Varias veces he hablado en esta columna de Starlink, una constelación de satélites a baja altura que proporciona internet a alta velocidad y baja latencia – ... el tiempo que tarda en establecerse la comunicación– prácticamente en todo el mundo. En estos momentos están lanzados más de 1.700 satélites de esa constelación. Todo apunta a que la competencia va a ser feroz, lo que creo que es bueno para nosotros, sus posibles usuarios. Otra compañía, de nombre Oneweb, ya ha lanzado 358 satélites con el mismo propósito. En 2019 se anunció un nuevo competidor, la constelación Kuiper, una subsidiaria de Amazon. Ya sabemos que los líderes de Starlink, Elon Musk, y el de Amazon, Jeff Bezos, compiten en varias aventuras espaciales. La constelación Kuiper es más modesta, al menos inicialmente, que Starlink. «Tan solo» 3.236 satélites frente a los 12.000 de la primera. Starlink ya opera en algunos países. Kuiper espera que algunos de sus satélites estén operativos a finales de 2022.
Para los que vivimos en ciudades, con fibra óptica que llega hasta nuestra casa, todo eso puede parecernos lejano o incluso ridículo. Pero tengo varios amigos que viven lugares no muy accesibles y cuyas comunicaciones son de pésima calidad. Con las nuevas redes satelitales eso puede evitarse a un precio razonable.
¿Y qué me dicen de las comunicaciones desde el mar, desde los desiertos, desde las selvas, desde las cumbres de altas montañas?
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