Elecciones generales 2023
El bloque de apoyo a Sánchez presiona a Junts para facilitar la investiduraEl candidato socialista descarta la repetición electoral y PNV y EH Bildu le piden gestos
Sumar y los partidos soberanistas vascos y catalanes perfilan ya una operación de alto voltaje político para convencer a Junts, el partido de Carles Puigdemont, ... de no bloquear la legislatura y evitar una repetición de las elecciones generales antes de fin de año. Los secesionistas catalanes herederos de CiU, con sus siete escaños, tienen en su mano la viabilidad de la continuidad del Gobierno de coalición de izquierdas, ya que si votan en contra en una hipotética investidura de Pedro Sánchez, el número de noes sería superior al de síes.
Aunque con una abstención de Junts sería suficiente, el papel de Puigdemont y del partido que ha creado entre los herederos de Convergència se antoja decisivo durante la legislatura, lo que podría poner en valor también la existencia de contradicciones internas en ese mundo que pueden avivarse en las próximas semanas. Junts asegura que su apoyo tendrá «un precio» y que pondrá como ejes el derecho de autodeterminación y la amnistía.
Las claves
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La línea dura El desfondamiento social del independentismo catalán radicaliza a su sector más duro
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El bloqueo Temor a que una repetición electoral precipite una mayoría absoluta de centroderecha
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Pulso La batalla interna en el independentismo catalán complica el debate sobre la estrategia a seguir
En este contexto juega ERC, con un duro pulso con los independentistas de Junts, que critican su excesivo 'entreguismo'. Los resultados electorales de mayo habían castigado a los más negociadores y flexibles de Esquerra pero también al sector más radical del independentismo. Lo que empieza a sancionarse es el naufragio del procés y la frustración consiguiente en una parte de la base social del soberanismo, harto de la división interna y de la lentitud de los avances.
El empate a siete escaños entre ERC y Junts, con una bajada de seis diputados de los republicanos, pone de manifiesto una batalla por la rivalidad en el seno del independentismo entre el pactismo y el rupturismo de desenlace incierto. Y no está claro que los afines a Puigdemont pierdan la partida. Todos los que intenten convencer al expresident de la Generalitat para que mueva pieza y permita poner en marcha la legislatura argumentan que provocar un adelanto electoral propiciaría un muy previsible triunfo del centroderecha por mayoría absoluta. En todo caso, desde ERC, además, se cuestiona la falta de avances tangibles en la mesa de diálogo puesta en marcha entre la Generalitat y el Gobierno central sobre el futuro político de Cataluña.
Amnistía y autodeterminación
EH Bildu también quiere ejercer un papel en este rompecabezas a partir de la buena interlocución que tiene con Junts y con ERC, con la que mantiene una alianza estratégica en el Senado. La izquierda soberanista vasca necesita que cualquier labor de mediación o influencia se canalice internamente desde la convicción de que hay que poner encima de la mesa todos los debates de fondo sobre el modelo territorial del Estado y la desjudicialización definitiva de Cataluña, que incluiría la búsqueda de una salida a la situación procesal de Puigdemont, pero hacerlo «sin estridencias públicas». Un asunto muy delicado que parece inevitable que forme parte de una estrategia política para propiciar el «reencuentro y la convivencia en Cataluña» y que tiene como reverso el enfriamiento del sentimiento independentista y la subida del PSC, que recupera su hegemonía.
Desde Junts, sin embargo, se esgrime una posición de máxima dureza a la espera de la decisión última de la Justicia europea sobre la inmunidad de Puigdemont como europarlamentario. Cuando parecía que el asunto catalán estaba amortizado y la inflamación del procés noqueada por la estrategia de diálogo de Pedro Sánchez, la suerte del expresident se convierte de nuevo en un arma arrojadiza que puede elevar la tensión arterial del soberanismo catalán.
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Calculadora de pactos: Puigdemont, la llave
Una de las hipótesis que se manejan en ciertos ámbitos del soberanismo vasco es que tras estas elecciones de julio el nacionalismo catalán, que ha perdido peso pero gana influencia política, se propone quitarse la espina de la derrota y por eso recupera un discurso más ortodoxo, que le sirva para conectar mejor con una parte de su electorado, a caballo entre la frustración y el desconcierto por los resultados. Los comicios de mayo ya habían avalado en el soberanismo a la línea más independentista y castigado a la más pactista. En este cuadro, ERC subiría el precio de su colaboración con el Ejecutivo de Sánchez. El gran problema es que si este mensaje de creciente confrontación identitaria gana enteros podría provocarse un colapso de la legislatura.
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