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Urgente Largas colas en la AP-8 y la GI-636 en dirección a la muga
Carmen, anfitriona del OAR Cottage, ante este precioso viejo caserón convertido en lujo. Maika Salguero
Gastronomía | Restaurantes

OAR Cottage, un paraíso en Garai

Alojamiento de ensueño donde no cocinan pero sí ofrecen desayunos espectaculares en un ambiente de confort

Domingo, 5 de marzo 2023, 09:20

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Llevo muchos años turisteando por nuestra geografía más cercana y somos unos privilegiados porque vivimos en un paraíso terrenal en el que llueve torrencialmente en invierno y aprieta Lorenzo en verano. A pesar de los malos augurios de Greta Thunberg y sus locatis mutantes, aquí todas las estaciones tienen marcada personalidad y disfrutamos de una diversidad fuera de serie. Llegan cuando tocan las setas, las becadas, las anchoas, los guisantes, las alcachofas, el cordero lechal, los tomates, el bonito, las sardinas, los chipirones, las frutas rojas, las tórtolas, la manzana 'errexila'...

Aquí no hicimos más que currar toda la vida en la huerta, en la fragua, en la sacristía, en el astillero, en la mar o en el mercado, vendiendo los cestos de verduras y huevos. Todos esos caseríos que pueblan nuestros prados no son más que tochas máquinas de producción masiva, destinados al sustento de la economía local y familiar.

OAR Cottage

  • Dirección San Miguel 6, (Garai)

  • Teléfono 946 200 601

  • Ambiente Campestre lujo

  • web www.oarcottage.com

  • Con quién Con amigos / En pareja / En familia

  • Monedas 5 de 5

  • Platos Paleta ibérica de bellota 20 euros. Lomo ibérico de bellota 17 euros. Anchoas de Ondarroa en salazón 19. Ventresca de bonito, cebolleta y piparras 18. Foie gras de pato, confituras y pan de pasas 15. Queso de oveja de Izurza, membrillo y nueces 10 euros

Vuelvo de los cerros de Úbeda para recomendarles un alojamiento de ensueño en la localidad vizcaína de Garai. En alguna ocasión les conté que este pueblo de poquísimos habitantes cuenta con establecimientos de hostelería fuera de serie. Así que ahí llevan la mejor excusa para reservar cualquiera de sus fabulosas habitaciones. No olviden que es una ensoñación, porque si los caseríos vascos hubieran sido como el OAR, nos habríamos ahorrado muchos disgustos. Quiero decir que si nuestros abuelos hubieran dormido y desayunado como en este paraíso, habríamos evitado mucho sufrimiento y disgustos descomunales. Con la comodidad de este 'cottage' no habríamos padecido fusilamientos, revoluciones, desigualdad, envidias, mezquindad y todo la rasmia que acumulan la miseria y la dificultad. Para vivir hoy bien, tuvieron antes que pasarlas canutas.

Carmen y Manu son los anfitriones de esta joya abierta al mundo, restaurada con un gusto y una sensibilidad colosal. Alucinarán. Me encantaría que los que habitaron esta casa del siglo dieciséis se pudieran levantar de la caja para ver con sus ojos semejante alarde de hermosura. Las bestias se quedaron fuera y el único animal que corre por allí es un perrito blanco que atiende por Cocó. Todo está parido para agradar al visitante y el lugar debería utilizarse como referencia universal para restaurar una vieja casa de labranza. Lo de este establecimiento es otra liga. Los que planifican los nuevos 'estándares' del lujo tienen la brújula averiada y deberían de aplicarse el cuento de visitar a esta pareja, capaces de revolucionar el confort con apenas siete habitaciones. Maderas restauradas. Soleras de piedra. Robustos dinteles. Lino. Chimeneas. Todos los materiales se recuperaron, volviendo a cobrar vida. Puedes fumar tabaco repanchingado ante la misma fachada, sentado en un butacón. O tomarte un copazo a cualquier hora. Las cubiteras guardan coscorros de hielo. Con tu clave personal entras y sales sin que nadie te de la murga. Las camas son de otro planeta y en las duchas podrías vivir: platos anchos, alcachofas gigantes, textil mullido y amplio, caudal generoso y chorrazos sin parangón.

Falta sentido común y ponerse en el pellejo del que entra por la puerta. Si muchos directores durmieran en sus instalaciones o dueños de restorán se sentaran a comer en sus comedores, otro gallo cantaría. En OAR no cocinan pero los desayunos son de ensueño. Todo está muy bueno y reciente: pan, bollería, bizcochos, mermeladas, huevos, fiambres o zumos de categoría. Ofrecen cuatro golosinas para los que, oteando el panorama, no deseen salir de allá ni a cobrar un décimo del gordo de la lotería. Chacina ibérica, anchoílla en salazón, ventresca de bonito con cebolleta y piparras, terrina de foie gras y algunos quesos de la zona. Tienen una pequeña carta de vinos y les faltarán horas para colonizar todos los espacios de la casa. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.

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