

Secciones
Servicios
Destacamos
La cuarta ola del feminismo ha llegado para quedarse. El objetivo es claro. Lograr definitivamente una sociedad basada en la igualdad real y efectiva entre ... hombres y mujeres. Como antes sucedió con otros tres hitos que marcaron la historia de las mujeres, -lograron su ciudadanía en la Ilustración, el derecho al voto en el siglo XIX y el divorcio en el XX-, esta segunda década del siglo XXI se recordará por la toma de las calles de millones de mujeres en todo el mundo reclamando la paridad en todos los ámbitos de la vida y exigiendo el fin de la violencia machista. Estas reivindicaciones movilizaron a mujeres de todo el mundo en las históricas marchas del pasado año y este pasado viernes la acción feminista no hizo más que crecer, apoyada además por una huelga que tuvo un amplio respaldo. En ambas situaciones no faltaron hombres que, desde luego, tienen asumido el valor de la igualdad. Ante las situaciones injustas y dramáticas que viven las mujeres a diario, la inmensa mayoría de los hombres se sienten interpelados. Así lo confirman cuatro guipuzcoanos que han querido plasmar para DV cómo están viviendo el resurgir de un movimiento social llamado feminismo.
Iñigo Lamarca | Letrado de las Juntas Generales
Iñigo Lamarca | Letrado de las Juntas Generales
Los cuatro hombres consultados coinciden en que los acontecimientos que han sucedido desde el 8M del pasado año hasta hoy mismo «han logrado poner encima de la mesa un problema social muy importante», comienza diciendo Kepa Korta, licenciado en Derecho y director de la Oficina de Estrategia de Donostia. Comparte Julio Arrizabalaga, doctor en Medicina y director de Biodonostia, que estas movilizaciones «han desbordado todas las previsiones. Tengo claro que es un inicio para llegar a una transformación cultural y educacional que va a costar, pero que vamos a lograr». Como un «aldabonazo en la conciencia de la sociedad» define Iñigo Lamarca lo que está sucediendo. El letrado de las Juntas Generales de Gipuzkoa y ex Ararteko tiene claro que «todos debemos arrimar el hombro para llegar a una igualdad plena cuanto antes, porque hay mucho que hacer». Xabier Gutiérrez, cocinero de Arzak y escritor de novelas, es claro y concreto, «es un movimiento lógico, que empezó y se ha extendido con rapidez por una sencilla razón. La mayoría de sus reivindicaciones son sólidas y de una lógica aplastante».
Esa transformación social y necesaria que reclaman las mujeres «nos interpela a toda la sociedad, hombres y mujeres», deja claro Lamarca. «Porque es una cuestión de derecho, justicia, libertad e igualdad», añade. Es por ello que el papel de los hombres en esta lucha social es también fundamental. En este sentido, «lo positivo es que la inmensa mayoría de los hombres hemos cambiado muchísimo. Tenemos asumido el valor de la igualdad con las mujeres. Y respecto a las relaciones sexo-afectivas también tenemos interiorizado el respeto profundo a la libertad de ellas», dice el ex Ararteko. En esa misma línea, Xabier Gutiérrez añade que «nos sentimos involucrados, nos obliga a repensar, a sensibilizarnos. Volver a pensar conceptos injustos que tienes instalados en tu mente de manera mecánica. La costumbre o la tradición son muy amigas de dar por normal situaciones que no los son». Kepa Korta considera que «con el paso de los años debería darse un proceso en el que los hombres también entren al diálogo sobre cómo revertir esta situación. No tanto desde una posición de respuesta, sino como algo más asumido».
A pesar de que todos reconocen que en pocos años el avance en paridad ha sido «espectacular y muy positivo», no cierran los ojos y asumen que «aún quedan focos de machismo, focos de sexismo y hay algunos hombres, los menos, que tienen ese tipo de comportamientos. Y me preocupa mucho que esos roles se vean en chicos muy jóvenes», expone Iñigo Lamarca. Dice que este reducido colectivo «considera que las mujeres son de su propiedad y no aceptan un no en relaciones íntimas y en otros muchos ámbitos. Son comportamientos minoritarios pero existen y hay que erradicarlos a la mayor brevedad posible porque atentan contra derechos fundamentales para las mujeres». Recogen el guante Arrizabalaga y Gutiérrez. Y centran esas conductas en la «tecnología y redes sociales como control a sus parejas. Hay aspectos sociológicos y psiquiátricos que posiblemente deberían ser estudiados en los entornos de esos chicos», explica el director de Biodonostia. El cocinero de Arzak añade que «es cierto que llama mucho la atención ver a jóvenes con un nivel de control enfermizo sobre sus parejas». El director de la Oficina de Estrategia de San Sebastián tras destacar que «ese es un problema que hay que asumir», se pregunta: «¿Cuáles son las fuentes de conocimiento de esos jóvenes machistas sobre la sexualidad?».
