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La calle de la memoria
1965 | Seiscientos lotes de libros, regaladosCada año, el gremio de libreros donostiarra procura mejorar los actos en conmemoración de la Fiesta del Libro. Saca el libro a la calle, busca ... al lector, llama su atención».
Esto podría escribirse hoy, pero lo leemos en la edición de DV del lejano 23 de abril de 1965. Llegaba el Día del Libro, con stands no sólo en la plaza de Gipuzkoa sino también en la de Okendo, junto al Victoria Eugenia, y en un tramo de la Avenida. El protagonista de aquel año era un veterano impresor y activista cultural que fallecería un año después...
«La ciudad –escribían entonces– conoce bien a Muñoz Baroja, decano de los libreros e impresores donostiarras. Sabe de él porque es persona entrañable y pertenece a la ciudad en toda su dimensión. Todos conocemos su figura, aún estirada a los 96 años, su memoria prodigiosa que recuerda la más mínima efemérides. Hoy, hacia las dos menos cuarto, en el Bidasoa, junto a los escritores allí presentes, don Joaquín Muñoz Baroja recibirá el homenaje de sus compañeros de profesión».
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En el Día del Libro de hace sesenta años, libreros y escritores homenajearon a Joaquín Muñoz Baroja. Fue elogiada la iniciativa de entregar a los compradores vales sorpresa en los que podían tocarles lotes de libros y hasta enciclopedias
Qué recuerdos nos trae la mención al café-restaurante Bidasoa, epicentro de tantas actividades en la plaza Gipuzkoa.
En la edición del día siguiente, la del 24-IV-1965, nuestro periódico dedicaba dos fotografías de Aygüés en su primera página a «La Fiesta del Libro». En la primera se veía la típica de gente agolpada ante un puesto de libros. En la segunda, al homenajeado Joaquín Muñoz Baroja entre escritores y libreros en el Bidasoa.
Como podía leerse, «en el restaurante Bidasoa establecieron los escritores locales su cuartel general. Y allí, a mediodía, en presencia de escritores y numeroso público, el señor Repiso, en nombre de sus compañeros, hizo entrega de una bandeja de plata con una pluma, también de plata, testimonio del cariño que los libreros sienten por el señor Muñoz Baroja».
«La festividad logró reunir un nutrido grupo de escritores locales que hicieron tertulia, aunque interrumpidos constantemente por muchos lectores que querían tener impreso el autógrafo de ellos. Fue muy interesante comprobar el cariño que sienten los donostiarras por sus escritores, pues en muchas ocasiones al pedirle el autógrafo les hablaban de sus libros y personajes creados en ellos. Allí estaban Arocena, Arteche, Estornés, Caro Baroja, Aizarna, Michelena, Fagoaga, Olarra, Pilar de Cuadra, Barriola, Fernando Orlando, Cristóbal, etc.».
En la crónica sobre el Día del Libro de hace sesenta años destacaban «la gran acogida que tiene el libro vasco» y el éxito de la iniciativa de obsequiar a los compradores con vales sorpresa, en los que les podía tocar alguno de los 600 lotes de libros y hasta enciclopedias que se regalaron.
Criticaron la falta de actos de carácter cultural el 23 de abril de 1965: «Únicamente se echó de menos en la festividad de ayer algún acto literario, conferencia, lectura, etcétera. De nuevo fallaron aquellas agrupaciones culturales que en tiempos organizaban excelentes reuniones literarias pero que ahora dan muestras de abulia y frialdad, como si los responsables de su funcionamiento estuvieran faltos de entusiasmo y capacidad».
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