La gran farmacia de Gipuzkoa resiste

Todo ha cambiado de manera drástica, en demasiados casos dramática, desde los primeros días de marzo. Especialmente todo lo relacionado con el ámbito sanitario. Lo han notado con especial intensidad en la gran farmacia de Gipuzkoa, la Distribuidora Farmacéutica Guipuzcoana, de cuyas existencias, compras y capacidad de distribución dependen en grandísima medida -distribuyen el 85% de los medicamentos que se venden en Gipuzkoa- las decenas de oficinas de farmacia del territorio y sus clientes.

El día a día sigue siendo complicado pero, según asegura el director general de DFG, Juan Piera, los momentos de máxima tensión ya han pasado. «Seguimos funcionando de manera excepcional en relación al número de pedidos y a las ventas, pero ya llevamos algunos días en los que el ritmo está empezando a volver a la normalidad. Entre el viernes día 13, la víspera del decreto de alarma, y el día 25 tuvimos doce días de auténtica locura, de una exigencia brutal», recuerda.

Aun así, destaca que «se ha respondido y, con la excepción de los materiales directamente relacionados con el coronavirus, sobre todo geles, guantes, alcohol y mascarillas, el suministro de medicamentos ha estado garantizado en todo momento. En previsión de lo que podría ocurrir, actuamos rápido e invertimos mucho en ampliar el stock, de manera que nadie se viera afectado en sus tratamientos»,

Si bien las mascarillas siguen siendo un bien inalcanzable para el ciudadano de a pie, en el resto de los productos cuya carencia está siendo una de las noticias recurrentes de esta crisis sanitaria se están restableciendo poco a poco -muy poco a poco- las condiciones que volverán a llevarnos a la normalidad.

Primero se aplacó la fiebre desatada en torno al paracetamol, que se alivió relativamente pronto gracias a la colaboración de los laboratorios y a unos cuantos transportes especiales. Además del paracetamol, apunta Piera, también la Vitamina C y la azitromicina -un antibiótico que se relacionó con el tratamiento del coronavirus-, tuvieron su pico. Ahora hay muchas miradas puestas en la hidroxicloroquina.

Según algunos estudios, en combinación con la azitromicina parece ser eficaz para reducir la carga viral en pacientes con Covid-19. Hay países, como Estados Unidos, en los que bastó la mención presidencial a sus propiedades para que arramblaran con todas las existencias, dejando sin el medicamento a quienes lo necesitan para tratar otras enfermedades. En Euskadi no existe ese riesgo: «Hemos llegado a un acuerdo con el Gobierno Vasco y lo que teníamos lo hemos inmovilizado para ir sirviéndolo a través de las farmacias en base a los tratamientos individualizados».

Pero los productos por los que los clientes siguen preguntando sin perder la esperanza siguen siendo los geles, los guantes y el alcohol. Las mascarillas se dan casi por imposibles y los termómetros han bajado bastantes puestos en la lista de más buscados.

«Ya nos van entrando geles, guantes y alcohol, aunque no nos llega ni de lejos para cubrir toda la demanda, porque se ha disparado exponencialmente», admite el director general de DFG. Piera precisa que «según los vamos recibiendo, procuramos hacer el reparto racionando un poco para que llegue algo a la mayor cantidad posible de farmacias».

En vista de que la relación entre la oferta y la demanda de estos productos se ha tensado al máximo, «ante la capacidad casi ilimitada de absorber geles que tiene el mercado» han hecho uso de todas las alternativas a su alcance: «Las fábricas habituales han roto stock y no dan abasto, y las que lo hacían como producto residual se están volcando en ese tema. De hecho, dos empresas de Gipuzkoa están fabricando geles especialmente para nosotros, y también hay farmacéuticos que están pudiendo formular ellos mismos». El resumen de la situación es muy gráfico: «Les estamos dando a todos los palos».

Los elementos que les están permitiendo salir bastante airosos de un trance para el que nadie estaba preparado han sido dos: «La previsión, y la entrega de todos los trabajadores». Piera afirma que «ya llevábamos dos meses pensando que algo podría pasar en torno al Covid-19. No imaginábamos que podría tener esta gravedad, pero como medida de prudencia habíamos hablado con los laboratorios, estábamos comprando más stock y el día 13 nos pilló muy reforzados desde ese punto de vista. Cinco millones de euros más en compras nos han dado tranquilidad».

Además de reforzar las existencias, también intensificaron de manera muy rigurosa las medidas de seguridad, porque «tenemos que distribuir medicamentos, pero también tenemos que preservar la salud de nuestros empleados. Nosotros no podemos parar. Como tengamos algún problema dejamos sin medicamentos a la mayor parte de Gipuzkoa, y debemos seguir surtiendo a las farmacias no solo de productos relacionados con el coronavirus. La salud de muchas personas depende de los medicamentos que les suministra la farmacia. En ese sentido, a pesar de todas las dificultades y alguna excepción ocasional puntual, ha imperado la normalidad».

En previsión de lo que pudiera pasar elaboraron un plan de contingencia que contempla «numerosas medidas, desde acondicionar los espacios de trabajo, separar turnos, dotar de EPIs y otros elementos de protección a los trabajadores o intensificar la limpieza y desinfección de las instalaciones».

En la conversación con Juan Piera surgen constantemente los elogios a los trabajadores de DFG. Son en torno a 230, 150 de los cuales tienen que estar al pie del cañón, en el almacén o en los vehículos que siguen llevando suministros a las farmacias guipuzcoanas varias veces al día. Incluso han tenido que reforzar la plantilla con nuevas contrataciones, y establecer un nuevo turno nocturno, para responder adecuadamente a la situación.

«El comportamiento de la gente está siendo extraordinario, se están dejando el alma, metiendo horas, quedándose el tiempo que haga falta... Aunque hemos tomado todas las medidas de protección posibles, es inevitable trabajar con miedo y preocupación, pero la gente lo está dando todo por responsabilidad», subraya.

Tampoco se olvida de las farmacias, ni oculta su admiración por «las grandes olvidadas, las que menos aparecen en la foto, aunque por estar en la primera línea de contacto con los ciudadanos están haciendo una gran labor sanitaria». Le consta que no les esperan tiempos fáciles y que «algunas ya están empezando a pasarlo mal. En todo lo que esté en nuestra mano vamos a estar a su lado».