En un día, multas a 136 coches mal aparcados

Cierto es que entonces había ciudadanos que no se tomaban en serio el acumular papelitos y dejaban sin pagar muchas infracciones, pero aún así, llama la atención el volumen alcanzado. En un texto publicado por EL DIARIO VASCO el 19 de junio de 1970 desglosaban y glosaban las cifras. Leamos...

«En una sola jornada, en San Sebastián, las infracciones registradas son las siguientes:multas a 136 coches por estar mal aparcados; a 3 vehículos por adelantamientos indebidos; a otros 3 por no parar en los semáforos (¿sólo tres?); multa a doce vehículos por carecer de la correspondiente viñeta de haber abonado el Impuesto Municipal; a 4 por circular en dirección prohibida; a uno, por efectuar el reparto de productos a horas prohibidas y a 80 vehículos por infringir las normas de la zona azul». Total, 239 multas de tráfico.

Recordemos que la zona azul era un sistema de aparcamiento regulado, predecesor de la OTA. Con ochenta multas, suponía el segundo capítulo en número, tras la muy llamativa cifra de 136 coches mal aparcados en un día.

El tráfico de vehículos, y especialmente el aparcamiento, era caótico y había cierta comprensión general hacia quienes estacionaban mal su vehículo. Lo percibimos incluso en el comentario de nuestro diario 55 años atrás...

«Estamos de acuerdo con la imposición de una multa por cometer una infracción y si ésta es de tráfico, principalmente por adelantamientos indebidos, no parar en los semáforos y circular en dirección prohibida. La multa, en este caso, nos parece más que justificada, necesaria de imponerse al máximo, porque supone un peligro para quienes circulan debidamente. En cuanto a las multas por mal aparcamiento, no entramos ni salimos, cuando en San Sebastián tenemos hipotecadas las plazas enclavadas en zona considerada de interés histórico, artístico y típico, como es la Parte Vieja».

Eran otros tiempos, con otra sensibilidad, en los que las multas relacionadas con el estacionamiento eran más impopulares que las demás y había cierta impresión, en palabras de DV, de que «estamos dedicados a imponer multas, más que a ordenar el tráfico».

«Tenemos verdadera admiración por la Policía Municipal –escribían en 1970–, porque vemos a sus miembros siempre abnegados cumpliendo las órdenes que se les da. Y se impone el criterio de la multa, creyendo que esto educa y corrige defectos, lo que no es cierto. Lo que hace falta es dirigir el tráfico y no que éste nos desborde a nosotros».