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La historia con final feliz que protagonizaron Fátima Román y el niño de tan solo un mes que reanimó en pleno vuelo ha tocado la ... fibra sensible de muchísimas personas. La noticia publicada en exclusiva por este periódico corrió como la pólvora en Bera, municipio en el que reside, donde sus compañeros de la Residencia de Ancianos San José la recibieron por todo lo alto, con póster personalizado incluido. El resto del día se desarrolló entre un sinfín de entrevistas, mensajes y llamadas de felicitación. «Estoy abrumada. Todavía no soy consciente del impacto que ha tenido la noticia. El móvil no paraba de sonarme durante toda la mañana. He tenido que dárselo a la directora de la residencia para que ella atendiera a las llamadas mientras yo trabajaba», cuenta Fátima.
«Los residentes no paraban de darme abrazos y besos cuando han leído la noticia en el periódico. Hasta me han hecho un póster con unas fotos de Superwoman», confiesa la hernaniarra. En palabras de la propia Fátima, el día de ayer fue «una locura». La ola de familiares y amigos que intentó contactarla terminó por desbordar su teléfono. «Me ha llamado una tía de Cáceres llorando de felicidad porque había visto la noticia, no podía ni hablar. Todos mis amigos me han contactado también para felicitarme».
En un principio, la hernaniarra no quería que el suceso trascendiera. «Me daba vergüenza, no quería contarlo». Pero Rafa Sarobe, marido de Fátima, insistió en sacarlo a la luz. «Me dijo que una historia así tenía que saberse. Contactó con la ONCE, porque los dos somos afiliados, y decidimos hacerla pública». No obstante, no esperaban que la noticia tuviera tanto alcance. «Ni me imaginaba que pudiera llegar a tanta gente. Ha tenido un impacto brutal».
«Entre tanta guerra, por fin tenemos una noticia buena en los telediarios». Esta es la principal reflexión que ha recibido la familia por parte de amigos y vecinos. «Todos me dicen que es importante que tengamos noticias así entre tantas desgracias», cuenta Rafa. El marido de la hernaniarra que salvó la vida al pequeño narra cómo vivió la situación. «A mitad de vuelo vimos que en la parte delantera del avión estaban solicitando un médico. Pensábamos que era algún bajón de azúcar o algo de urgencia menor, pero enseguida las azafatas empezaron a correr por los pasillos con rictus de preocupación».
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Fue entonces cuando Fátima dio un paso adelante. «Se fue para allá y yo me quedé detrás. Es auxiliar de clínica, así que pensamos que podría ayudar. Iba pasando el tiempo y no le veía aparecer por el pasillo. Entonces anunciaron el aterrizaje de emergencia en Jerez». Unos minutos después, Fátima volvió a aparecer. «Todo el avión empezó a aplaudir y vi que Fátima venía por el pasillo. Cuando llegó a nuestro sitio le entró el bajón. En el momento de reanimar al bebé estaba tranquila pero después le llegó la congoja». Toda la familia ha percibido la dimensión que ha alcanzado el hecho. «Mi hijo pequeño está haciendo la PAU y hasta su profesor le ha dicho que ha visto a su madre en la televisión. Los amigos de mi hijo mayor también se lo han dicho. Es una heroína», reconoce Sarobe. Ahora, tanto Fátima como Rafa esperan dar con la familia del bebé para conocer su estado. «Sólo queremos que nos contacten para saber que está vivo y que está bien. Esperemos que este revuelo sirva para ello».
Aitor Villarón está acostumbrado a pasar la mayor parte de su día a día volando. Este lasartearra de 24 años es tripulante de cabina y conoce de primera mano los protocolos que se activan en situaciones como la que se vivió en el vuelo entre Las Palmas de Gran Canaria y Hondarribia el pasado domingo. «Lo primero debe ser pedir la asistencia de un médico o sanitario que se encuentre en el avión», explica Villarón. «La tripulación está formada en primeros auxilios, sabemos hacer RCPs y realizar maniobras de reanimación. Podemos utilizar desfibriladores y nosotros hasta tenemos un kit para partos en los aviones de la aerolínea». Pese a contar con conocimientos sanitarios, se prioriza la actuación de personas con una mayor preparación. «Si no hay ningún sanitario a bordo, actuamos nosotros. Cada tripulante adopta un rol. Uno asiste al afectado, otro ejerce de comunicador con el comandante y el resto atiende a los pasajeros para facilitar la intervención».
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