«Con 400 euros no llega para nada. Si no fuera por mi suegra...»
Jon y Enara, padres de familia en Errenteria, constatan que la ayuda «se iría en el primer mes de guardería» si tuvieran que necesitar este servicio
g.l.
Domingo, 25 de marzo 2018, 08:50
Tan lejos y tan cerca. Vivir a uno u otro lado de la muga supone poder acceder a un abanico distinto de ayudas para las familias. Jon y Enara, vecinos de Errenteria de 35 y 34 años respectivamente, siempre han querido tener tres hijos. Han cumplido su deseo, pero lo han hecho «según hemos ido logrando unos recursos propios que lo permitieran, independientemente de las ayudas que hemos recibido de la Administración», reconoce el padre. De hecho, afirma que «el dinero y el periodo de permiso están bien, pero no creo que sean factores que vayan a fomentar la natalidad. Más decisivo resulta el entorno que tengas y la ayuda que te pueda ofrecer». En su caso, ni Gobierno Vasco, ni Seguridad Social. El verdadero soporte se llama Gema, la madre de Enara, la amona de las criaturas.
Hace diez años que Ane vino al mundo con un cheque bebé de 2.500 euros bajo el brazo, una buena contribución para sus primeros gastos, aunque perecedera. Jon pudo disfrutar de ella mientras asistía a su mujer -con 16 semanas de baja- durante doce días.
Desde entonces, las ayudas y permisos han evolucionado. Con el nacimiento de Aimar, hace ya cinco años, fueron 1.100 euros el primer año y otros 400 el segundo. Lo de los doce días del padre siguió igual. Pero con el tercero, Unai, de apenas tres meses, el pequeño empujón económico se prolonga durante seis años. «Tenemos que solicitar la ayuda todos los años y oscila entre los 400 y los 900 euros en función de la renta familiar».
Jon y Enara no se quejan. «Todo lo que nos llegue bien venido será, pero con 400 euros no vamos a mantener la familia. De hecho, esa cantidad sirve para financiar el primer mes de guardería de uno de los niños, así que menos mal que mi suegra está disponible, porque si no...», aclara Jon. Considera que «las ayudas tendrían que tener un seguimiento con otro tipo de recursos como plazas públicas en guarderías. Eso sí que fomentaría la natalidad. Cobrar esas cantidades y tener que contratar una canguro no sale rentable».
Lo de posponer la vuelta al trabajo «sí que puede ayudar porque para poder coger una reducción de jornada tienes que mirar bien las cuentas de casa y hoy en día está el tema para que los dos adultos de casa tengan que trabajar jornada completa».
Este año, con el nuevo permiso de cuatro semanas para los padres, Jon ha decidido prolongar ese periodo de tiempo en el que puede prestar una mayor ayuda en casa cubriendo media jornada durante ocho semanas en lugar de librar un mes completo. Así, trabajando de 8.00 a 12.00, ha podido aportar más a los suyos en casa.
De hecho, para este padre de familia numerosa, la clave para favorecer la natalidad es más una cuestión cultural, del conjunto de la sociedad y las empresas, que de ayudas de gobiernos.
Cita el ejemplo del bono social de la luz, por lo que la factura de Iberdrola le viene con una rebaja del 25% por familia numerosa. Pero sobre todo, valora la disponibilidad para poder atender asuntos familiares en circunstancias especiales. «Yo, por ejemplo, puedo acumular horas y coger días sueltos libres para atender a los niños si están enfermos o mi suegra no puede. Esas cosas y la flexibilidad de horarios valen mucho». Enara, en cambio, no puede, como operaria de fábrica, atender esas eventualidades si le pillan dentro de uno de los dos turnos que cubre, de 6.00 a 14.00, o de 14.00 a 22.00.
Aunque aseguran que las ayudas no les solucionan la vida, no se quejan y reconocen que «antes era peor, que en casa de mi madre eran ocho hermanos y eran los propios niños los que ejercían de niñeros».