«Esperamos trasladarnos a la cárcel de Zubieta en 2024»
Asegura que el reto es poder «mantener el contacto tan cercano que tenemos con los internos en Martutene» en el nuevo penal, cuyas obras terminarán en primavera
Después de toda una vida en la cárcel de Martutene, los últimos diez años como subdirector, Alfredo Gómez López (Portugalete, 1970) asumió la dirección del ... penal en febrero de este año tras la renuncia de la anterior directora. Un puesto al que accede cuando ha comenzado la cuenta atrás para decir adiós a la prisión donostiarra y trasladarse al nuevo edificio en Zubieta, un centro muy diferente que permitirá tener una mejor clasificación de los internos, pero en el que se corre el riesgo de perder esa «cercanía» con los presos que siempre ha caracterizado a Martutene. Afirma que la transferencia de prisiones a Euskadi ha «agilizado» la burocracia en los penales vascos y aún tiene en la retina el peor momento de su carrera: la pandemia.
– Les queda poco tiempo en Martutene. ¿Cuándo está previsto el traslado a la nueva cárcel de Zubieta?
– Las previsiones que nos trasladan desde el Ministerio del Interior de obra terminada es para la primavera de 2024. Pero desde ahí hasta que nos traslademos puede pasar un tiempo, porque hay que comprobar que todo funciona correctamente. El traslado de presos lo haremos en un día. Pero esperamos hacerlo antes de que termine 2024.
– Gestionar una cárcel como Zubieta será muy diferente.
– Queremos conseguir una inercia de funcionamiento similar a la que tenemos en Martutene. Nos va a costar unos meses y vamos a tener que modificar y adaptar nuestros protocolos y toda nuestra forma de trabajar. Uno de los principales retos que tengo como director es conseguir trasladar el contacto tan cercano que tenemos con los internos en Martutene a la nueva prisión. Va a ser difícil, pero no queremos perder esa cercanía.
«Una alteración del orden en Martutene afecta a toda la prisión, allí se quedará circunscrita al módulo en el que ocurra»
– Siempre se ha destacado esa cercanía con el preso como el aspecto positivo del penal de Martutene. ¿Qué ventajas va a tener la nueva cárcel?
– Muchas. No solo por tener unas instalaciones nuevas, sino porque nos va a permitir una clasificación interior. Martutene, exceptuando el módulo de mujeres que es independiente del resto de la prisión, forma un único módulo, en el que todos los internos comparten espacios comunes y hacen vida diaria juntos. El nuevo centro es modular, donde cada módulo es un pequeño penal en sí mismo, lo que nos da muchas ventajas a nivel tratamental, de convivencia y de seguridad. Una alteración del orden en Martutene afecta a toda la población penitenciaria, allí se quedará circunscrita a un módulo. Nos permitirá gestionar incompatibilidades entre reclusos, cuando ahora tenemos que trasladarlos a otra cárcel. Y algo muy importante es que se van a ampliar las instalaciones para impartir cursos de FP, así como la oferta de trabajo para los internos en servicios como cocina o lavandería, con la posibilidad de implantar empresas externas que empleen a los reclusos.
«No hay una tendencia al alza de presos conflictivos, pero sí de jóvenes que muestran una falta de respeto a la autoridad»
– ¿Cuál es el perfil del preso de Martutene actualmente?
– La población penitenciaria la forman 323 personas, 205 en régimen ordinario y 118 en régimen abierto, algunos por varios delitos. Respecto a estos, un tercio (93) son delitos con violencia (asesinato, homicidio, robo con lesiones...). Hay 85 delitos contra el patrimonio (robos, estafas), 67 de violencia de género, y 37 de delitos relacionados con drogas.
– ¿Cómo ha cambiado la gestión de la cárcel desde la transferencia de prisiones a Euskadi?
– En el día a día dentro del centro no se ha notado, pero en la dirección sí hemos notado cambios. La coordinación con Madrid era muy buena, pero ahora tenemos una mayor cercanía tanto física como de relación con Lakua, lo cual agiliza mucho la gestión burocrática. Además ahora solo somos tres centros que gestionar. También tenemos una mayor presencia del tercer sector, de ONG. Antes ya las había, pero el Gobierno Vasco lo ha potenciado.
– Lo que ha supuesto también es un menor margen en el traslado de presos conflictivos.
– Nos ha obligado a reinvertarnos. Antes teníamos muchas opciones y ahora está limitado a las tres prisiones vascas, lo que nos obliga a replantearnos la situación con algunos internos para tratar que encajen en el centro.
«Hay 323 personas cumpliendo condena en Martutene, un tercio de ellas por delitos con violencia»
– ¿Eso ha crispado el clima dentro de la prisión?
– Lo esperábamos, porque hay algunos internos que tienen una inadaptación clara y estarían mejor en otro centro con un marcaje más estrecho, pero pasado el tiempo no ha habido un aumento de la conflictividad. Martutene siempre ha sido una cárcel de perfil bajo y seguimos en esa línea.
– ¿Se ha subsanado el problema de falta de personal derivado de esa transferencia?
– La plantilla está cubierta. Es cierto que hubo un desajuste durante unos meses, en los que los funcionarios hicieron un gran esfuerzo y se trabajó con pocos errores y sin generar mucho retraso. Hacían falta 19 personas y en enero se incorporaron todas. Es gente muy joven pero muy preparada y en estos meses hemos tratado de facilitar su adaptación con los internos. Por otro lado, las pocas jubilaciones que estamos teniendo se están cubriendo casi de forma inmediata. En eso la transferencia nos ha beneficiado, porque a la hora de cubrir un puesto se hace con más agilidad.
– La anterior directora renunció al puesto por 'desgaste y cansancio'. ¿Es tanto el peso de dirigir una cárcel?
– Sí es un puesto que te puede llegar a desgastar, porque requiere una dedicación especial. Llevo diez años como subdirector, pero al final el director es el que resuelve. Y desde el primer día he sentido un peso especial en los hombros, porque si algo funciona mal, lo sientes como responsabilidad tuya. No sé si porque el centro es pequeño, pero Martutene requiere una implicación especial. Tienes que conocer cada detalle de lo que pasa y estar disponible 24 horas.
– ¿Cuál ha sido el momento más difícil que ha vivido trabajando en la prisión?
– La época Covid. Siempre nos preocupó que el virus no entrase en Martutene, porque por sus características el contagio entre internos iba a ser prácticamente inmediato. Era un estrés diario y fue difícil de manejar. Salió bien porque ni en 2020 ni 2021 tuvimos contagios. Pero en enero de 2022 tuvimos un positivo, hicimos un cribado y salieron unos 80 más. Fue un momento de mucha preocupación y tuvimos que tomar medidas urgentes. En estos años ha habido incidentes o conflictos puntuales, pero esos se olvidan.
Toda una vida dedicada a la prisión de Martutene
Alfredo Gómez López se estrena como director en la prisión de Martutene, pero conoce el penal a la perfección. Licenciado en Sociología, inició su carrera laboral en 1995 en la cárcel donostiarra, haciendo tareas de administración y vigilancia interior. Tras 14 años, en 2009 opositó para formar parte del cuerpo especial, y tras un año y medio en la cárcel de Bizkaia, donde se ocupó del servicio de gestión de penas, regresó a Martutene. En 2012 fue nombrado subdirector, ejerciendo como máximo responsable de la gestión burocrática del centro, de los expedientes judiciales de los internos. Desde 2018 ejercía como director accidental, en caso de que la titular se ausentase, y en febrero de este año asumió el puesto de dirección.
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