Mertxe Pernas: «En el polígono vuelve a haber vida, yo veo a la gente con muchas ganas»
Diario de la fase 1 ·
A medida que el industrialdea Txalaka-Araneder de Astigarraga retoma la actividad, el Troya y sus clientes se acostumbran a las nuevas rutinasQuien utilice la expresión 'restaurante de polígono' arrugando la nariz tal vez no conozca muchos restaurantes de polígono. Pueden no ser los más ... glamurosos, pero por lo general lo compensan con comida honesta y sabrosa a precios económicos, y con un ambiente en el que los habituales se sienten como en casa.
El bar-restaurante Troya, que Mertxe Pernas abrió hace 12 años -«el 7 de julio de 2008», precisa- en el polígono Txalaka-Araneder de Astigarraga es uno de esos establecimientos que vive en simbiosis con las actividades económicas del entorno. A diferencia de los que dependen de la normalización del ocio, dependen de la normalización del trabajo. Los bares y las empresas de los polígonos industriales se alimentan mutuamente, y Troya no es una excepción.
Como la mayoría, Mertxe recuerda perfectamente el último día de trabajo 'normal', el 13 de marzo, un viernes en el que ya se palpaba la inquietud. «Fíjate cómo son las cosas... Vino un cliente que es cristalero y le dije que tendría que empezar a prepararme algo para cubrir los pintxos». Ahí quedó un proyecto que tendrá que retomar. El bar Troya no volvió a abrir el lunes 16 de marzo. No ha vuelto a hacerlo hasta el lunes 18 de mayo.
Por suerte, Mertxe no perdió mucho género. «Aunque a veces me gusta hacer cositas diferentes, para no aburrirme yo en la cocina y para que los clientes no se aburran de comer siempre lo mismo en el comedor, cocino casero, con producto fresco que compro para la semana. Esta es una zona de trabajadores en la que no puede faltar un potaje, un guiso, verdura, carne, pescado... Congelado suelo tener muy poco», dice. Por lo tanto, al coincidir el cierre con un viernes no quedó género languideciendo en las neveras.
«Todos somos currelas y necesitamos seguir trabajando, sabemos que no podemos hacer el tonto con la seguridad»
«De cara al futuro, sí o sí vamos a tener que reinventarnos y aprender a hacer las cosas de otra manera»
«Hay que ser positivo»
Las que sí han languidecido son las cuentas, porque los ingresos se han volatilizado «pero hemos tenido que seguir haciendo frente a los pagos. Y sin haber recibido ninguna ayuda hasta la fecha». De todos modos, durante las semanas de confinamiento Mertxe no ha perdido el tiempo. «Además de limpiar la casa y de tirar cosas de hace 20 años, he estado haciendo vídeos musicales con el marido. Hay que ser positivo, y como no podíamos estar con los hijos y los nietos, así pasábamos ratos divertidos con ellos, aunque fuera a distancia», recuerda.
También ha tenido tiempo de mantener vivo en las redes sociales un bar cerrado, lo que le ha permitido «recibir el apoyo de mucha gente», y de pensar en un futuro en el que «sí o sí, vamos a tener que reinventarnos y aprender a hacer las cosas de otra manera». El Troya, que vive de «estar abierto los días laborables de siete de la mañana a ocho de la tarde, sirviendo desayunos, pintxos, menús del día y el pote de después de salir de currar» ya ha dado el primer paso en ese camino hacia el futuro. Un paso cortito, limitado a la terraza y a la comida para llevar.
Acostumbrada a tener la barra llena y a dar 100 comidas al día en un comedor muy grande, el alivio que le ha proporcionado la reapertura es limitado. Aun así está contenta, porque «ha habido movimiento pese a que la gente estaba con un poco de miedo, a ver qué te encuentras... No es para echar cohetes, pero estoy muy muy contenta». Hay que creerle cuando dice que es «muy muy optimista. Y muy luchadora. Siempre lo he sido».
Una de las cosas que más le ha impresionado es «lo respetuosa que es la gente con las medidas de seguridad. Aquí todos somos currelas y sabemos que no podemos hacer el tonto, necesitamos seguir currando y, como tenemos un poquito de cabeza, somos los primeros interesados en hacer las cosas bien. Además de a la terraza, ha venido mucha gente a recoger bocatas, a llevarse el café o un táper con el menú. ¿Que en algún momento han tenido que esperar? Pues sí, y han esperado. Es una de las cosas que vamos a tener que aprender a hacer».
Los siguientes pasos
Un bar de polígono también es un buen lugar para ver cómo respira la gente que madruga y trabaja duro y no tiene muchos altavoces para expresar su opinión. Mertxe tiene muy afinado el detector de estados de ánimo, y capta que, a pesar de la incertidumbre general, «a medida que en el polígono vuelve a haber vida, veo a la gente animadilla, con muchas ganas de trabajar».
Su mente, en plena ebullición, ya está puesta en la siguiente fase, que le permitirá abrir el comedor con la mitad de las mesas y dar de comer a unas 45 personas. Admite que «eso ya cambia las cosas. Ya tengo pensado como poner las mesas para cumplir con todas las medidas de seguridad y seguir dando buen servicio». Tiene previsto acortar el horario «para centrarme en lo básico, que es dar de comer rápido, bien y a buen precio, y a lo mejor hacer dos turnos...». Los planes pasan por dar más peso a la comida para llevar y, en un siguiente paso, «empezar a hacer entregas a empresas y poblaciones próximas». Todo por recuperar el tiempo perdido, adaptarse a la nueva situación y lograr que cuanto antes la plantilla entera esté de vuelta, «y estemos otras vez todas juntas».
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