La ilusión del Día de Reyes llega desde el Este
Vadin comparte la ilusión de los Reyes con su familia de acogida en Donostia. El pequeño bielorruso de 8 años está pasando un mes en Euskadi, lejos de la aldea contaminada cerca de Chernóbil donde vive con su madre
jaione alonso
Martes, 7 de enero 2020, 06:23
En casa de los donostiarras Karol Durán y Joxean Hernández lo tienen claro: «Nuestro mejor regalo de Reyes ha sido acoger a Vadin». ... Vadin Potapenko, de 8 años, es uno de los 56 menores procedentes de Bielorrusia y Rusia que llegaron el pasado 20 de diciembre a Euskadi -17 de ellos a Gipuzkoa-, gracias a la asociación Bikarte, para pasar estas navidades, saber lo que es una familia, alejarse así de la contaminación que dejó el desastre de Chernóbil y mejorar su estado de salud. Aunque su tradición no tiene nada que ver con sus Majestades de Oriente, estas tuvieron ayer muy presente al pequeño bielorruso. Le dejaron la segunda equipación de la Real Sociedad, que tal cual vio se enfundó en ella, unas zapatillas de fútbol y un smartwatch por el que alzó un largo «buauuu».
Vadin no entiende castellano. Aunque la mímica, el Google Translate y las ganas de entenderse hacen que la convivencia entre él, Karol, Joxean y sus tres hijos -dos biológicas, Larraitz de 11 y Anixe de 8 años; y uno adoptado, Aimar, de 6 años- vaya viento en popa. Con los 30 días que va a estar, la OMS dice que mejorará su esperanza de vida en dos años.
Vadin es un niño extrovertido con ojos vivarachos, vive en una casa aldea «que se cae» de Bragin, una ciudad de la región de Gomel, en el sur de Bielorrusia, a apenas 70 kilómetros de la central nuclear de Chernóbil. Su madre trabaja alrededor de doce horas al día por 75 euros al mes. Tiene dos hermanas, una de ellas, con discapacidad. Del padre no se sabe nada. Desapareció, como tantos otros. Vadin y su familia han crecido en un entorno donde todo está infectado: lo que respiran, lo que beben, lo que comen. Saben que lo que cultivan está contaminado pero es lo único que tienen a su alcance. Además, el hambre aprieta y duele.
«Lo tengo claro: donde entran cuatro, entran cinco, y donde entran cinco, entran seis», afirma Joxean, quien califica la experiencia primeriza de acoger a Vadin de «diez». «El tema de la salud es el más gordo. La OMS dice que si sacas a un niño de ese ámbito de radiación, puedes prolongar su vida más de dos años», explica. Cuando llegaron a Loiu, les midieron el nivel de radiación que tienen en el cuerpo, el Cesio 137. Todo lo que esté por encima de 20 es peligroso. Vadin tenía el doble: 40,29. «El nivel de potasio con el que ha venido es de 35 y, según su estatura y peso, debería ser del 61», relata Joxean. Con un mes aquí, los índices experimentarán una llamativa disminución.
Asociación Bikarte
A Karol y Joxean no les gusta nada el protagonismo, que rápidamente se lo ceden a Bikarte, la asociación artífice de que estos niños abracen el deseo de alcanzar un hogar familiar, lejos del alcoholismo, la violencia machista, la contaminación y la pobreza indigna de allí. Solo tuvieron un temor: «Nos daba miedo que, por los problemas que ha sufrido, no se pudiera adaptar a nuestra familia».
«Con un mes fuera del ámbito de radiación, un niño puede prolongar su vida dos años más»
La madre de Vadin trabaja en una granja doce horas al día por 75 euros al mes
Larraitz, Anixe y Aimar han aceptado con total normalidad que desde el pasado 20 de diciembre hasta este 21 de enero sean seis en casa. «Nuestros hijos están aprendiendo que hay sitios donde se vive sin nada, mientras que aquí nos sobra de todo. Allí, lo poco que tienen, lo dan. Cuando Vadin llegó, nos regaló un paquete de galletas», explica Karol, quien asegura que estas navidades han sido «mucho más felices».
«A nuestros hijos les dijimos que este año íbamos a tener todos un regalo menos, porque cada uno tenía que pedir algo para Vadin en su carta a los Reyes Magos», cuentan Karol y Joxean. Y así fue. Hubo regalos para todos: la equipación de la Real Sociedad, por partida triple -también para Aimar, a quien los Reyes además le dejaron el álbum de cromos de Pokemon-, y para Anixe -a la que le sorprendieron con un pedal para tocar la guitarra-. «A mí me han traído ropa y dinero para un torneo de baloncesto y para esquiar», explicaba Larraitz. Karol y Joxean no necesitaron ayer abrir ningún presente: «El mejor regalo es Vadin».
«Ambiente familiar»
La pareja donostiarra asegura que lo «único» que están haciendo es ofrecer a Vadin un «ambiente familiar». «Es importante que vea que hay familias en las que el padre se ocupa de los niños, que cocina, que les quiere igual que la madre...», cuentan Karol y Joxean. A cambio, Vadin les regala sonrisas, de esas que muy pocas veces tiene motivos para esbozarlas. Todo son halagos: «Es un chaval muy sociable, extrovertido, dinámico, proactivo, muy obediente, respetuoso, come de todo, duerme genial, dobla y recoge su ropa -cosa que a nuestros hijos les cuesta-, y siempre está dispuesto a hacer cualquier cosa». Tan solo han tenido que «corregir» un par de cosas. «Le decimos 'poliki, poliki' para que coma despacio y espere a que los demás acabemos. Eso y que tiene que lavarse los dientes tres veces al día».
Karol y Joxean recuerdan a un Vadin que «resoplaba» cuando llegó a Loiu. Después de ver el mar por primera vez en La Concha, navegar en un barco pesquero, realizar la ruta desde Gros hasta Pasaia por el Faro de la Plata, visitar un caserío, correr como una gacela con su patinete o detrás de un balón, se le ve «más vivo y muy alegre». «Hay que cuidar los besos y los abrazos porque no sabemos si le pueden violentar, es mejor que él dé el primer paso», relata Karol, aunque a la ama de Joxean, con 92 años, Vadin no se le resiste y le estampa los besos que quiere. A pesar de ser un niño extrovertido, Vadin es «muy poco expresivo». La expresividad estalló el día de su cumpleaños, 29 de diciembre, cuando unos amigos le regalaron una caja con 20 coches en miniatura. «Le encantó. Lo primero que hizo fue contarlos».
La pareja anima a todas las familias a dar el paso de la acogida temporal «porque no cuesta ningún esfuerzo y Bikarte se ocupa de todo, solo hay que hacer una pequeñísima aportación». El teléfono de la asociación en Gipuzkoa (605 70 90 22) o el email (bikarte@yahoo.es) están abiertos para recibir todas las solicitudes de cara a acoger este verano a niños rusos y bielorrusos.
Vadin regresará a Bragin el 21 de enero. Toda la familia se afana en enseñarle las canciones de la Tamborrada. Probablemente la despedida les causará dolor. Es inevitable. «¿Van a repetir la acogida?», les preguntamos. «Sin duda», se apresuran a responder. «¿Pero este verano? ¿Con Vadin?». «Tenemos que contestar a Bikarte antes del 30 de enero», deja caer Joxean con una sonrisa que dice mucho más que sus palabras. Es muy probable que la magia de los Reyes Magos se alargue y traiga a Vadin de vuelta este verano a casa de la familia Hernández-Durán. Quizás en ese momento se convenzan del gesto solidario que supone lo que hacen, aunque Karol y Joxean se resten méritos.
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