Según los estudiosos de estas cosas, estamos al final de una era de 250 años. Comenzó en el siglo XIX con la Industrialización y culminará ... en 2050. La humanidad funciona por ciclos, eras y periodos. Átate los machos. 'Carpe Diem', nos quedan dos sanfermines y dos tomatinas de Buñol. La historia demuestra que todos los finales civilizatorios han sido dolorosos. Guerras, caos, falta de principios morales, negación de la espiritualidad y la aceptación de la esclavitud como una institución más del Estado. Dirás que se me va la olla, que estamos en el XXI, esto es una democracia y somos miembros de la UE. Me parto la caja, tío. Lo mismo decían los patricios del senado de Roma.
Y aquí quería llegar. Muchos historiadores asemejan la caída del imperio romano con la decadencia de Occidente (de España, mejor ni hablamos). Tampoco te rasgues las vestiduras con lo de la esclavitud. Ningún Espartaco nos va a salvar de la esclavitud digital ni de Elon Musk. No tendrás nada y serás feliz. Desaparecerá la libertad de expresión y de pensamiento y seremos gobernados por robots. Aunque todo tiene sus pros y sus contras. La idea de que haya un robot humanoide en Moncloa, apolítico, desideologizado y eficaz, elaborando los presupuestos generales del Estado y gestionando el reparto de recursos para incendios, danas, volcanes y terremotos me parece una utopía, un acierto, un pelotazo. O sea, mi sueño húmedo y no sigo. Que luego todo se sabe.
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