Los colegios se sienten «maniatados» y urgen una salida ante el impacto por un mes de huelga
Directores de centros de Gipuzkoa creen que las familias no pueden asumir más coste
El anuncio de un mes de huelga en la escuela concertada no ha cogido por sorpresa a ninguno de los directores de los centros afectados ... en Gipuzkoa. «Es triste», pero es así. El bloqueo en la negociación entre Kristau Eskola y los sindicatos es tan evidente, tan férreo, que incluso hasta los que se definen como optimistas no ven clara una vía de solución de aquí al 7 de noviembre para evitar la «grave» afección a los alumnos y a las familias que advierten con «mucha preocupación». Los responsables de colegios concertados de iniciativa social en el territorio son otra de las partes afectadas, pero sin capacidad de intervención directa. «Estamos en medio» de un conflicto laboral que se prolonga ya durante años, coinciden, en alusión a la falta de renovación del convenio desde hace una década. Unas posiciones que se enconan cada vez más sin visos de acercamiento, y en el que, al final, ellos sienten y tienen la responsabilidad de responder ante las familias.
Muchos ya han recibido llamadas y mails de padres planteándoles qué va a pasar. Pero de momento, ninguno tiene respuesta. La única baza en su mano por ahora es intentar prepararse para unos paros prolongados que en cada centro y en cada nivel educativo han tenido en las últimas convocatorias una repercusión dispar; y llamar al entendimiento a las partes. Si es preciso, inciden, con ayuda del órgano de mediación del Gobierno Vasco, que hasta ahora no se ha solicitado.
Ana Ollo Colegio, El Pilar (Irun)
«El pasado curso ya tuvimos que devolver alguna cuota a los padres»
En el colegio El Pilar, de Irun, la convocatoria de huelga cayó como un jarro de agua fría. «Lo recibimos con gran preocupación», reconoce su directora, Ana Ollo, que tiene muy presente la incidencia que en su centro provocaron los paros de hasta una semana secundados el pasado curso y teme que con un mes de huelga, esa afección a las familias y «al proceso formativo de los chavales» se multiplique. La responsable de este centro con más de 700 alumnos asegura que «todas las partes queremos resolver» un conflicto que se remonta a 2009, pero no lo ve claro.
«Ayer ya empecé a recibir correos de familias preguntando qué iba a suceder», explica.
-¿Y cuál fue su respuesta?
-«Pues que había hablado con Kristau Eskola para preguntar si tenían noticias, pero me dijeron que no hay avances, que la diferencia mayor está en el aspecto económico, en el salario, que los sindicatos no quieren vincular los sueldos con la financiación del Gobierno Vasco y si no es así, los centros no podemos asumir los aumentos que se solicitan». Ana Ollo incide en que «esos incrementos no pueden recaer en las familias».
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En El Pilar, la incidencia de las convocatorias anteriores fue «relativamente importante», recuerda. Y aunque «intentamos atender lo máximo posible con los trabajadores que no las secundaron», los alumnos de Secundaria lo notaron especialmente. «Infantil y Primaria estuvieron mejor atendidas, a veces con clases y otras con servicio de guarda, porque no se puede suplir a nadie en su puesto de trabajo cuando hace huelga», advierte.
Y ahora, ante una convocatoria de un mes «continuado», «más potente y más seria», teme mayor afección aún si no se replantean las posiciones. «Ayer (por el martes) también se puso en contacto conmigo la Ampa para pedir información, pero es que no tenemos más, que lo que sabemos es por la prensa y les dije que si había movimientos de los trabajadores del centro o si Kristau Eskola nos comunicaba algún avance se lo haríamos saber».
Esta incertidumbre, que se ha ido acrecentando durante el verano con altas dosis de desasosiego, pone a los centros «entre la espada y la pared», resume la directora. «Nosotros no tenemos capacidad para responder a esto», incide. Por lo que no ve más salida al bloqueo que el Gobierno Vasco medie. «Es el que tiene la llave», considera. Y si no se usa ese instrumento, «veo difícil una solución». «Nosotros nos financiamos gracias a los conciertos, y si ahí no hay un cambio... O si los sindicatos, por otro lado, tampoco ceden o rebajan sus peticiones... está complicado», plantea.
Ese bloqueo tiene además de en lo educativo y en la conciliación familiar, otra repercusión que algunas familias ya han planteado y que en El Pilar ya se ha ejecutado en varias ocasiones. Y es el pago de cuotas del colegio. «Nosotros hemos hecho alguna devolución algún día, sobre todo en 2 años porque no está concertado y no pudimos atenderles, y también en comedores», indica, mientras aprovecha para pedir al Gobierno Vasco que decrete unos servicios mínimos más amplios porque los últimos eran «ridículos». «El curso pasado intentamos dar la máxima respuesta posible a las familias con el personal que teníamos, pero es insuficiente».
