«El Gobierno ha querido quitar la voz a las trabajadoras del sexo»
Amaia Lasheras, del programa de ayuda prostitutas en Gipuzkoa, defiende la posibilidad de que se creeun sindicato
Amaia Lasheras trabaja en la asociación Arrats, una entidad que se dedica a trabajar con prostitutas en Gipuzkoa para apoyarles desde el punto de vista sanitario, psicológico y jurídico. No valoran si quieren dejar ese mundo o si prefieren seguir porque ganan más dinero o por cualquier otra razón, solo respaldan cada duda o cada problema que les plantean en Arrats o en el programa Aukera.
Su opinión es muy diferente a la que mantiene Amelia Tiganus y no entiende cómo se ha dado marcha atrás a la creación de un sindicato que cumplía todos los requisitos y que ya estaba aprobado y publicado en el BOE. «Dice la ministra que se lo han colado. ¿Cómo puede ser? Si cumple todas las condiciones, qué razón hay para que ahora se echen atrás? Yo lo tengo claro, porque quieren quitar la voz a las prostitutas y hacerlo, además, en nombre del feminismo».
Está a favor de ese nuevo sindicato creado por las mujeres que se dedican a esta actividad sexual y valora, además, que lo hayan hecho por iniciativa propia y que busquen sus derechos. «Siempre que se habla de este tema decimos que tienen que tomar la iniciativa y ahora les decimos que no pueden hacerlo. No parece lógico».
Por voluntad propia
¿Quién sería la patronal contra la que pelear?, se pregunta Amelia. Amaia Lasheras dice que podrían ser los clubes de alterne o incluso los gobiernos los interlocutores de ese sindicato que, a la postre, no va a ser autorizado.
«Creo que aunque la forma legal utilizada para agruparse y defenderse sea la de sindicato, lo que se ha pretendido hacer no es una entidad al uso de defensa de derechos laborales, sino una asociación que se ocupe de todos los derechos de aquellas mujeres que quieran seguir de forma voluntaria. Eso tiene que estar claro, que la profesión se ejerza por voluntad propia y sin la coacción de nadie».
Porque también hay mujeres que eligen esta opción, la prostitución como un trabajo porque consideran que les compensa, sobre todo desde el punto de vista económico. «Deciden vender su cuerpo y dar determinados servicios. Tienen derecho a hacerlo y también a pelear porque sea de la forma más digna posible».
Otra cuestión que resalta Amaia de Lasheras es que la trata de personas no puede limitarse solo al mundo de la prostitución, «aunque sea el más llamativo». «Existe en las vendimias, la recogida de frutales o los cuidadores de personas mayores. En lo que estamos todos de acuerdo es en que es necesario luchar contra la trata y no permitirla, pero siempre desde un punto de vista global».
Todo indica que no habrá sindicato y que su legalización será revocada. «En Francia existe y no sé por qué aquí no y, además, con argumentos supuestamente feministas».
El caso es que, una vez más, a la hora de abordar esta cuestión no hay acuerdo y, de momento, tampoco sindicato de mujeres prostitutas en el Estado.