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Los hermanos Aritz Eder y Gorka Petralanda sostienen dos grandes piezas de chuleta en su conocido restaurante. Pankra Nieto
Gastronomía | Restaurantes

Asador Indusi, toda una vida de trabajo del gran Bene Petralanda

Se come de miedo. Tienen oficio y guisan como lo haría un profesional de bandera y altos vuelos en el 'Txoko' con sus amigos

Domingo, 30 de abril 2023, 08:51

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Ya saben que en heráldica se estila la fantasmada y se exhiben los logros conseguidos por un antepasado en las cruzadas, pegando mandobles en Tierra Santa. Así, algunas fachadas muestran blasones en campo de gules escamados o sembrados de flores de lis doradas, rollo calzoncillo de Versace de nuevo rico vallisoletano. Otros los forran de armiño, en contra vero, tajados o muestran yelmos con floripondios, cachiporras y una diversidad de cabezas cortadas a cuchillo que ponen los pelos en punta: negros, moros, tipos con turbante o turco y lindezas por el estilo. ¡Menuda salvajada! Los colegas del Indusi son unos máquinas, porque bajo el toldo de su fachada y en letras grandes leerán el nombre del tasco en tipografía vasca rechoncha y un escudo nobiliario atornillado que es una fantasía. A un lado, espigas de trigo o matas de lúpulo, igual da. Al otro, viñas o alcachofas o una movida vegetal que pide a gritos regarse con refrito de ajos y servirse en salsa, con tacos de jamón. En la parte superior, cuchillo y tenedor cruzados, plantando cara a los palillos chinos, las toallitas calientes de los restoranes coreanos y su fétido 'kimchi' fermentado. Y en los bajos, una rabiosa llamarada que caldea una cazuela, con dos huevos colganderos. Ya saben, pues, si no tienen apetito o buscan un local 'último grito', dense la media vuelta.

Asador Indusi

  • Dirección García Rivero 7 (Bilbao)

  • Teléfonos 94 441 71 76 – 94 427 08 00

  • Web www.asadorindusi.com

  • Con quién Con amigos / En familia

  • Ambiente Tasca

  • Monedas 4 de 5

  • Platos Ensaladilla rusa 11 euros

    Jamón ibérico 27 euros
    Mollejas de cordero con yema de huevo 18 euros
    Tronco de merluza a la plancha 25 euros
    Chuleta de vaca 55 euros/kg.
    Torrija con helado 7,50 euros

Indusi es un barrio de Dima y un monte de esos que los vascos subimos sin cantimplora y en manga corta, tocando cima, y bajamos a toda leche para meternos entre pecho y espalda un almuerzo de huevos fritos, caldo, chorizo y media botella de vino. Luego chupitos, mus y Farias. Los de aquí somos muy aficionados a salir a hacer deporte pesando cien kilos y a volver con la cartera vacía, una papa del quince y pesando ciento dos con cinco, ¡por el culo te la hinco! El patrón de esta casa está felizmente jubilado y trabajó con sus hijos en el negocio, repartiéndose las responsabilidades de distintos locales abiertos al público, ¡tipi-tapa!, ¡viva el gran Bene! Pero a todo el mundo le llega el momento de replegarse, cuando falta el aliento y los años pesan más en la balanza que la ambición y las ganas, así que volvieron todos a la casilla de salida de este asador Indusi por todo pichichi conocido. Es una gozada -como diría Arguiñano acentuando la 'g' y prolongando esa 'o' un par de segundos de más-, ver a hosteleros de vuelta, triunfantes, contentos, en su pellejo y orgullosos. Los hermanos Petralanda son ahora los 'sheriffs' del cotarro y manejan con desparpajo su garito familiar. Pelearon siempre en sala, hasta que hace algún tiempo la cocina empezó a flaquear y Gorka no dudó en dejar la bandeja y el cañero, anudándose el mandil a la cintura. Esa es siempre la pieza del 'Tetris' que nunca falla, que alguien de 'casa' domine el fogón, piedra angular de cualquier negocio de hostelería.

El truco del almendruco

  • Los fuera de carta Pregunten por los fuera de carta, porque a veces suena la flauta y ofrecen productos de temporada plancheados o estofados.

En Indusi se come de miedo. Tienen oficio y no se andan con chiquitas, pues guisan como lo haría un profesional de bandera y altos vuelos en el 'Txoko' con sus amigos. Y me refiero a todos esos 'chefs' que esferifican y pintan las vajillas y visualizan las tendencias y todas esas mandangas, que cuando cocinan en casa o en la sociedad para la familia y los colegas, reproducen los mismo platillos que sirven en esta casa bilbaína. Elegantes, bien resueltos, sin chorradas, desgrasados, bien dibujados y en su medida justa, sin excesos ni desbordes. Por eso es habitual ver por allá sentados a todos los cocineros de primera, estrellados Michelin, que se dejan ver en su día de libranza, comiendo y bebiendo como si no hubiera un mañana. Al chef profesional le chifla cocinar, pero cuando le guisan y le sirven, se abre el cielo y suena la 'Heroica' de Beethoven. No hemos sacado aún del banquillo al amigo Aritz Eder, hermano de Gorka y de la estirpe de los Petralanda, que gestiona la sala con mano izquierda, ganándose a todas las mesas, pobladas de cuadrillas, ejecutivos, vecinos del barrio y clientes amaestrados que corren a sentarse al canto de sirenas del fogón de la casa. No hay manteles, ni celosías, ni biombos, ni banquitos para apoyar las gafas de sol y la cartera de 'Louis Putton'. Las mesas son corridas, estrechas, las sillas de madera y el alboroto de la barra se funde con el rumor de una sala bulliciosa que mastica a dos carrillos. La cocina es angosta pero bien organizada y se organiza alrededor de una chapa con sus quemadores, cámaras frigoríficas y almacenes llenos de golosinas de categoría. Aquí el material es de alto voltaje. Pueden arrancar con ensaladilla manchada de salsa rosa, anchoílla en salazón, embutido ibérico, jamón o salchichón, croquetas caseras, morcilla de puerro de Bermeo y unas rabas de calamar pringadas con mahonesa. No pueden faltar las mollejas de cordero con yema de huevo y esos clásicos que vuelve tarumba al personal: kokotxas de merluza en salsa verde, tronco de merluza a la plancha, chipirones en su tinta, rodaballo a la plancha, chuleta con patatas fritas de sartén, callos y morros a la vizcaína, rabo guisado o manitas de cordero en salsa. Si hace bueno y luce el sol, tómense el postre y el café en la calle y fúmense un cigarro habano. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.

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