Julio Arrizabalaga | Director de Biodonostia
Julio Arrizabalaga | Director de Biodonostia
Recuerda Lamarca que siendo Ararteko realizaron un estudio sociológico muy amplio. Preguntaban a jóvenes de entre 12 y 16 años sobre diferentes cuestiones relacionadas con los derechos humanos, entre ellas sobre la igualdad entre hombres y mujeres. «La buena noticia», señala, «es que la gran mayoría de ellos tenía totalmente asumida la idea y los valores de igualdad pero había un porcentaje significativo cercano al 15% que mantenía, sobre todo los niños pero niñas también, posiciones sexistas, posiciones en la desigualdad». Ese estudio analizaba cuales son las fuentes de adquisición de los valores, «que son diversas. Hoy en día tienen mucha fuerza las redes sociales y la escuela pero la gran referencia es la familia. Y los valores se adquieren a una edad muy temprana. ¿Esto qué significa? Pues que en ese ámbito privado de la sociedad en el que nadie entra, hay todavía familias que se guían por relaciones basadas en el machismo y el sexismo. No son muchas pero existen y esos valores se están transmitiendo. Por lo tanto, en el campo de los valores hay que profundizar y hay que utilizar herramientas más eficaces para que el 100% de los niños y niñas se eduquen y tenga interiorizados de verdad esos valores de igualdad», explica. Comparte Xabier Gutiérrez esa visión y añade que «la educación es la clave de todo este asunto. La de la familia y la de la escuela. Aquí hay que implicar a toda la sociedad, por supuesto, profesores, instituciones... pero como padres y madres el primer ejemplo debe ser desde la familia. Hay que calcular que un joven pasa 30 horas en el colegio de las 168 que tiene una semana. El ejemplo de la familia es donde se va a forjar la mente. Por supuesto que hay más variables, pero si un niño ve respeto en su familia aprende a respetar. Fomentar las expresiones culturales desde las instituciones no es más que hacer que el aprendizaje en el respeto sea más efectivo», considera.
Xabier Gutiérrez | Cocinero en Arzak y escritor
Xabier Gutiérrez | Cocinero en Arzak y escritor
Retoma Lamarca, y apunta que «se le da mucha importancia a lo que sucede en la escuela, en su mochila cargamos todo, y eso ni es muy justo ni es muy eficaz. Los valores se adquieren en diversos espacios, creo que la escuela hace una muy buena labor pero las horas que los niños están allí son limitadas y su cometido es la transmisión de conocimientos». Familia, escuela y ¿dónde más se ha de poner el foco? «Hay un espacio en el que cual seguramente se puede hacer más, y es el ámbito extraescolar. Y en este sentido la política pública está un poco descuidada porque no esta claro qué herramientas utilizar. Luego están las redes sociales en las que la política pública también puede hacer cosas. Las conversaciones entre jóvenes sí son privadas, pero igual se puede prohibir, al amparo legal, por ejemplo el acceso a webs violentas», resume.
Korta tiene claro que hay un aspecto cultural en el que queda mucho por hacer. «Hay que trabajar de manera distinta, también en las escuelas. El papel de la mujer debe aparecer más claramente sobre el del hombre, por ejemplo, en el ámbito del deporte, en el que se puede aprender a tener una posición más respetuosa. En aquellos aspectos en los que el hombre ha sido prácticamente el único, hay que cambiar y hacer entender a todo el mundo que esto no va por ahí. Hay muchos guiños que se pueden hacer, también desde los videojuegos y las películas. Y creo que hay que buscar una visión masculina de las cosas, porque puede ayudar a comprender muchos comportamientos. El tema de la violencia de género tiene una perspectiva que tiene que ver en parte con defectos que están más en el hombre que en la mujer y de ahí vienen estas acciones de desigualdad».
Kepa Korta | Dtor. Oficina Estrategia Donostia
Kepa Korta | Dtor. Oficina Estrategia Donostia
Para poner el punto y final a este encuentro, los cuatro coinciden en que estas movilizaciones feministas también son buenas para los hombres. «Ganamos todos, no hay duda. Debemos colaborar en igualdad y compartir responsabilidades», dice Arrizabalaga. «Hay un cambio importante, y nos obliga a los hombres a asumir esa parte de humanidad que no estábamos asumiendo. Está claro que no puede haber una parte importante de la sociedad que se lleve lo peor de ella en cuanto a salarios y responsabilidades», considera Korta. Lamarca y Gutiérrez, dejan de hablar de hombres y mujeres y se refieren a «personas». «Debemos hablar siempre de la expresión que nos une en vez de la que nos distancia. Somos personas, seres con los mismos derechos y obligaciones», dice el escritos de novelas. El ex Ararteko cree que «debemos superar los roles clásicos de genero. Ganaríamos las personas. Porque el rol clásico del hombre nos ha dado el poder pero a base de limitarnos como personas enormemente, a base de castrarnos emocional y sentimentalmente. Los hombres debemos implicarnos en la igualdad de una manera activa e intensa, es de justicia. Además nos beneficia a los propios hombres porque nos va a permitir ser mejores personas».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.