El último verano del III Reich
El Diario Vasco del 22 de julio de 1944 y la «Operación Valkiria»
Desde el estreno de la película «Valkiria», son bien conocidos por un gran público los hechos ocurridos en Alemania el 20 de julio de 1944 ... que sellaban el que iba ser el destino final del monstruoso III Reich.
Todo se reduce a que en julio de 1944 es patente que Alemania ya no puede ganar la guerra y es sólo cuestión de tiempo -y sangre en los campos de batalla- el que los grandilocuentes planes del Nazismo sucumban. Ante esa circunstancia, y con una Alemania arrasada ya por los bombarderos aliados, un grupo de políticos alemanes situados al margen del III Reich o represaliados por él, se pondrá en contacto con oficiales del Ejército de reserva para atentar contra Adolf Hitler y, una vez así descabezada la dictadura nazi, hacerse con el poder y poner fin a la guerra y al régimen antes de que una y otro acaben por destruir totalmente a Alemania
El complot adquirirá, para los libros de Historia y para obras divulgativas, el nombre de «Operación Valkiria», denominación en código del plan previsto caso de que la alta jerarquía nazi sucumbiera por un azar, poniendo el control de esa situación de emergencia en manos de ese Ejército de reserva.
Pese al fracaso de la conspiración, esa tentativa y el avance aliado desde el Día-D plantean una situación cuando menos incómoda para países teóricamente neutrales como la España franquista. Y, en especial, para ciudades como San Sebastián, frontera muy próxima a la Francia ocupada por el III Reich y convertida en una especie de patio de recreo para esas tropas de ocupación, que disfrutan de los cafés y otros encantos de una ciudad balneario prácticamente intacta -pese a la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial- en una Europa ocupada militarmente o prácticamente arrasada. Una circunstancia llamativa que, por supuesto, tendrá su reflejo en los periódicos que leen los guipuzcoanos de aquellas fechas.
La «Operación Valkiria» contada por los donostiarras
Desde el Día-D era notorio que la Prensa guipuzcoana, como la del resto de la España de la época, iba tomando una prudente distancia con respecto a esa Alemania del Reich de los Mil Años que, en julio de 1944, parecía ir a durar mucho menos tiempo dada la rapidez con la que avanzaban las tropas aliadas en dirección a París.
Justo en esos instantes llegó además, de manera inevitable, la noticia del atentado del 20 de julio contra el Führer. La reacción de esa misma Prensa guipuzcoana ante lo que parecía ser, cuando menos, el penúltimo acto de aquel sangriento drama de tinte wagneriano, es digna de ser observada.
Así «El Diario Vasco» dedicaba a esa cuestión su portada del 22 de julio de 1944, justo dos días después de esos hechos, El titular señalaba de manera bastante explícita que en esos momentos se conocían ya los detalles del atentado contra Hitler.
A ese primer titular se añadía, sin embargo, en titulares más pequeños que los cuerpos de oficiales alemanes estaban «unidos junto al Führer» y que la vida era «completamente normal» en Berlín. Noticia que de la portada pasaba a la última página.
Por lo demás la redacción de «El Diario Vasco» era bastante aséptica, limitándose, en realidad a reflejar lo que facilitaban agencias como la DNB. Es decir: la Deutsches Nachrichtenbüro, un medio totalmente dominado por el Partido Nazi que funcionaría sólo durante el auge de éste, entre 1933 y 1945.
Así la versión de los hechos que llegaba a «El Diario Vasco» a través de esa fuente y de la agencia EFE, encajaba en la línea propagandística propia de la dictadura nazi.
Por lo tanto el conde Von Stauffenberg, de 37 años como especificaba la noticia, jefe de los que la DNB -lógicamente- llamaba «conjurados», es descrito como un insignificante oficial del Ejército de reserva que no había destacado antes de la guerra. Al igual que el resto de la que la DNB describía como «camarilla» de oficiales implicados en el atentado contra Adolf Hitler por medio de una bomba con mecanismo de relojería. Todo a mayor beneficio de lo que esta noticia, «cocinada» por la agencia de Prensa nazi, calificaba como un «grupo de ambiciosos».
Esa narrativa de la DNB añadía detalles que, sin embargo, vienen a coincidir con lo que sabemos de esos hechos reflejados varias veces en la gran pantalla en películas como «Valkiria» o «La noche de los generales» entre otras. Es decir: había habido interrogatorios antes de las ejecuciones (se destacaba la de Von Stauffenberg por fusilamiento) y así bien se aludía a que Hitler se encontraba en plenitud de facultades y apoyado entusiásticamente por jerarcas nazis como Goering, Himmler (que pasaba a controlar el Ejército de reserva movilizado por los conjurados), el almirante Dönitz o el mariscal Keitel. Así como por los altos mandos de todos los Ejércitos que se mostraban inquebrantables en su apoyo y en la convicción de la victoria final contra los aliados.
Pocas novedades había pues en ese comunicado de la DNB respecto a lo ya divulgado sobre el hecho. Tan sólo la afirmación de que los conjurados estaban en contacto con una potencia extranjera -sin especificar en ningún caso cuál era- que sería la que habría dado el impulso final al atentado.
El resto de la portada de «El Diario Vasco» de 22 de julio de 1944 sin embargo mostraba la cara cada vez más neutral de la España antigua aliada de conveniencia de Hitler. Así bajo esa noticia sobre la fallida «Operación Valkiria», el periódico guipuzcoano señalaba a sus lectores que la ofensiva aliada en el Orne continuaba pese a «la viva resistencia germana», tal y como rezaba el titular bajo la columna dedicada a la «Operación Valkiria». Noticia esa que llegaba a la redacción donostiarra desde la fuente opuesta a la DNB. Es decir, desde el Gran Cuartel General del Cuerpo expedicionario interaliado.
La misma sensación transmiten otras noticias de esa portada. Por ejemplo las relativas a los bombardeos sobre Londres con las hoy famosas «bombas volantes», tal y como las describe el titular. Lo cual no impedía comunicar que, por su parte, la también famosa RAF continuaba sus bombardeos sobre la Europa ocupada con un total de 4500 toneladas de bombas arrojadas sobre objetivos de Alemania, Bélgica y Francia.
A ese respecto también llamaba la atención otra noticia que ocupaba la portada de esa edición de «El Diario Vasco», donde se recogía un comunicado de Londres en el que se afirmaba que ya estaban tomadas las medidas en el bando aliado para castigar a a los que ese titular describe como «criminales» de guerra.
Esa variedad de noticias compartía espacio con los triunfalistas discursos de Roosevelt y la vida social y política de un aparentemente bien asentado régimen franquista que cultivaba sus relaciones con Portugal y, casi sin disimulo, buscaba un hueco en aquel panorama en el que el Reich de los Mil Años, pese a haber sobrevivido a la «Operación Valkiria», parecía ya muy cerca de su fin.
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