Agresión sexual a una menor
«Me puso debajo de él, me agarró de las manos y no me soltó hasta que eyaculó»La presunta víctima de una agresión sexual cuando tenía 14 años reconoce que la relación con un hombre de 23 era «tóxica» y él niega contactos íntimos
«Me puso debajo de él, me agarró de las manos y no me soltó hasta que eyaculó». Es el testimonio de una joven que ... en el verano de 2020, cuando tenía 14 años, sufrió presuntamente una agresión sexual a manos de la que entonces era su pareja, un hombre adulto nueve años mayor que ella. Él, por su parte, niega haber mantenido contactos íntimos con ella, si bien reconoce que mantenían una relación «tóxica» en la que las discusiones eran «constantes». «Durmió 4 o 5 veces en mi casa, pero como una amiga suya me dijo que era menor de edad, nunca hicimos nada», ha señalado.
Sin embargo, en la primera sesión de la vista oral celebrada este lunes en la Audiencia Provincial de Gipuzkoa, la mujer ha insistido en que días previos a los hechos enjuiciados ya habían mantenido una relación sexual completa «consentida», si bien ha matizado que la segunda «fue forzada». «Le dije que parara, que no quería hacerlo, pero me tenía agarrada muy fuerte y yo no podía moverme», ha revelado en la sala ante el tribunal. «En cuanto terminó me puse a llorar porque era una niña y no entendía nada. A la mañana siguiente, me fui de su casa», ha añadido visiblemente afectada.
Los hechos tuvieron lugar en julio de 2020 en la vivienda del presunto agresor, situada en Zumarraga. La víctima y el procesado, que en aquel momento vivía junto a su madre y su abuelo, se conocieron a través de varios amigos que tenían en común y un día fueron «a beber» a un bar de la localidad, adonde solían acudir «todos los fines de semana», según declaraciones de una testigo de lo sucedido, amiga de ambos.
La primera noche que tuvieron contacto físico, cuenta la víctima, «él me empezó a tocar las piernas en el bar delante de mis amigos y, como no estaba a gusto, les dije de irnos y eso hicimos. Habíamos bebido». En palabras de la joven, el investigado preguntó esa misma noche por su edad a un amigo en común, y este le dijo «claramente que yo tenía 14 años», algo que el hombre niega con rotundidad. «No fue hasta pasado un tiempo cuando me enteré de la edad real», ha dicho él. No obstante, la Fiscalía mostró varias capturas de conversaciones en las que se podía leer: «'Que te saco 9 años, eh'».
Pese a lo ocurrido, un día más tarde la víctima y el investigado volvieron a quedar junto a su círculo de amigos. Salieron de fiesta, consumieron alcohol y, «tras varios besos», ha confesado la joven, él le propuso ir a su domicilio. «Esa primera noche que dormimos juntos no pasó nada, solo hubo tocamientos de él hacia mi, pero nada más». Siguieron viéndose y, a la semana, el procesado le pidió salir. Ella respondió que sí. «A partir de ahí hubo una segunda vez que fui a su casa y no pasó nada y una tercera en la que sí mantuvimos relaciones sexuales completas de manera consentida», ha ratificado la mujer en el juicio. «Pero la cuarta ya no fue así y es cuando sucedió todo».
Denuncia la desaparición
Mientras todo esto ocurría, la madre de la joven, al percatarse del cambio en la manera de ser que se estaba produciendo en su hija, se puso en contacto con él vía Whatsapp para comunicarle que lo que estaba haciendo «no estaba bien» porque su hija era menor de edad y él mayor. De hecho, tal y como consta en el atestado, la Ertzaintza se personó dos veces en el domicilio del investigado para conocer la situación de la menor. En la primera ocasión, al comprobar que no ocurría nada extraño, los agentes se marcharon. En la segunda, sin embargo, procedieron a la recogida de la menor después de que la madre denunciara la desaparición de su hija. Coincide con la madrugada en la que presuntamente sucedió todo. «No paraba de llamarle y escribirle y no obtenía respuesta, así que decidí hablar con el centro en el que estaba para ver si me podían ayudar. No fue posible y llamé a la Policía», ha explicado. «Al principio ella me mintió y me dijo que había conocido a un chico de 17 años para que no le dijera nada y no de 23 como realmente tenía».
Lo que empezó siendo «algo bonito» acabó con problemas de diversa índole. «No me tomé la pastilla del día después porque no sabía ni que existía y no quería contarle a nadie lo que había pasado. Él no me dejaba ni quedar con mis amigos, que ya me advertían que me alejara de él, pero yo tenía miedo, me tenía controlada y amenazada».
Aunque le costó dar el paso, fue ella quien decidió poner fin a la relación sentimental «después de que me tratase mal e incluso me rompiera el móvil», pero pasados unos días desde su cumpleaños, el 4 de agosto, recibió un mensaje del varón y decidieron volver a retomar su noviazgo. A partir de ese instante confirmó que «todo a fue a peor». «En un bar me cogió del brazo por intercambiar miradas con unos chicos que estaban jugando al billar y cuando subía fotos a Instagram me reprochaba cómo iba vestida. Tenía celos porque decía que así iba provocando». Estuvieron alrededor de mes y medio juntos en total.
Por último, y ya al tiempo de producirse la presunta agresión, víctima y acusado volvieron a quedar para que esta le devolviera una chaqueta. Fue en Loiola, en la puerta del centro al que ella acudía. «Se la dejé en el suelo y le dije que la recogiera», afirmó la joven. Él, vista la situación, confirmó que le insultó en varias ocasiones. «Me tiró la chaqueta y después escupió. Es posible, aunque no recuerdo bien, que le dijera algunas cosas». Tanto la víctima como su madre hicieron hincapié en que fueron amenazadas por el varón a quien se investiga. «Nos dijo que si le metíamos en la cárcel íbamos a sufrir».
El juicio continuará este martes con la declaración de otros dos testigos, la de la familia del encausado, varios agentes de la Ertzaintza y los psicólogos forenses que atendieron a la víctima.
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