Protectora de animales de Gipuzkoa
«Cada día intentan abandonar entre tres y cuatro perros»La protectora acoge a más de 90 mascotas, donde el abandono no entiende de estaciones. «Los abandonos no son solo cosa del verano»
Naroa Ascunce
San Sebastián
Miércoles, 6 de agosto 2025, 00:03
Desde lejos, se oyen ladridos. Algunos intensos, otros apenas un quejido. Al cruzar la puerta, decenas de ojos se clavan en quien entra, como si en cada visita pudiera estar esa familia que tanto tiempo llevan esperando. La Protectora de Gipuzkoa acoge actualmente a unos 90 perros, además de alrededor de un centenar de gatos, tres conejos, cuatro cabras, varios burros, ponis y una yegua. Cristina Mintegui, su encargada, lleva años entregada a este lugar que se sostiene a base de trabajo y empatía.
Pese a la creencia extendida, los abandonos no se disparan con la llegada del verano. «Todos los días recibimos entre tres y cuatro mensajes de personas que quieren deshacerse de su animal. No es un problema de temporada, es constante», lamenta Cristina. A día de hoy los dueños que por diversos motivos ya no quieren seguir con sus mascotas contactan con la protectora a través de WhatsApp o correo electrónico para dejarles el animal. Aunque les gustaría poder ayudar a todas las personas, no pueden «aceptarlos a todos. No tenemos espacio infinito».
Ante este problema, desde la protectora piden a quienes contactan con ellos que les envíen fotos del animal para publicar su caso en redes sociales y, con suerte, encontrarles un nuevo hogar. «A veces funciona y otras no, en esos casos intentamos buscar alternativas. Hace años cuando no existían esos canales de comunicación no éramos conscientes de la cantidad de gente que desea librarse de ellos», indica Mintegui. El pasado año la protectora acogió a treinta perros y gatos porque sus dueños no podían hacerse cargo de ellos por causas de fuerza mayor como desahucios, defunciones o malos tratos, entre otros. Sin embargo, a diario se encuentran con intentos de abandono con excusas banales. «Nos dicen que se mudan a un piso donde no les dejan tener animales, que el niño tiene alergia, que se han separado… Algunas historias son reales; otras, no tanto».
Un caso reciente que recuerda Cristina es el de un hombre que apareció en la puerta de la protectora sin avisar con su perro bajo el brazo. «Nos dijo que se iba de vacaciones y no quería pagar una residencia. Pretendía que nos lo quedáramos aquí mismo, sin más. Que ya no lo quería más», explica Mintegui. A veces, prosigue, «algunos de estos dueños acompañan a su mascota a la jaula y se marchan con una sonrisa en la cara, mientras el perro se queda mirándolos. Muchos pasan días en esa posición, sin moverse, llorando o ladrando», cuenta.
Adopción de perros y gatos callejeros
Aunque la mayoría de animales que llegan a la protectora son perros, también se encuentran con abandonos de gatos domésticos, muchos de los cuales no se adaptan al refugio y fallecen de pena. «Son animales que han vivido, por ejemplo, ocho años en un piso y de repente se ven encerrados en una jaula, sin comprender nada. Simplemente dejan de comer y de beber. Es una muerte silenciosa, pero muy real. Hacemos todo lo posible, pero…».
En cambio, para los gatos callejeros recogidos en la calle «esto es el paraíso». En la protectora también reciben a muchos animales que son encontrados vagando por la calle, bien porque se han escapado de sus casas o simplemente porque sus dueños les han abandonado a su suerte. «La gente cuando los ve nos suele avisar por teléfono y acudimos rápidamente».
Un plazo de 15 días andes de dar en adopción
Una vez en la protectora, lo primero es comprobar si tienen chip. «Precisamente gracias a él es más difícil abandonarlos». Si lo tienen, tratan de localizar a la familia; si no, se activa el protocolo veterinario: desparasitación, vacunas, identificación... «Y esperamos un plazo obligatorio de 15 días por si aparece la familia». Después, legalmente puede darse en adopción. Lo más duro de su trabajo, confiesa, es ver las condiciones en las que llegan algunos animales. «Este invierno, por ejemplo, trajeron un perro malinois que pesaba solo 13 kilos cuando debería pesar 30. No podía ni andar». Es precisamente una de las razas que más llega a la protectora, junto a los pitbulls. Estos últimos estan catalogados como potencialmente peligrosos y la normativa obliga a los dueños a sacarse una licencia. «Algunos nos dicen que no les apetece pasar por todo ese proceso. Yo les contesto que para conducir un coche también hace falta un permiso», comenta entre risas Cristina.
El proceso de la adopción es imprevisible, hay animales que se van al día siguiente de llegar, otros que llevan años esperando. Como 'Lou', un pitbull que llegó en 2017 y aún no ha encontrado familia. «Muchas personas no los adoptan porque insisten en buscar un cachorro pequeño, sin pensar que va a crecer. O dicen que no tienen espacio o que quieren algo tranquilo. No se dan cuenta de que los grandes no molestan: se tumban en una esquina y ahí se quedan todo el día», explica Cristina mientras sonríe cuando habla de 'Lou'. «Estamos deseando que lo adopten. Es lo mejor de nuestro trabajo: ver cómo un animal encuentra un hogar. Aunque a veces nos encariñamos tanto que cuesta despedirse. Pero luego te mandan fotos desde su nueva casa y no parecen los mismos».
Sin embargo, hay animales que por difentes circunstancias nunca llegan a ser adoptados. «Son canes que les falta una pata, un ojo, tienen la cadera dislocada o son demasiado mayores», explica Mintegui. «Ellos viven en una zona separada del resto y ya no están disponibles para adoptar».
Además de perros y gatos, por las instalaciones del refugio han pasado cerdos vietnamitas, cabras, burros y hasta gallinas que «fueron encontradas en pleno centro de Donostia». También «pavos reales del parque de Cristina Enea que se desorientan y terminan perdidos por la ciudad hasta que algún vecino nos llama». A la protectora se accede con cita previa llamando al 943 37 66 50 y, a veces, esas visitas terminan en adopciones. Para los animales que aún esperan su oportunidad, Cristina y su equipo se esfuerzan a diario por ofrecerles la mejor vida.
«No hace falta voluntarios, pero se puede ayudar con material»
La protectora es un lugar perfectamente organizado, donde se vive por y para los animales las 24 horas del día. Quince personas trabajan en turnos mañana y tarde, más una persona que cubre las noches. A las siete de la mañana comienza la limpieza, se sacan a los perros a una campa exterior, se les alimenta y se desinfectan las jaulas. Por la tarde, nuevas salidas al patio y más cuidados.
«Cada perro sale al menos dos o tres veces al día. Aquí no necesitamos voluntarios Este trabajo lo hacen profesionales con contrato. Está todo organizado. Pero quien quiera ayudar puede traer mantas, sábanas, camas, rascadores de gatos, pan duro para los caballos o cabras...».