«La tutela es una necesidad;no es desentenderte del familiar»

Hace ya 30 años que Hurkoa, organización sin ánimo de lucro, fue creada por iniciativa de Cáritas Diocesana de San Sebastián «para defender los derechos de las personas mayores incapacitadas y que no tenían familiares que pudiesen atenderlas». La fundación centra sus servicios en la «tutela y defensa de los derechos de las personas mayores o con enfermedad mental en situación de fragilidad, dependencia o desprotección». Pero también ayuda a familias a lo largo del procedimiento de incapacitación y en el ejercicio de la tutela, como sucedió con Yessica. En sus 30 años de actividad, Hurkoa ha atendido y asesorado a 3.926 familias, de las cuales 629 han sido apoyadas por la propia fundación en los trámites necesarios para realizar un proceso de tutela.

En total, Hurkoa ha atendido a más de 6.000 personas y asesorado a cerca de 4.000 familias, en muchos casos, «en situaciones especialmente complicadas». 2.160 personas dependientes han recibido la ayuda de la organización en tres décadas. De ellas, en 1.221 casos con intervención en trámites judiciales de incapacidad y tutela, asumiendo Hurkoa la responsabilidad de ejercer la tutela o curatela de 953 personas.

Durante este tiempo, la percepción de la gente es uno de los aspectos que más ha cambiado en estos 30 años en los que Hurkoa lleva funcionando en Gipuzkoa. «El tiempo nos ha dado confianza y prestigio», admite José Ignacio del Pozo, director gerente de Hurkoa. «Antes la gente desconfiaba mucho sobre lo que significaba que una fundación tutelara a personas que no podían valerse por sí mismas. Había gente que se sorprendía cuando heredaba», recuerda la desinformación que existía cuando Hurkoa apostó por ofrecer un servicio que no estaba cubierto en el territorio.

Actualmente, la fundación cuenta con una plantilla de 63 profesionales y 145 voluntarios. Gracias a los que ha atendido a más de 760 personas en lo que va de año, entre el centro de día de las Mercedes, las 441 personas tuteladas, y el asesoramientos que prestan a las familias en el proceso de incapacitación y en el ejercicio de la tutela.

Ya han pasado 15 años desde que Yessica decidió dejar la tutela de una persona cercana a ella en manos de Hurkoa y no se arrepiente. «Siempre me han tenido en cuenta», valora ella, «al fin y al cabo estamos hablando de la vida de una persona cercana a mí».

«Los usuarios siguen cerca de la familia», indica José Ignacio del Pozo. «La parte afectiva de las personas a las que atendemos es un aspecto que hay que cuidar mucho. Es algo muy importante y eso no se puede ni se debe sustituir o eliminar».

«Si no hubiera contado con el apoyo de Hurkoa, no sé qué habría hecho», añade Yessica. «Estás poniendo en manos de un desconocido a alguien muy cercano y siempre tienes muchas dudas», reconoce para añadir a continuación que «esos miedos con el tiempo se van. La atención es muy cercana y mi opinión siempre se ha tenido en cuenta». Tras su experiencia, de volver a encontrarse en una situación parecida «por supuesto que acudiría a Hurkoa». En su momento no supo si realmente estaba tomando la decisión adecuada o no, «me faltaba perspectiva. No conocía a Hurkoa, llegué a ellos por la asistenta social. Pero ahora sé que sí».

«Al final, si la gente no te conoce es difícil que confíe en lo que haces», apunta del Pozo. «También es obligación nuestra darnos a conocer y que la gente pueda llegar a nosotros».

«Hay que amoldar la tutela a lo que marca el juez», comenta el director gerente de Hurkoa, «pero también a las circunstancias personales de esa persona y su familia. No hay dos tutelas iguales, como tampoco dos personas iguales».

La percepción de lo que significa tutelar a una persona no es lo único que ha cambiado en estos 30 años de historia desde que la fundación nació desde Cáritas, «también han cambiado las familias», reflexiona José Ignacio.

Hurkoa se ha embarcado en otros proyectos como el centro de día Ntra. Señora de las Mercedes en el barrio donostiarra de Gros, que cuenta con 62 plazas. Una de ellas la ocupa María Dolores Arrieta Goya, o como la conocen todos, 'Loli'. A sus 95 años lo que más echa de menos son «las fiestas» que había en el centro de día «casi a diario» antes de que estallara la pandemia. A pesar de que ya está «cansada de la mascarilla», asegura que «todos vamos muy contentos al centro. Comemos muy bien y disfrutamos de la compañía».

El objetivo principal de Hurkoa durante todos estos años ha sido la «atención a la fragilidad». Para ello, se ha definido un modelo de atención y respuesta a las personas en situación de fragilidad y, con el apoyo de Adinberri, se ha puesto en marcha este año el programa Hauskor para implantar y desarrollar el modelo de atención a personas mayores en situación de fragilidad a través de la realización de proyectos piloto en municipios de Arrasate, Azkoitia y Pasaia, donde cerca de 50 personas mayores de 65 años viven solas y se encuentran en situación de fragilidad.

Según un estudio realizado en 2019 por Hurkoa sobre la prevalencia de la fragilidad entre personas mayores de 65 años que viven solas, en Gipuzkoa hay cerca de 5.000 personas que se encuentran en situación de fragilidad.