Al aeropuerto de Hondarribia se le acotan las opciones para crecer
El proyecto de Hondarribia para reurbanizar el barrio de Mendelu trunca el anhelo de algunas voces, ahora ninguna institucional, que defienden ampliarla por ese lado. En dos décadas ha habido hasta cuatro propuestas oficiales, pero todas quedaron sobre el papel
Al aeropuerto de Hondarribia se le acotan las opciones para crecer algún día. No es que de la noche a la mañana se trunque ... un proyecto para ampliar la pista del aeródromo y posibilitar que aviones de más envergadura puedan despegar o aterrizar procedentes de destinos desconocidos hasta ahora. Porque no existe tal proyecto. En las últimas dos décadas se han sucedido hasta cuatro propuestas oficiales, pero ninguna pasó del papel o de la mera declaración de intenciones. Sin embargo, sí ha habido debate, y mucho, sobre este asunto que seguirá coleando mientras cada año se observa la evolución de la infraestructura y se piensa en su futuro. Ahora otro hito ha reactivado algunas de esas voces que llevan años defendiendo la continuidad del aeropuerto guipuzcoano y claman a sus responsables institucionales para que garanticen su operatividad mediante una ampliación: El proyecto del Ayuntamiento de Hondarribia para reurbanizar el barrio más próximo a la pista, el de Mendelu.
El plan aún está en fase incipiente. El Consistorio acaba de culminar los estudios previos con las alternativas para rehabilitar Mendelu y Eskapatxulo, la parcela más próxima a la pista, al otro lado del canal Amute, y ha presentado a los vecinos las propuestas para emprender la reurbanización de una zona limitada por el riesgo de inundabilidad, la influencia del impacto ambiental, la ley de Costas y las propias restricciones a la construcción que marca la proximidad del aeropuerto. El propio Ayuntamiento asume, en el avance del proyecto que realiza en su página web, que esos condicionantes dieron lugar en el pasado a un desarrollo de esa superficie «espontáneo y no planificado». Una urbanización de carácter mixto con «usos de actividad productiva de Eskapatxulo» y residenciales en Mendeluko Iparra donde se erigen unas 300 viviendas, ahora «con notables deficiencias».
Por eso, Hondarribia se fija como reto desarrollar un plan especial de urbanización para ese espacio, y confía en contar con la anuencia del resto de instituciones que tienen competencia sobre las carreteras o el área marítima que lo rodean y lo condicionan. De inicio, prevé la rehabilitación o «sustitución» de viviendas o la creación de un nuevo centro comercial en parte de los 17.000 metros cuadrados que ocupa Eskapatxulo, ahora ocupados por edificios en desuso y una zona de aparcamiento, además de un «andén peatonal y ciclable».
El planteamiento para regenerar el barrio y mejorar la movilidad de sus vecinos se desarrollará en varias fases durante los próximos años, según la previsión municipal. Y con su puesta en marcha se evaporaría esa alternativa que aún mantienen viva los defensores de ampliar el aeródromo, y alargar la pista unos 150 o 200 metros hacia Eskapatxulo, sin llegar a tocar las viviendas de Mendelu cuyos propietarios vieron en su día en riesgo de desaparecer. Los planes de ampliación propuestos en las dos últimas décadas por diferentes gobiernos y con más o menos acuerdo de las instituciones concernidas -estatales, vascas, guipuzcoanas y locales- nunca llegaron a prosperar. Ni siquiera cuando Hondarribia tuvo que adaptarse hace dos años a las exigencias de la European Aviation Safety Agency (EASA) y recortar 300 metros la pista, para destinar 150 por cada extremo a área de seguridad.
Propuestas fallidas
Esa es la situación actual del aeródromo guipuzcoano, que ha arrancado el año con pérdida de viajeros y de vuelos, y la que parece ya asentada y difícil de modificar. Enterrados quedan por tanto los planes que buscaron hacia tierra o hacia el mar sumar metros a una pista que hace año y medio se redujo a 1.427 metros operativos.
Tirando de hemeroteca, el primer planteamiento se remonta a 2001, cuando Fomento, en manos entonces del PP, propuso ampliarla 600 metros sobre el barrio de Mendelu. Todas las instituciones vascas, y sobre todo los vecinos del barrio que iba a desaparecer, se opusieron de forma tajante. A partir de ahí, la ambición se redujo, y se rebajó a 200 metros la propuesta de ampliación. Tampoco convenció. El siguiente paso, con cambio en el Gobierno y en los titulares en Fomento, fue radicalmente opuesto. La propuesta viró hacia el recorte de la pista en lugar de la ampliación, se propuso reducirla 300 metros, la obra que una década después tuvo que llevarse a cabo.
Los giros en la estrategia a seguir en Hondarribia y los debates se sucedieron. Volvió a la mesa, esta vez por parte de la Diputación de Gipuzkoa, la posibilidad de ampliar la superficie de aterrizaje y despegue 300 metros hacia Mendelu salvando la regata de Jaitzubia, pero los peros medioambientales la devolvieron al cajón. Se planteó entonces alargar la pista por ambos lados, 150 metros hacia Mendelu y otros 50 hacia el mar.
En esa idea, gobiernos vasco y central hallaron la fórmula para atender las exigencias de seguridad internacionales sin poner en riesgo la operatividad. Pero esa opción tampoco llegó a despegar. La crisis paralizó cualquier nueva propuesta hasta que en 2016, pese a la declaración de excepcionalidad lograda, EASA volvió a exigir franjas de seguridad y el aeropuerto acabó recortando su pista, y reabriendo nuevos debates sobre su ampliación. Hasta hoy.
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