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Cuando la Ertzaintza llegó a su caserío en Larraul, encontraron a un cordero abierto en canal y con la cabeza cercenada junto a un saco ... lleno de vísceras y pieles amontonadas. Además de no contar con autorización sanitaria para el sacrificio de animales, arrojaban los restos a una regata en Anoeta que desemboca en el río Alkiza. El Gobierno Vasco, la Diputación y URA iniciaron expedientes sancionadores contra los responsables del baserri, un matrimonio que la próxima semana se sentará en el banquillo de los acusados por un delito contra los recursos naturales y el medio ambiente. La Fiscalía de Gipuzkoa pide 5 años y medio de prisión para cada uno, 14.400 euros de multa y la inhabilitación para realizar actividades relacionadas con la explotación y cría de ganado. Además, solicita que indemnicen al Ayuntamiento de Anoeta con 1.373 euros, el coste de retirar y eliminar los restos animales de la regata.
Esta pareja tenía una explotación integrada por 135 ovejas adultas, 10 carneros, 33 corderas, un cordero de reposición y 3 caprinos, que utilizaban una cuadra y 10.000 metros cuadrados de pastos. Según recoge el escrito de acusación de la Fiscalía, se estima que desde 2010 comenzaron a vender animales al público general, y entre sus clientes había musulmanes, que adquirían corderos a 100 o 120 euros, dependiendo el tamaño.
Una vez vendidos, el comprador procedía al «degüello del animal siguiendo el rito halal» y el acusado lo despiezaba. Todo ello, señala el fiscal, «sin ningún tipo de higiene, control sanitario, sin examen veterinario y sin autorización sanitaria» para llevar a cabo el sacrificio, y vendiendo la carne sin la calificación de 'apta para el consumo humano'. Todo ello con el conocimiento de su mujer, la otra acusada.
Esta actividad ilegal se destapó el 23 de agosto de 2018, cuando un cliente acudió al caserío para comprar un cordero. Una vez allí lo degolló, y cuando el acusado estaba despiezando el animal aparecieron en el lugar dos agentes de la Ertzaintza y el alguacil de Asteasu. Además de constatar que el sacrificio se estaba realizando «en pésimas condiciones higiénico sanitarias», tanto por el lugar como por las herramientas utilizadas, y que el caserío no estaba autorizado como matadero, los dos ertzainas descubrieron otra ilegalidad.
«Las pieles de los animales sacrificados, junto con la parte final de las extremidades, el cráneo en algunos casos y las vísceras» se introducían en sacos de pienso vacíos de 50 kilos, para después arrojarlos en la regata Sorginzulo, en Anoeta, que desemboca en el río Alkiza. La Er-tzaintza constató que tres días antes, sobre las diez de la noche, el acusado había arrojado 15 sacos que contenían tripas de ganado y lana de oveja.
Este vertido, señala la Fiscalía, que realizó el encausado «consciente y voluntariamente con conocimiento de su mujer», supone una infracción de varios reglamentos europeos en la materia, entre ellos el de 'prevención, control y erradicación de determinadas encefalopatías espongiformes transmisibles', el cual cataloga el vertido como Material Especificado de Riesgo (MER) y que obliga a destruirse mediante incineración. La Fiscalía precisa que en los tejidos de los animales de especie bovina, ovina y caprina «es donde la infección de Encefalopatía Espongiforme es más probable con su elevado riesgo de posible transmisión si no se elimina adecuadamente».
Además indica que este material puede provocar la aparición de enfermedades como la Fiebre Q en humanos, sumado a la «evidente» contaminación de las aguas. El juicio se celebrará el martes y miércoles de la próxima semana en la Audiencia de Gipuzkoa.
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