Ikuspegi Berria, una venta de carretera con vistas deslumbrantes
Profesionalidad, cocina cuidada y una atención de altura, con ricos guisos y una carta tradicional gestionada por un gran equipo
Las ventas, merenderos y tabernas que poblaban nuestra geografía van pasando a mejor vida. Cambian los tiempos, el horno no está para bollos y pasó a la historia aquella transmisión de padres a hijos de los negocios de categoría. Trabajar como mulas no está a la orden del día y aquella servidumbre de dar de comer y de beber a todas horas pasó factura a las nuevas generaciones, que no quieren repetir lo mismo que vieron en casa. Mi madre llegaba a casa de currar como una bestia y se dormía en el sofá molida y muerta matada. Mi padre otro tanto, ¡menuda raza!
Muchas pequeñas tascas de carretera que nos hicieron tan felices desaparecieron y no están ya esos lugares en los que repostamos gasolina con caldo caliente, Mirinda y chorizo cocido con el pan pringado de grasa. Piensen en esos baretos en los que fueron felices de pequeños y que no aguantaron el órdago del tiempo. Siéntanse niños imaginando aquella mesa en la que desayunaba su padre, siempre en la misma esquina del bar. O aquella barra envuelta en humo en la que les sirvieron su primer vino en porrón. Aquella casa de comidas en la que celebraron su primera comunión, el bautizo de una prima o esa cervecera en la que se agarraron su primera 'toña' en pandilla, ocupada hoy por un centro comercial y esos almacenes satélite.
Ikuspegi Berria
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Dirección Barrio Goiuria 12 (Iurreta)
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Teléfono 94 667 41 08
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web www.ikuspegiberria.com
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Con quién Con amigos / En pareja / En familia
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Estilo Tasca campestre
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Estrellas 4 de 5
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Platos Croquetas de jamón ibéricou hongos 10 euros / Chipirones de Ondarroa en su tinta 19 euros / Rabo de vaca guisado 18 euros / Callos y morros en salsa 15 euros / Solomillo con foie gras 28 euros / Tostada crujiente de crema con helado 8 euros
El viejo Ikuspegi domina todas las peñas y montes del Duranguesado y es un verdadero espectáculo verlo de nuevo arreglado y remozado, como los chorros del oro ¿Quién no ha oído hablar del Anboto, el Oiz, el Udalatx o el Mugarra? Los hemos rozado una y mil veces en nuestros desplazamientos por la autopista, pero vamos siempre muy deprisa y no vemos nada. Allá están todos frente a las mesas de este tasco recientemente remozado por un profesional de la hostelería, Ángel Ibarlucea, que aún mantiene el ojo brillante y las ganas de pelearse el jornal ofreciendo profesionalidad, cocina cuidada y una atención de altura. Tengan en cuenta que aquello está vivo y mientras algunos entran a calzarse un bocata, otros toman café después de una travesía por el monte o los más golfos se ponen a la fresca en la terraza a pelar la pava, si el tiempo acompaña. Pero la mayoría ocupamos las mesas de su amplio comedor, que ofrece una carta tradicional bien gestionada por un equipo de categoría. Son pocos, pero muy organizados. Que les duren las ganas.
El truco del almendruco
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Los fuera de carta Pregunten por los fuera de carta porque a veces suena la flauta y ofrecen golosinas locales plancheadas, asadas o guisadas.
Rascan el culo de los pucheros y guisan, cosa muy de agradecer. No es la carta del Ikuspegi un listado de tonterías pasadas por la plancha o de fritos procesados comprados a granel y dorados en freidora con aceite indestructible de semillas. Además de las clásicas golosinas de abrelatas o cortadora de fiambre de categoría, anchoas mariposa con pimientos a la brasa o jamón ibérico de bellota, resuelven con solvencia buenísimas croquetas de jamón o de hongos de bechamel finísima. La sopa de pescado lleva mucho ralentí. Fríen merluza a la romana o albardada con pimientos rojos y también la sirven asada sobre las brasas porque atesoran una parrilla de ladrillo refractario bien gobernada en mitad de la instalación. Resuelven una salsa verde con garrote, de bastantes quilates. El bacalao lo arreglan al pilpil o a la vizcaína y son francamente buenos. Hay buenas carnes de vaca maduradas razonablemente, solomillos o chuletas y atesoran buena mano para los guisotes, resueltos con tiento y salsas sorprendentemente finas. Los callos y los morros de ternera compiten con un rabo de vaca guisado en salsa marrón y unas carrilleras de ternera al vino tinto, brillantes y sedosas. Da ganas de llorar encontrarse con buenas cazuelas. Son buenísimo colofón las tostadas crujientes de crema, la tarta pantxineta o de queso al horno, las torrijas fritas o el queso Idiazabal con membrillo. Si el tiempo acompaña, rematen el café y la copa en la deslumbrante terraza exterior, mirando a las montañas sagradas. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.