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Los domingos son un día marcado en rojo en el calendario de la donostiarra Stella de la Cal. Nunca falta a su cita con la ... cuadrilla de Juantxo Lopetegi y el resto de sus compañeros de la asociación en favor de las personas con discapacidad intelectual de Gipuzkoa Atzegi. A veces toman un café, otras pasean por Donostia... Si llueve, hacen uso de los juegos de mesa para pasar una tarde de piques y risas, y cuando hay un plan cultural, no dudan en acudir al teatro o al cine, dependiendo del día. Hace tres años que Stella entró en el grupo de voluntarios de Atzegi y desde entonces no se imagina un fin de semana sin verles. Si le sale otro plan, lo rechaza. Desde las 16.30 hasta las 19.00 horas está ocupada. «Es una de las mejores decisiones que he tomado desde que me he jubilado», dice esta mujer que ahora tiene 74 años mientras comparte una mirada cómplice con Juantxo, que sentado a su lado está a punto de agitar el cubilete para echar el dado y empezar una partida de parchís. Es uno de sus juegos preferidos.
Stella y Juantxo se han hecho íntimos. Gracias a personas como ella, él, que también es de San Sebastián, y el resto de sus compañeros de Atzegi pueden disfrutar de actividades lúdicas con las que «tanto disfrutan». Desde la asociación, han lanzado una campaña para que mayores de 55 años se animen a ser voluntarios y ofrezcan sus conocimientos y compañía a las personas con discapacidad intelectual que así lo deseen. A Juantxo le parece «imprescindible» esta figura. Él es «feliz» cada vez que se junta con Stella o con cualquiera de las voluntarias con las que coincide en sus días de baile moderno, piscina y 'txolarte', como se le llaman a los grupos de ocio y tiempo libre de Atzegi y en los que precisamente Stella participa cada fin de semana.
Ella llegó a este voluntariado «de casualidad». Después de haber vivido ocho años en Andalucía regresó a San Sebastián. Es «muy inquieta» y cuando sus hijos se hicieron mayores empezó a plantearse cómo llenar el tiempo libre que le había quedado. Se apuntó a un voluntariado con menores, pero «no requería demasiada implicación».
Stella de la Cal
Voluntaria de 74 años
Pasó el tiempo y, tras dejar de trabajar, una amiga le recomendó retomar el acompañamiento a personas que así lo necesitan. Tenía dudas. '¿Qué puedo hacer yo por ellos?', se preguntaba una y otra vez. Pero un día, mientras caminaba por la avenida de Navarra, en el barrio donostiarra de Gros, se topó con la sede de Atzegi. «Entré de manera espontánea, sin haberlo pensado antes», recuerda «feliz» de haber tenido ese impulso. Dejó sus datos y al tiempo le llamó la responsable del voluntariado de esta asociación, tuvieron una entrevista y en septiembre arrancó su aventura con las personas con discapacidad intelectual.
Si hasta entonces «pasaba los domingos en casa, en el sofá, sin hacer más cosa», ahora el último día de la semana se ha convertido en uno de sus preferidos. «Siempre se dice que ellos te aportan más de lo que tú les das, pero la realidad va más allá. Cuando estoy con Juantxo y el resto de personas de Atzegi siento que mis cualidades positivas se disparan. Me doy cuenta de que puedo ser más feliz de lo que creo, reírme más de lo que hago habitualmente... Es una satisfacción», reconoce. «Es como si las emociones buenas se acentuaran cuando compartes tiempo con ellos».
Los voluntarios y profesionales de Atzegi tienen un grupo conjunto en el que cada semana se propone un plan. «Suelen ser paseos por alguna zona concreta de la ciudad y un café, quedar para tomar un chocolate caliente, ir al fútbol a ver a la Real Sociedad o visitar el Aquarium, entre otras cosas». Desde luego, no se aburren. Stella siempre ha sido «muy inquieta», por lo que sus nuevos domingos le vienen que ni pintado. Además, siente que el voluntario le va «muy bien» porque «no solo se ayuda a quien lo necesita, sino que también sirve para que en este caso los voluntarios mayores nos mantengamos activos, tanto mental como físicamente», reflexiona. Es su turno. Tiene que tirar el dado y mover ficha. Juantxo coge la palabra.
Juantxo Lopetegi
Usuario de Atzegi
Para él, que tiene discapacidad intelectual, los domingos también son días únicos. Vive con su hermana, con la que está «muy a gusto», pero tener la oportunidad de pasar un tiempo fuera de casa, con otras personas, es todo un regalo para él.
Entre semana, acude a un centro 'garagune' de la Fundación Goyeneche, donde realiza diferentes tareas, como «ayudar a cocinar». Después, se toma «el café de la tarde», una vez ha salido de este recurso, donde suele pasar gran parte del día –sale alrededor de las 16.00 horas– y, depende del día, va a «clases de baile o piscina» con Atzegi. Pero una de las citas que más le gusta es la que tiene con su cuadrilla y los voluntarios los domingos. «Y una vez al año hacemos 'kuadrilla eguna', el último fue en Errenteria. Nos lo pasamos muy bien», señala, y se dirige a Stella. «Gracias a vosotras podemos hacer muchas actividades. No sé qué haríamos si no estuvierais».
La asociación en favor de las personas con discapacidad intelectual de Gipuzkoa Atzegi busca voluntarios mayores de 55 años, si bien todas las personas tienen cabida en su organización, por donde cada año pasan unos 300 voluntarios «ya sea para inciativas que requieren estabilidad y compromiso o de forma puntual». Precisamente con el objetivo de acompañar a aquellos usuarios que necesitan de más estabilidad en el tiempo, Atzegi ha lanzado una campaña para atraer a personas más mayores, porque, según explican desde la asociación, una vez jubiladas tienen más tiempo y conocimientos para compartir con las personas que participan en las actividades de Atzegi. Los interesados pueden ponerse en contacto en el teléfono 943 28 29 11.
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