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Bar Avenida en la avenida Gipuzkoa de Irun. DV

La carta de despedida de un guipuzcoano al bar de su vida en el que jamás se tomó un café: «Nunca lo hice y ya no será posible»

Un vecino de Irun ha dedicado un texto al bar Avenida, recientemente cerrado en la localidad

Javier Medrano

San Sebastián

Jueves, 25 de septiembre 2025, 06:55

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Los bares dejan marca. Espacios donde uno mira la vida pasar y que configuran los recuerdos y experiencias de la suya propia. Decenas de momentos que se guardan en la memoria y que un vecino guipuzcoano ha querido recordar para no olvidarse nunca de ellos tras ser conocedor del cierre y puesta en venta del bar Avenida de Irun, un popular establecimiento del municipio que recientemente ha bajado la persiana de manera definitiva.

«Ayer pasé frente al bar Avenida en la avenida de Gipuzkoa y estaba cerrado. Nunca lo había visto así, con la persiana bajada y un cartel de «Se vende». Y me dio un pellizco de tristeza», arranca la carta de despedida del irundarra, Ángel Amaro, autor de un emotivo texto en redes sociales que ha recibido decenas de comentarios de otros vecinos de la localidad, que se han sumado al lamento por el cierre.

«He pasado muchas veces, subiendo o bajando, por delante del Avenida y siempre miraba hacia dentro porque me fascinaba su interior: grande como un salón de baile, con una barra larga y su ventanal al fondo con una luz que, según que hora, se veía un poco turbia. Con el paisanaje del barrio como contrapunto perfecto a su atmósfera abigarrada y única. Y ese jamón colgado como reclamo de cosas buenas, de cuando solo comprábamos el jamón «del bueno» en Navidad sin saber que existía el ibérico y que, cuando llegó a nuestras vidas, ya no hubo marcha atrás», continúa.

«Esa estampa me hacía soñar. Pensaba que tenía que entrar para tomar un café, porque seguro que lo harían muy bueno, y para olisquear por aquel espacio de tanta vida. Pero nunca lo hice. Bueno, entré unas cuantas veces para pedirles los carteles de cine que mostraban en la cristalera. Nunca me dijeron que no y me los guardaban amablemente. Allí conseguí los de «Mogambo» o «West Side Story» que guardo como reliquias. Eran otros tiempos, de cines y de bares», prosigue el vecino, en un texto al que acompañana dos fotografías del bar, tanto de su fachada exterior como de su interior, «remozado, con unos colores tropicales imposibles pero con el mismo ambiente de siempre pero, ay, sin el jamón colgado».

«Ayer tarde me di cuenta de que ese « Vende» ha roto mis ilusiones, de que ese café con tantos años de retraso ya no será posible, de que no volveré a ver los balones sobre las repisas, el garrote de la esquina, los extractores giratorios del fondo ni el microondas futurista. Todo quedará para el recuerdo. Como en las películas, las de aquellos carteles que me guardaban y donde, al final, lo que pudo ser nunca pasaba. Mi recuerdo y agradecimiento al bar Avenida. Por tanto años de trabajo, por ser capaces de mantener un pedazo de otros tiempos que evocaba recuerdos felices y por su generosidad. Y que sepa, si alguien lo lee, que nos ha quedado pendiente un café».

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