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Era llegada la hora de abrir los armarios, desempolvar el vestuario y templar los tambores para los ensayos que tendrían lugar durante la semana previa a la gran fiesta del 20 de enero. El jolgorio que se presumía reinaría los próximos días en las sociedades ... populares, era un conglomerado de preocupantes conversaciones en los pasillos de la Casa Consistorial.
Los titulares de la prensa no dejaban lugar para la duda: «El Directorio reitera la prohibición del juego». Se iba perdiendo la confianza de que habría una excepción para San Sebastián y la crisis económica, por la falta de los beneficios de los casinos, empezaba a notarse en las arcas municipales y, por ende, en el bolsillo de todos.
Una ciudad sin juego era una ciudad sin visitantes, hoteles sin huéspedes y restaurantes vacíos y, por eso, el alcalde tenía previsto viajar a Madrid, pasado el Día de San Sebastián, para entrevistarse con el Rey.
El periódico 'La Constancia' publicaba cartas de organizaciones conservadores apoyando no solo la prohibición del juego sino también «el fin de esas fiestas anacrónicas como la tamborrada y los bueyes ensogados», símbolos de un anatematizado koxkerismo que solo, decían, «proporciona bullanguería, aglomeración, vino y promiscuidad, valores no válidos para una ciudad del porte de San Sebastián».
A pesar de las opiniones contrarias, Euskal Billera, Unión Artesana, Donosti Zarra, Umore Ona y Gaztelupe, las cinco tamborradas que existían, preparaban sus bártulos para el recorrido habitual, además, este año, de participar en la Gran Retreta de la noche del 20. Llegada la fecha, desde el anochecer las bandas de música La Armonía y Unión Bella Iruchulo animaron la plaza Easo, donde se concentraron cuantos tomaron parte en el desfile.
Abrieron la comitiva guardias municipales seguidos de los heraldos de las distintas sociedades, montando caballos enjaezados con gualdrapas y exhibiendo los estandartes de las entidades que representaban. A continuación, a los pajes y clarines, también a caballo, acompañaron las bandas de cornetas del Cuerpo 13 Ligero de Artillería, de Logroño, y del Batallón de Borbón, de Burgos.
Los tambores y barriles de las sociedades, fusionados en grupo «para dar mejor sensación», estuvieron dirigidos por los tambores mayores Demetrio Tellechea (Unión Artesana) y Félix Echeverría (Euskal Billera). Sería cantinera de la Artesana «la preciosa niña Micaela Elvira Basterrechea».
Cerraron la comitiva soldados de Artillería y del Sicilia portando antorchas, guardias municipales y bomberos; un camión con la bandera francesa «por ir en él la Banda de Trompas de Boucau» y la carroza del Ayuntamiento con la Reina de las Fiestas, señorita Carmen Yáñez, sus damas Ignacia Mendia, Pepita Iraola, María Zapirain, Sebastiana Vaqueriza, y las niñas Marichu Basterrechea, Josefina y Carmen Mendía y Esperanza Melda.
En la plaza de la Constitución esperaron las otras tamborradas, se corrió un toro de fuego y al toque de 'Iriyarena' se arrió la bandera donostiarra. Este año 1925 también se corrió la Clásica Ciclista Behobia-San Sebastián, ganada por Ricardo Montero, del Real Unión, y el Orfeón cantó en Santa María la 'Misa de Guridi'.
El Majestic Palace (Mayor-Ijentea) ofreció entremeses, huevos pochés Gran Duc, langostinos a la crema, delicias de lenguado Cleopatra, chuletas de ternera de leche Orloff, poulardes de la Dresde asadas con berros, jamón de York en dulce, ensalada, helado, queso y frutas.
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