias, porque «la mayoría de las mujeres que acompañan a víctimas en esta asociación son supervivientes de esta violencia». Allí reciben formación como «conocimientos básicos sobre la ley de violencia de genero y de igualdad, o sobre cómo funciona el juzgado y Lanbide». Y así se preparan para ofrecer asistencia a quien lo necesite. Pero la realidad es que «Mariren Alabak no tendría que existir si las instituciones funcionasen adecuadamente, pero todavía hoy hay carencias y las mujeres pasan por un calvario institucional, con una revictimización bestial», se lamenta Pilar. «Somos una protesta», añade.
Entre las voluntarias actuales está la donostiarra Malén Turrillas, que colabora con las mujeres que piden ayuda a la asociación «en todas las gestiones que necesiten, porque lo importante es que se empoderen para que puedan centrarse en salir adelante». Para Malén, la «empatía» es «clave» en todo este proceso, en el que muchas veces aparecen sentimientos como «la vergüenza y la culpa. La mujer se siente juzgada en la comisaría, cuando tiene que denunciar, también muchas veces ante el abogado y, sobre todo, en la calle. Todo el mundo rumorea y es complicado gestionarlo».
Por eso es «tan importante» su labor. Y se sienten «felices por este reconocimiento. Nos reconforta saber que se valora nuestra labor, esencial para las mujeres que están pasando por un momento tan complicado en el que, la mayoría de las veces, se normaliza la violencia. Necesitan ayuda y la sociedad debería estar más formada para ofrecérsela».
Piden un local donde poder atender a las mujeres que ayudan
La asociación Mariren Alabak nació en 2019 para dar un «acompañamiento integral» a mujeres víctimas de violencia, pero todavía en la actualidad no tienen un local donde reunirse con ellas. «Quedamos en una cafetería. A veces necesitan más intimidad y por eso pedimos a las autoridades que nos ayuden para tener una oficina donde poder atenderles tranquilamente», solicitan desde Mariren Alabak. Cualquier persona que quiera ponerse en contacto con esta oenegé puede hacerlo en el correo electrónico marirenalabak@gmail.com.
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