Era de plástico, de un color indefinible, próximo al naranja, en un intento poco exitoso de imitar al cuero de las fundas antiguas. En su ... frontal, el logo de BH y el relieve de un animal que pretendía ser una gacela pero parecía una liebre.
La navidad en que me regalaron mi primera bici lo que más llamó mi atención fue su estuche de herramientas. Iba sujeto por dos bridas a la trasera del sillín y guardaba cuatro llaves metálicas con las que podías desmontar el pedalier o la horquilla. Incluso para los torpes, como yo, la funda era parte del juego. Los días que nos sorprendía la lluvia, guarecidos bajo una cornisa, matábamos el tiempo apretando tuercas.
Leo que la mitad de los automovilistas no sabe cambiar una rueda del coche. Eso no significa que la generación actual haya perdido habilidades. Es sólo una consecuencia indeseada del cambio de hábitos de una sociedad que se ha habituado a llamar a la grúa para que le cambien la rueda.
Delegar pequeñas tareas que antes solucionábamos nosotros ha cambiado nuestra mentalidad. De responsables hemos pasado a clientes, de causantes a exigentes. Se percibe hoy una tendencia a demandar a terceros –instituciones, empresas o a las circunstancias– deberes que antes resolvía la gente por su cuenta. Cada uno tenemos una responsabilidad personal ante el impacto que nuestras acciones tienen en el entorno. Cargar a otros con tus obligaciones es una forma de justificarse pero no logra ningún resultado.
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