Miles de inmigrantes cruzan la frontera. El diputado Delzangles pide su repatriación general «porque Francia no debe convertirse en el vertedero de Europa». El diputado ... Ybarnégaray reclama «medidas de extrema urgencia» ante la «intolerable amenaza» que constituye la presencia de millones de extranjeros. El ayuntamiento de Baiona también exige su expulsión. El Gobierno francés anuncia la construcción de un centro al pie de los Pirineos para acoger a los solicitantes de asilo, y los alcaldes de la zona protestan: no cuentan con suficientes medios policiales para defenderse de los refugiados, que podrían pulular por los pueblos robando y atacando a los vecinos. Todo esto ocurre en la primavera de 1939. Miles de vascos han huido de la Guerra Civil, malviven amontonados, hambrientos, ateridos y enfermos en las playas mediterráneas, encerrados entre alambres y vigilados por guardias. Cuando el Gobierno Vasco en el exilio y las autoridades francesas acuerdan la construcción de ese campo para los refugiados en Iparralde, se topan con el rechazo de los gobernadores locales simpatizantes del franquismo. Jean Mendiondou, alcalde de Oloron y diputado de la Izquierda Independiente, ofrece su distrito: por eso construyen el campo en Gurs, en el Bearne. Mendiondou será destituido en 1940 por el Gobierno de Vichy, títere de los nazis. Por Gurs pasarán 6.555 vascos, otros miles de republicanos, luego Vichy lo usará para encerrar a «gitanos, judíos y demás indeseables».
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