Javier Cortés, Summa (Donostia)
«El único perjudicado es el alumno, ni la patronal ni el Gobierno Vasco»
El director de Summa tiene claro que el conflicto «está enquistado por una voluntad explícita», y por eso, «esperaba» esta nueva convocatoria, mucho más contundente que las anteriores y con aviso de que pueda convertirse incluso en huelga indefinida. Javier Cortés cree que en la negociación se «están empeñando en ir más allá» de las «posibilidades reales» que tiene la concertada y recuerda que toda la financiación «que no venga del Gobierno Vasco tienes que repercutirlo a las familias», a las que cree que «presionar más sería abusivo». «Es un poco sorprendente que firmen cosas similares con las ikastolas y no con la concertada», advierte en una crítica abierta a unos sindicatos a los que ve «empecinados» en mantener este conflicto cuando ve «razonable» la oferta de la patronal para los trabajadores. «Son condiciones laborales asumibles», opina, y advierte de que «los planteamientos económicos» puestos encima de la mesa «hundirían a los colegios», que «igual es el objetivo, debilitar la concertada...».
El director de Summa, donde estudian 2.120 alumnos y cuentan con más de 200 trabajadores entre profesorado y personal de servicios, reprocha sin matices el bloqueo. Y advierte de que en Educación, «el único perjudicado» en una huelga es «el alumno». «Ni al Gobierno Vasco ni a la patronal», añade. «Si tú quieres presionar a alguien, no presiones al más débil. No entiendo cómo no lo ven».
La incidencia de los paros anteriores en Summa no fue muy relevante. Pero Cortés advierte de que «lo peor puede ser» la incidencia a los cursos más bajos de infantil o a Bachiller, «donde los alumnos se juegan el futuro». Por eso espera que dada la incomunicación entre las partes, se recurra a una mediación para desbloquear una situación en la que también cree que «los centros estamos atados de pies y manos».
Pello Agirrezabal, Herrikide (Tolosa)
«Enseño mediación a mis alumnos, ¡cuánto tenemos que aprender de ellos!»
Los alumnos de 5º y 6º de Herrikide recibieron dos horas de formación para mediar en conflictos. «¡Cuánto tenemos que aprender de los alumnos!», exclama como primera consideración Pello Agirrezabal, director de Infantil y Primaria de Herrikide. Tampoco él se llevó ninguna sorpresa por la convocatoria de huelga, en la que no entra a valorar las posiciones de cada parte. «No culpo a nadie, cada uno tiene su parte de razón», indica, en la línea que plantea también a sus alumnos, a quienes marca como objetivo que aprendan estrategias para que ante un conflicto busquen el «y ahora qué». Es decir, los puntos de unión, de encuentro para resolverlo.
El responsable del centro, donde los paros del curso pasado tuvieron incidencia dispar según el día, sobre todo en Infantil y Primaria, apela a esa mediación. «Da pena» la situación actual, reconoce. Y aunque no pierde su optimismo, lo es «por naturaleza», dice, confía en que se halle ese punto intermedio. Desde su posición, dice, mientras tanto procura «cuidar las relaciones» en su centro de trabajo, «que no haya fracturas» entre equipo de dirección y trabajadores, y confiar en que la «rabia» que sienten ahora las familias se alivie, con una resolución satisfactoria del conflicto.
Jon, Jesuitak (Donostia)
«Afecta a la organización doméstica familiar y a los resultados académicos»
«Miedo». Esa es la sensación que invadió a Jon Arruti al enterarse el martes de la huelga. «Sabíamos que iba a ser duro, pero un mes nos pone en una dinámica muy diferente a los paros de 4 u 8 días del pasado curso», previene el director de Jesuitak, con más de 1.500 alumnos y 200 profesores y personal no docente-. Arruti habla como director pero muestra también su preocupación como padre por «la implicación» del paro «en la organización doméstica» de las familias con niños más pequeños, y por «los efectos sobre los resultados académicos» de los mayores, que pueden ver «lesionado su derecho a la educación». Ahí, en esa disyuntiva, entre dos derechos legítimos, el de los trabajadores y el de los alumnos sitúa un debate donde «nosotros, el colegio, estamos en medio». Y al que si ve alguna salida sería «la vía de la mediación».
Arruti considera «legítimas» las reivindicaciones de los trabajadores y las quejas de las familias, a las que garantiza que el colegio, pase lo que pase, prestará «servicio de comedor, autobús y ampliación de horario, y nuestra prioridad es que todos los niños estén atendidos».
El Gobierno Vasco ve «lógica» una mediación en el CRL
El Departamento de Educación del Gobierno Vasco no se ha pronunciado sobre esta nueva convocatoria de huelga, pero ayer sí lo hizo Trabajo, la consejería donde se residencia el instrumento de mediación laboral a la que apelan colegios y familiares. Fuentes del departamento consideraron «lógico» que se utilice el instrumento del Consejo de Relaciones Laborales (CRL) para desbloquear esta situación. Pero son las partes directamente implicadas, las patronales y los sindicatos, las que deben solicitarlo y de momento no lo han hecho.
El Ejecutivo insiste en que no tiene intención de «interferir» en un conflicto «meramente laboral» y se limitan a mostrar su disposición a mediar si se lo requieren. «El Gobierno Vasco ayudará en lo posible, pero no se inmiscuye en las negociaciones», dijo la consejera de Empleo que constata que «un mes sin clase no será nada positivo» para los alumnos.
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